Rutas de canciones

Una respuesta muy humana: Déjalo ser

«Let It Be» pertenece a ese universo de los misterios sin misterio. Es decir, una frase como “déjalo ser” probablemente la hemos escuchado muchas veces en nuestra vida pero no siempre nos hemos detenido a pensar en la profundidad de decirle a alguien o a algo: déjalo ser.

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let it be

John Lennon nunca estuvo conforme con Let It Be, ni el disco ni la canción; le molestaban los guiños religiosos que había en ella. No es difícil pensar que el ego habría tomado su lugar tratándose de una canción compuesta por su quien a esas alturas veía más como un rival que como un compañero de composición. Si bien en los créditos aparece que fue compuesta por los dos, la historia ha dejado ver que en realidad se trata de una composición de McCartney. Los músicos muchas veces llegamos a esos acuerdos para mantener cierta “paz” dentro de una banda, ¿será este el caso?

Otro detalle que nos puede hacer pensar en la rivalidad existente entre estos dos integrantes de la banda en ese entonces es la participación de Phil Spector como ingeniero de mezcla. Él llegó por propuesta de Lennon, pero McCartney nuca estuvo de acuerdo con su trabajo, tan así que en 2003, por decisión de Paul, lanzan la versión “Naked” del disco con una mezcla que dejó fuera el trabajo de Spector.

Una frase tan sencilla puede ser la llave que abra muchas puertas. La sencillez puede ser poética porque los más complejo es lo más sencillo. Decía el poeta portugués Fernando Pessoa que “el misterio de las cosas es que no tienen misterio”, y parece que «Let It Be» pertenece a ese universo de los misterios sin misterio. Es decir, una frase como “déjalo ser” probablemente la hemos escuchado muchas veces en nuestra vida pero no siempre nos hemos detenido a pensar en la profundidad de decirle a alguien o a algo: déjalo ser. Es darle la libertad plena de ser quien es o lo que se es. 

Aún me puedo acordar muy bien cómo y cuándo fue que esa sencilla frase cayó sobre mí como un trueno. Caminaba por una zona peatonal en la ciudad de León, Guanajuato escuchando música con mi walkman. Escuchaba un cassette con música grabada de The Beatles y de John Lennon solista, sobre todo canciones donde hubiera algún piano presente pues estaba tomando mis primeras clases de piano y, sí, uno de mis primordiales objetivos era aprender a tocar canciones como «Let It Be» o «Imagine». Ese tipo de baladas en piano, como también «So Tired» de Ozzy Osbourne o «Dream On» de Arerosmith, me atraían enormemente y quería aprender con ellas. Bueno, cruzaba de la acera de la derecha hacia la izquierda cuando el coro de «Let It Be» resonó más fuerte que de costumbre, no por el volumen, sino en una especie de eco formado por el poder de la frase, una resonancia de su fonética y su significado. De pronto me pareció que esa sencilla frase lo decía todo: déjalo ser. Recuerdo haber pensado que de eso se trataba el mundo: de ser y dejar ser. Pienso ahora en el poeta Alberto Caeiro, quien se emocionaba al ver pasar las nubes o mirar las montañas porque creía que lo más sencillo y natural de la vida era lo más hermoso. Algo así me pasó cuando el coro de esta canción pasó lenta y calmada como una nube de verano por el cielo de mi universo interior. ¿Cómo una frase tan cotidiana puede decir tanto? Ahí entendí que pocas veces nos detenemos a escuchar y pensar sobre las palabras y su poder, sin importar el idioma en que estas sean dichas o escritas.

McCartney dice que compuso esta canción después de haber soñado con su madre, a quien perdió a los catorce años, y que ella le repetía constantemente esta frase. Hay quien dice que este tema está cargado de un simbolismo religioso. Yo diría que es más bien algo espiritual, que no es lo mismo. Y en ese sentido entra en la categoría de canciones como «My Sweet Lord», de Harrison, o «Knockin’ on Heaven’s Door», de Dylan, que son abiertamente espirituales y sin embargo son aceptadas por creyentes y ateos. Insisto, se trata de canciones espirituales más que religiosas. Al final, en una simbología occidental, ¿quién es la madre de todos sino María?, una de las alusiones más frecuentes en esta letra.

La hermosa sencillez de esta composición no solo está en su frase principal, sino también en su música. Vamos, son solo cuatro acordes con algunas variaciones entre ellos y ya; pero lo importante es que no necesita más, esos cuatro acordes fueron los necesarios para componer una de las canciones más bellas y populares de la música pop. No hay más arreglo que el piano tocando esos cuatro acordes y sin embargo, hoy día basta que uno toque esa progresión de tonos para que en todo el mundo alguien sepa, desde el principio, que se trata de «Let It Be».

Lennon siempre renegó de esta canción, el tiempo, diría Páez, la puso en otro lado. A diferencia de la mayor parte de las canciones de The Beatles que se caracterizan por estar llenas de coros vocales, en esta no hay más que la voz de Paul y el solo de guitarra de Harrison, son las únicas dos voces cantantes, aunque se dice que en una primera versión estaba la voz de John acompañando a Paul. Muy a pesar de Lennon esta terminó dándole el título al disco. Quiero pensar que no debió ser algo sencillo para ninguno de los cuatro debido a la tensión que ya se vivía para ese momento al interior del cuarteto. Los orgullos ya no eran grupales sino individuales.

«Let It Be» ha sido la llave que abre muchas puertas en diferentes personas. Todos hemos estado en situaciones complicadas y hemos tenido problemas; hasta los más ingenuos han pasado por momentos de oscuridad y a todos, absolutamente a todos nos han roto el corazón. Y para todo ello, hubo alguien quien después de un sueño encontró la respuesta, si no la perfecta, si la más humana: «Let It Be».