Rogelio Flores es atlantista y escribe porque le divierte hacerlo, pero considera que la escritura no sirve para gran cosa, más que para ser felices. Leer es un acto hedonista. El narrador chilango también es crítico cinematográfico y periodista cultural. Fue ganador del Premio de Novela Lipp La Brasserie en 2015, por Un millón de gusanos. Ha colaborado en Arcana, Cambio, El Semanario, Open, La Mosca en la Pared, Generación Alternativa, Eje Central, Guardagujas, México Social, Playboy, Lee+, Artes de México, Yaconic y Metrópoli Ficción. Es autor de cuatro libros y coautor de diversas antologías. Tiene tatuajes en el brazo izquierdo.
¿Qué detalle de la vida cotidiana es lo que más te irrita?
Las personas desconsideradas.
Por el contrario, ¿qué detalle de la vida cotidiana es el que te hace más feliz?
Nada me hacía más feliz que recibir los mensajes de buenos días de una mujer increíble a quien amaba y que recientemente murió. Todos los días, mi primer contacto con el mundo eran esos mensajes que me llenaban de amor y felicidad. Ahora los momentos que me hacen sentir más alegría son cuando la recuerdo. Pero es una alegría efímera, tramposa y voluble.
¿Cuál es tu mejor momento del día?
Las mañanas. Casi siempre despierto muy temprano, desayuno, paseo a mi perro, hago ejercicio y me baño. Me gusta mucho sentir que ya cumplí con todo eso cuando aún tengo todo el día por delante, si puede ser antes de las 8, mejor. Eso estimula mi creatividad y mis ganas de trabajar. Por el contrario, despertar tarde me arruina el día por completo.
¿Cuál es tu mayor miedo?
Mi mayor temor ha sido siempre la muerte de mis seres queridos. De algo que sólo me pueda pasar a mí, caer en la cárcel, ser víctima de la impartición de justicia en este país.
¿Cuál consideras que es tu gran defecto?
Ser inseguro.
¿Qué es lo que más valoran de ti tus amigos?
Creo que la lealtad, tengo muchos defectos pero soy una persona en quien se puede confiar.
¿Qué cosa te desagrada más de la gente que te rodea?
Me rompe la madre cuando las personas se mienten a sí mismas y buscan mi complicidad.
¿A qué persona viva y muerta admiras?
Son muchos. Me es difícil decidir. Muertos a Joe Strummer, David Bowie, Oscar Wilde, Federico Fellinni. Vivos, a cineastas principalmente. David Lynch, Win Wenders, Almodóvar. Recientemente reviví mi amor por Isabella Rossellini, me parece una mujer increíble, profundamente inteligente y sensible. Y hermosa.
¿Cuál es tu mayor extravagancia?
Amo cocinar y muchas veces lo hago en la madrugada, cuando no puedo dormir. Creo que por lo demás soy bastante ordinario.
¿Cuál ha sido tu mayor mentira?
En la peor época de mi vida fingía que estaba bien y que podía con todo lo que me sucedía, aunque por dentro estaba hecho mierda y me quería morir.
¿Te asomas al espejo y qué ves?
La extraña mezcla de los rostros de mis padres, soy muy parecido a ambos. Los dos están muertos y los extraño muchísimo. Cuando me veo al espejo conecto con ellos.
¿Cuál es la cualidad que más te gusta en un hombre?
La integridad.
¿Y en una mujer?
La autoestima, la búsqueda de la felicidad sin que implique el sacrificio de su dignidad como persona.
¿Cuál es tu color favorito?
El rojo. Realmente el negro, pero como técnicamente no es color, el rojo.
¿Qué foto tuya no colgarías en casa?
Nunca colgaría una foto saludando a un político. Que no tengo ninguna, pero de tenerla, no lo haría.
¿Qué palabras o frases usas con demasiada frecuencia?
Uso mucho expresiones de asombro, como «qué maravilla», «qué locura», «qué horror», «qué a toda madre», «no mames».
¿Cuál ha sido el momento más glorioso de tu vida?
