Así como hemos hablado y hablaremos de la cualidad que escenas como la californiana y la neoyorquina (entre algunas más) tienen como crisol de fusiones culturales y musicales, es justo decir que México, con sus proporciones guardadas, también tiene escenas con esas cualidades. Tres Tristes Tangos (chistes sobre casi cuatro “tés”, aparte) son un ejemplo claro y virtuoso de esto, y de la amplia historia que la ciudad de México tiene como cuadro de mezclas y experimentos inesperados.
Tras casi una década (y dos álbumes) trabajando como la banda de pulquerías y plazas públicas que son (y esto es uno de los mejores cumplidos que haremos en esta revista), es todo un evento encontrar un trabajo que se escuche tan bien como el disco Lares Irregulares, que este trío de hombres de cultura estrena este año. Sobre todo en una época de contrastes, velocidad y cosas que se ocultan a plena vista dado el exceso de luz.
Un disco sin canciones cantadas es claramente una apuesta a otro tipo de cadenas de distribución, pues los éxitos de la radio y el streaming suelen contener imágenes narradas y guiadas oralmente. En cambio, el disco estreno de los señores Daniel Paz, Silvestre Villarroel y Jorge González, consiste más bien en algo que quizás se vendería en los anaqueles de música artsy de las tiendas MixUp.
En él encontramos paisajes imaginarios producto de la improvisación y fusión sobre estilos y tradiciones prominentemente (y con razón) de América (tango, son, blues, jazz), tejiendo una especie de composición comparada y dialogada de las músicas del nuevo mundo, y los dramas y choques a los que estas han respondido y responden. Y esto incluye también la impronta de lo judío en la historia de América, desde la música klezmer y el yiddish, siempre presentes en la sensibilidad del proyecto.
Lares Irregulares contiene una versión ad hoc de “Canción mixteca”, que es uno de los momentos destacados del disco, junto a “Shelleye baby” con su feeling de cumbia y “Horas” remitiendo un poco al cercano oriente. Este año parece ser un año de promesas y apuestas al futuro, incluyendo sonidos urbanos del mañana, trabajos de pop hacia adentro, y entre otras tallas de promesas, casos como el de Tres Tristes Tangos son apuestas por lo pre-industrial y nos proponen escenarios de encuentros y re-escritura de estilos.
No queremos cerrar este artículo sin una broma sobre los Tres Tristes Tigres, los otros TTT de México, quienes también refieren en su nombre al popular trabalenguas. Es una meta-broma. Ojala Ilan Stavans escuché a estos jóvenes y los reseñe también. Y también, ojalá quienes lean esto busquen y oigan los discos, y que además nos toque a todos oirlos en vivo.