A pesar del gran éxito en taquilla de Thor: Ragnarok, hay un importante segmento de crítica que ve con malos ojos que Marvel haya hecho esta tercera entrega del dios del trueno una comedia.
Por: Josh Candia T.
A pesar del gran éxito en taquilla de Thor: Ragnarok, hay un importante segmento de crítica (aquí mismo en La Zona Sucia, con mi estimado Guillermo Duke) que ve con malos ojos que Marvel haya hecho esta tercera entrega del dios del trueno una… -¡gasp!- comedia.
Ragnarok es una muy divertida comedia que también tiene partes de drama y mucha acción, visuales increíbles y totalmente metaleros, un excelente reparto conformado de viejos conocidos y nuevos favoritos (Valkyrie, Korg y Grandmaster son memorables), así como una gran pero algo desperdiciada villana. Sin duda el objetivo principal de Taika Waititi, el director, es que los espectadores se carcajeen y pasen un rato divertido en compañía del señor del trueno… Perdón, dios del trueno. Y vaya que lo logra.
Pero este tipo de quejas ya se han escuchado antes. Las similitudes entre Thor: Ragnarok y Iron Man 3 (2013, dir. Shane Black) son muchas. Ambas películas son la tercera parte de la saga individual del personaje, ambas estuvieron a cargo de directores con una fuerte personalidad y estilo y ambas fueron duramente criticadas por “burlarse” de sus personajes y no tomarse en serio.
¿De dónde viene esta necesidad de que las películas de super héroes sean “serias”? Muchos de los que critican que el humor incline la balanza a su favor muy probablemente son o fueron fanáticos de los cómics; esos que consideran que los mayores logros de esta rama del entretenimiento son The Dark Knight Returns (Frank Miller) y Watchmen (Alan Moore y Dave Gibbons), que además ponen en el top de sus películas favoritas a The Dark Knight (2008, dir. Christopher Nolan). La deconstrucción del género de superhéroes en los cómics durante los años ochenta fue a cargo de creadores que creían que estos tenían que madurar, dejar atrás la simpleza y superficialidad de las historias y tocar temas serios y trascendentes, ya que probablemente se sentían avergonzados de trabajar en un medio tan poco respetado.
Esa necesidad de respeto se contagia. Los fans de cómics usualmente crecemos con burlas porque nos gustan los monitos con mallas y capitas, por lo que tenemos el instinto de señalar y alabar cualquier intento de seriedad para poder decir “¿Ven? Los cómics también son importantes”.
Thor ha sido un problema para Marvel desde el inicio. Después del éxito de Iron Man, que a pesar de tener un par de secuelas no tan alabadas, y básicamente gracias al carisma de Robert Downey Jr., se convirtió en EL personaje del universo cinematográfico. Del otro lado está Captain America el cual después de una película inicial estilo old-school tuvo lo que muchos consideran la mejor película de este universo: Winter Soldier (2014, Joe & Anthony Russo) y la muy bien lograda (pero casi Avengers 2.5) Civil War. Por su parte, el hijo de Odin no fue tan exitoso en su propia franquicia. Tras un inicio shakesperiano light y una secuela que casi todos olvidaron, Marvel necesitaba hacer algo para que Thor tomara su lugar merecido.
Siguiendo el sorprendente éxito de Guardians of the Galaxy (2014, dir. James Gunn) y contando con un protagonista que ha mostrado sus dotes de comedia tanto en las películas de los Avengers como sus hilarantes participaciones en Vacation (2015, dir. John Francis Daley & Jonathan Goldstein) y Ghostbusters (2016, dir. Paul Feig) Marvel Studios tuvo la excelente idea de contratar a Taika Waititi, un director cuyo sentido del humor y estilo es notorio en todos los proyectos que toca.
No digo que Ragnarok sea perfecta, hay momentos dramáticos que no son explorados por irse por un chiste, y las teorías que los fans de la saga han ido creando en sus cabezas son desechadas de una forma tan sencilla y sin importancia que es lógico que se sientan ofendidos.
Pero quienes dicen que esta nueva entrega se aleja del personaje que conocemos, no ha estado prestando atención. Thor ha crecido desde aquel héroe joven y egoísta de su primera entrega, que buscaba tanto la aprobación de su padre como el respeto de los demás, a ser este guerrero confiado en sus habilidades, que disfruta de sus aventuras por medio de sonrisas y bromas. (Vamos, después de años de convivir con Stark seguro se le iba a pegar algo.) Pero cuando la situación lo amerita, puede poner manos a la obra y hacer lo que se debe para ser el héroe que Asgard necesita.
Los cómics de super héroes son coloridos y divertidos, muchas veces no se toman muy en serio a sí mismos (¿Recuerdan cuando Thor fue convertido en rana? Sí, eso pasó.) y me da gusto que Marvel Studios ofrezca diferentes sabores en sus películas y no todas tengan que ser tan serias, presuntuosas e “importantes”.
Son tipos en mallas y capas. Diviértanse.
P.D.- A aquellos que sí disfrutaron como yo la película, busquen las joyas de Taika Waititi: Eagle vs. Shark, Boy, What We Do In The Shadows (con el pésimo nombre Entrevista con unos Vampiros en Netflix), y Hunt for the Wilderpeople (de repente la pasan en Showtime).
JOSH CANDIA T.
Web: joshcandia.com // Twitter: @JoshCandiaT