Steve Coogan interpretando a Tony Wilson en la película 24 Hour Party People menciona que «los músicos de jazz disfrutan mucho más tocando que cualquiera que los este escuchando», y bueno, hay algo de cierto en eso. Así como el metal sacude cabezas, la cumbia te hace dar paseos y el perreo te lleva hasta abajo, el jazz tiene la facultad de electrizarte y meterte la idea de que puedes integrarte a la banda y contribuir con pisotones y golpes en las piernas.
El pasado viernes 5 la banda tapatía Troker regresó a Monterrey al escenario de Metapatio, para presentar los temas de su más reciente disco, Imperfecto. El evento comenzó con la banda Palapa, siete músicos en un escenario de 6×3. Se conformaban por trompeta, trombón, guitarra rítmica, guitarra principal, bajo, batería y percusiones. El silencio fue llenado de dinamismo y tocaban como si todos lo hubiésemos aprendido desde la primaria y dejamos de ir por razones incomprensibles. Eran instrumentales, funk, eran jazz, eran reggae. Los asistentes asentíamos como queriendo entrar en el ritmo y aportar algo más que las miradas.
Siguió la banda Los Venganza, quienes se encargaron de llenar el espacio enfrente del escenario. Eran guitarra principal, guitarra rítmica, bajo, batería y vocalista. En este momento el ambiente creado por Palapa fue arrebatado por otro más espeso y más orientado al rock, pero seguía predominando el dinamismo y energía en la banda. «5 años», dijo el vocalista como maravillado. Era la ultima tocada de Los Venganza y tocaron como si supieran el porvenir. La gente entono por ultima vez los coros y se dejaron mecer por los movimientos del vocalista. Después de unos abrazos en el escenario se les podía ver muy satisfechos.
Al rededor de la media noche Troker subió al escenario. Eran trompeta, saxofón, bajo, tornamesa, teclados y batería. El ambiente ahora era distinto, pero justo al comenzar nadie pudo mirar otra cosa o intentar hacer platica de alguna otra cosa que no fuesen ellos. «¡Que cabrón!», pude escuchar a mi alrededor. «Yo no los había escuchado», y «yo los vi cuando vinieron por primera vez». Todos concordamos en lo mismo, era uno de los mejores lugares para estar esa noche en Monterrey.
Era como una persecución, un callejón sin salida, un salto con los ojos vendados. Eran jazz pero no terminabas por ponerle el apellido y mucho menos un seudónimo. El momento cumbre en «El atraco a la furgoneta gris», los metales y el DJ desaparecieron del escenario y quedaron bajo (Samo), teclados (Christian) y batería (Frankie) en un ejercicio de confianza completo. En este momento lo que se tenía que hacer para disfrutar aún mas era ser miembro de Troker y terminar de explotar.
La banda continuó casi llegando a las dos de la mañana, cuando interpretaron «Fíjate que suave», de su primer EP como queriendo acercarse al final, pero aun en el final nos complacieron con su versión instrumental de «Flor de Capomo», donde como pudimos les agradecimos.
Todos nos fuimos retirando del lugar con la satisfacción de ignorar quien había disfrutado más, era la energía del Festival Internacional de Jazz de Montreal, Glastonbury, el Jazz en el Parque Colombiano, el Tiny Desk de NPR pero con un acierto a nuestro favor, se encontraban en el territorio donde durante quince años han desarrollado sus habilidades: un escenario dentro de un bar rodeado de vida nocturna.