Para quienes vivimos la década de los ochenta en el noreste del país, específicamente Nuevo León y Tamaulipas, es natural conocer el cancionero de la cumbia norestense de esa época. Sin proponérselo se creó un estilo propio donde la música texana, la cumbia del centro, la música norteña y la balada romántica se fusionaron dando como resultado una serie de temas clásicos en la música popular de esta región del país.
Grupos como Pegasso, con sus diversas ramificaciones, Toppaz, Liberación y otros fueron encargados de musicalizar los bailes de un buen sector de la juventud norestense. Muchos hablan de la música norteña como un gran legado musical de estas regiones, pero habría que considerar también el legado que dejó la cumbia ochentera que se hacía por estos lados.
Un personaje fundamental en esta parte de la historia es Reynaldo Flores, tecladista que comenzara con la agrupación Pegasso y después fomaría su propio grupo: Toppaz, con el cual rompió paradigmas no solo de la cumbia sino de la forma de tocar los teclados en este género musical.
No hay quien no haya escuchado al menos una vez en su vida el tema “Celoso”, un clásico de Toppaz. Pero más allá de eso, la parte importante también son las cumbias instrumentales que creo Reynaldo Flores, como “La Naranjita”, homenajeando a su natal Montemorelos, “La vaca morada” o “La punzada”, entre muchos otros temas donde revolucionó el uso del órgano.
Al principio con un órgano Crumar o un Technics, y después con el clásico Roland D 50, Reynaldo lo utilizaba fusionando la forma de tocar el acordeón con la del piano, era como si el sonido del órgano supliera al del acordeón a la hora de tocar las melodías Así algunos temas terminaban siendo una fusión genuina entre la polka y la cumbia. Pero también había patrones de “tumbao” y arreglos que comúnmente alguien los haría en piano, usados sobre el grueso sonido del órgano.
Además, la cumbia instrumental con órgano fue una de las características de Reynaldo, donde este instrumento llevaba la parte principal usando una técnica propia donde cruzaba manos y utilizaba distinta digitación para lograr sonidos y melodías con una buena carga de complejidad, además de utilizar acordes no muy comunes en ese tipo de música. Si bien no era improvisación, sí era un estilo muy libre donde el órgano paseaba a lo largo todas las notas del teclado.
Mucha de la cumbia hecha en estos tiempos va ligada de ese sonido específico de órgano, el cual no se utilizó en ninguna otra parte del país ni del continente y eso ha influenciado a muchos otros músicos del género y de la región. Jair Alcalá, vocalista y acordeonista del grupo El Plan, dice ser influenciado más por Pegasso y por Toppaz que por la música norteña y por el estilo de Reynaldo, el cual ha tratado de adaptar al acordeón, algo en sentido contrario a lo que hacía Flores, que era adaptar las formas de ejecución del acordeón, pero hacia el órgano. Jorge Luna, productor, reconoce también el hecho de que Reynaldo contara con un estilo único de tocar que marcaría fuertemente a la cumbia de la época.
Ese es uno de los grandes legados de Reynaldo Flores, junto a otros tecladistas de la época, pero vale el reconocimiento a Flores como uno de los músicos que revolucionó el uso del órgano dentro de la cumbia.
Hay una grabación en vivo del grupo Toppaz donde el animador pregunta al público que si saben lo que es Facebook y Twitter, luego hace una invitación para que usen estas nuevas tecnologías y dice: “Ahí se enteran de todo, de lo que pasa, y hasta a quién anda buscando la policía. Nomás para que se den cuenta, hasta Paquita la del Barrio usa Facebook”. Y fue así, a través de estas redes sociales donde muchos se enteraron del fallecimiento de Reynaldo Flores, el revolucionario de la cumbia, en un accidente automovilístico en Montemorelos, Nuevo León.
Desde aquí el reconocimiento a quien creo un estilo propio de hacer sonar la cumbia y ha sido parte del soundtrack de toda una generación en el norte del país.