xorge gonzalez
COLUMNAS   

Árido Reino


En un día corpulento de cerros y nubes hojeo sin prisa, o desde este verbo te miro en las estrellas extendiéndote

Xorge González se sentó a la orilla del tiempo y desde ahí escribió, luego guardó silencio. Hoy retorna como las conspiraciones, como el polvo, como los estereotipos, como la poesía, y nos recuerda que la vida, otra vez la vida, tiene que ser un diálogo.

OPINIÓN

Bordeando tu duda

Árido Reino (esta columna) se pensó como muchas cosas: proyecto de lectura, repaso de la historia de la literatura regiomontana, promoción de autores, rescate u homenaje a otros tantos, reflexión crítica, invitación, incorporación, provocación para elaborar un canon y eso ha sido, pero también ha sido conformada por eventos que van apareciendo: coincidencias, curiosidades, visitas a las librerías de viejo, nombres. «Oye, ¿has leído a este autor que publicaba mucho en los ochentas? Tiene este libro». «¿Sabías que esta autora publico unos poemas?», «deberías  atender a…». En eso estoy, a eso me comprometo, ser fiel con todos ellos perpetuando su espíritu y sus nombres, pero es más el afán de la más pura y luminosa eternidad: la literatura.

Hacia ti se desplazaron mis palabras

Xorge González se sentó a la orilla del tiempo y desde ahí escribió, luego guardó silencio. Hoy retorna como las conspiraciones, como el polvo, como los estereotipos, como la poesía, y nos recuerda que la vida, otra vez la vida, tiene que ser un diálogo. Yo converso con él, hojeo sin prisa este libro, y (otra vez) la charla se extiende y amanecemos con astros escondidos en la respiración. Xorge pertenece a los del fervor en la garganta, su poesía es un cruento recuento de razones que vagabundean por los tortuosos caminos de la memoria y que lanza acompasados versos que germinan en historias.

POR ESTAS tardes
el mudéjar del diálogo
se superpone
a tu abulia

La maleta 
vacía.

Se prolonga el smog y el tabaco
Los alcoholes y el boleto México-Monterrey.

Melancólicos cuerpos
se multiplican
en tu universo de espejos.

Agobiados frente a la taza de café
o frente al periódico
que no te lee aún
nos quedamos sin nombre

(pág. 47)

Todos los arboles de tu boca

La nostalgia es algo así como la dulzura de sentirse vivo. González deletrea sus miedos, transcurre y acaricia a las estaciones, al tiempo, en él se queda, el poeta coleccionista de aromas. Escucho atentamente a la noche e hizo un recuento, rasgó las horas, los desastres infinitos. Fue historia, y las historias se cuentan, se recuerdan, perduran

HAN APAGADO esta enredadera de estrellas
tus manos del desierto
en mi mirada clavan sus espinas.

Ahora el hogar es tu garganta
nido luminoso
en un mar sin bahías ni islas
se queda el tiempo

(pág. 53)

Paréntesis donde se instalan las historias

González escribió una historia en los ochenta que merece la pena ser agua nunca callada. Que fructifique entonces la mirada y las nubes de aquel que insistió en la vida o se quejó de ella de una forma precisa, creándola  como diría Pavese desde el fondo de las cosas más queridas pero sin llegar a entenderla, narrándola con lo que tenía a la mano con poesía.


Xorge González
Otra vez la vida (1979-1989)
Gobierno del estado de Nuevo León
(Árbol de pólvora)
1992