macedonio gonzález
COLUMNAS   

Árido Reino


Todo podía haber sido, o dieta de manzanas para el león que cerca su sonrisa en cantos

Dieta de manzanas para el león que cerca su sonrisa en cantos, de Macedonio González, es un libro enlistado en los imperdibles de la historia de la poesía -maldita- nuevoleonesa.

OPINIÓN

Macedonio 

Macedonio aparecía y desaparecía, pero su literatura  no era intermitente. Macedonio se encueraba, seducía a todos, hacia enojar a todos, iba y regresaba a Nueva York, escribía en libretas que después le daba a cuidar a Yuri Vladimir Delgado. A Macedonio se le acusaba de todo, era un personaje que se dejaba colgar historias sobre su vida, era un personaje que le dio vida a la literatura de Nuevo León en los años noventa del siglo XX. Sus presentaciones estaban atiborradas de seguidores, periodistas (que lo querían entrevistar para que dijera cosas horribles sobre la política cultural, sobre el futbol, o sobre él mismo), lectores, amigos, amantes, yuppies, todos querían que les diera un autógrafo, un beso, un consejo amoroso o sexual y Mace se dejaba querer. Su dulce voz recitaba los potentes versos llenos de imágenes ¿surrealistas?, ¿sadomasoquistas? Carmen Alardín  lo definió bien, decía que su poesía agredía amorosamente y Mace parecía no escucharla mientras devoraba al amado.

Dejo los instantes junto a ti como heridos testigos.

El placer de terminar, y siempre me he hecho daño, porque no seguir hasta el final: la muerte es la condición de la vida; la noche siempre está por comenzar, es el único cofre sin la llave.

¿Cómo agotar el pensamiento? Él es el que lo hace todo.

Quemar todo en brazos del amor, que quede el recuerdo desnudo, el hilo de la palabra en cuentas rotas cayendo, la mirada del espejo, el hombre en el parque, el pulsar del pecho, aire de fuelle repetido, la voz del eco que me encuentra solo, esta canción de recurrentes despedidas

(Fragmento, pagina 34)

Dijo que el poema se había rasgado

La realidad y las páginas rasgadas eran la historia donde Mace era la víctima, el agresor, el ángel y el demonio al mismo tiempo. Versos ríspidos como átomos neuróticos, como vocecitas acurrucadas que sacudían a sus fans lectores y a los fans que no leían también. Así sucedía la efervescencia literaria de Monterrey: el escandalo era necesario y Mace era necesario. El tour de los lugares donde no dejaban entrar a Mace era obligado de realizar los fines de semana (se recomendaba que Mace fuera de acompañante), pero lo también obligado era asistir a sus lecturas  y leer sus libros. Esa, esa mera, era la realidad.

Y mis cosas tan solas como yo, y el campo solo, la ciudad, los ojos que pasan, Fleetwood Mac, todo a la espera del último puñal.

Del rostro cae la lágrima, y no supe tomarme de la vida.

¿Dónde va el a mor? ¿A dónde va todo?

(Fragmento Pág. 34)

La pasión daba vueltas sin fortuna

Cuando Pessoa dice: “Bastante metafísica hay en no pensar en nada”, por supuesto que no está versificando pensamientos, está pensando versos sorprendentes. Mace me remite a esto porque lo circular de sus versos recrean a la palabra misma. El tiempo lo graba todo y luego lo olvida, menciona el autor en alguno de sus versos, y hay un viejo aparato tecnológico llamado libro que contiene a quien no se contenía. Este librito rojo, como una manzana que quiere que la muerdan, espera en una canasta en el centro de la mesa. Alguien la hará parte de su dieta. Es tentadora la oferta, una oferta que, por ofensiva, más tentadora; una oferta envuelta y disfrazada en sexo. Mace me decía: «Cuando ames a alguien conviértete en ese alguien». (También me decía muchas groserías.) Mace no tenía la edad que tenía; es más, no tenía edad, sabía que tenía sangre y sabía usarla sabiamente. «La sangre debe de estar debajo de la cintura», me decía, y yo no lo desdecía :

Sangre la verdadera tinta del poeta, sangre el verdadero borrador.

(Pag.60)

Hay un dolor en el aire

Lo hubo siempre, todo podía haber sido. Mace demostraba que la poesía existía en el dolor y todos éramos felices escuchándolo. ¿Era Mace una excepción interesante?  Más bien era un reconstructor de índices adicionales en la poesía de Monterrey, que enriquecieron la vida cultural en un momento aparatoso. Y digo aparatoso porque  todos en el placer colectivo no se daban cuenta del paso  y el peso del arte y sus creadores. Mace deformado nos formó y firmó su sentencia de vida escribiéndole a la muerte, copulando con ella. Dieta de manzanas para el león que cerca su sonrisa en cantos es un libro aparatoso más que escandaloso. Pero en la belleza de lo aparatoso, en la belleza del caos, siempre hay un acomodo que se tiene que dar después. Es un libro obligado y enlistado en los imperdibles en la historia de la poesía -maldita- nuevoleonesa.


Macedonio González Salinas
Dieta de manzanas para el león que cerca su sonrisa en cantos
Guerrilla pop produccions
1992