De niño vivía atormentado por el bullying en la escuela, principalmente por un compañero mayor que yo, que era albino y muy cruel conmigo. Ver su cabello rubio acercándose por el patio me horrorizaba y me llenaba de miedo, hasta que lo enfrenté frente a todos los chicos de la primaria. Yo practicaba judo entonces y nadie en mi escuela lo sabía. Más allá de que pude someterlo con facilidad, el romper con el miedo que sentía me hizo muy feliz, libre y poderoso. En ese momento sentí que podía hacer todo y que ya no le tenía miedo a nadie, la embriaguez de seguridad me duró muchos años. Aún, ahora de adulto, lo recuerdo y se me enchina la piel.
¿Qué talento te gustaría tener?
Quisiera ser un Tom Waits mexicano y hacer versiones oscuras y cabaretescas de las canciones de Juan Gabriel. Conectar con la gente del modo en que ellos lo hacen debe ser increíble.
¿Qué cambiarías de ti?
El ser inseguro, el postergar las cosas hasta que me siento listo para hacerlas.
¿Cuál ha sido tu mayor fracaso?
El no saber conservar el amor de personas a quienes amé mucho y que terminaron por aburrirse de mí.
¿Si pudieras reencarnar en una persona o cosa, ¿qué serías?
No quisiera ser un objeto. Si pudiera comenzar de nuevo querría ser una persona joven con mucha energía y pocos temores, alguien más conectado con su cuerpo de lo que soy yo, hacer skate, motocross, surf, parkour, esgrima; alguien menos intelectual, un atleta solitario.
¿Qué lugar te gustaría conocer?
Roma y Varsovia.
¿Cuál es tu posesión más preciada?
Mi mamá fue una niña dislexica y por alguna razón tengo sus cuadernos de cuando aprendió a escribir, con sus recortes de revistas de la época y sus dibujos infantiles. Me da mucha ternura ver la niña que fue, que escribía erráticamente pero que dibujaba con mucho entusiasmo y alegría.
¿Qué es para ti lo más profundo de la miseria?
La estulticia, cuando alguien se enorgullece de su propia estupidez y su ignorancia, negándose cualquier posibilidad de progreso. Y por supuesto el abuso infantil, ese es el signo más escandaloso de un entorno miserable.
¿Cuál es tu ocupación preferida?
En términos de trabajo, dibujar, escribir, editar textos, leer. En la vida cotidiana, conversar, cocinar, comer.
¿Cuál es tu comida favorita?
Todo tipo de consomés, caldos y sopas. En particular la sopa de mariscos, la de hongos, el ramen, la birria, el mole de olla.
¿Cuál es la comida que más odias?
Odio los buffet de los hoteles caros por ordinarios y costosos, los cacahuates de los aviones, por su ración miserable.
¿Quiénes son los escritores que admiras?
Chejov, Revueltas, Borges, Fitzgerald, Hemingway, Carver, McCullers, Wilde, Highsmith, Pacheco, Huerta. Y mención muy aparte, mi adorado maestro a quien extraño muchísimo, Eusebio Ruvalcaba.
¿Cuál es tu banda, cantante o grupo musical preferido?
Amo a David Bowie, Tom Waits, The Cure y a Juan Gabriel. Lloro muy seguido escuchando a Juan Gabriel.
¿Con qué figura histórica te identificas más?
Federico Fellinni.
¿A qué personaje famoso te gustaría conocer y qué le dirías?
A David Lynch. Le daría las gracias, le diría que su cine es muy importante para mí y que mi persona especial que murió, lo admiraba y quería profundamente.
¿De qué es lo que más te arrepientes?
De nunca haber aprendido a patinar. Siempre que veo un chico en patineta siento que traicioné al Rogelio de 14 años. Fuera de eso creo que siempre he hecho lo que he querido, con buenos y malos resultados, desde luego.
¿Te gusta algún deporte? ¿A qué equipo le vas?
Me gustan muchos, pero soy malo en todos. Excepto en el judo, ahí sí tuve mis momentos. Actualmente entreno box. Siempre que puedo veo soccer, baseball, tenis (y me gusta apostar también). Le voy al Atlante, soy fiel a los Potros de Hierro.
¿Cuál es tu mayor adicción?
Creo que no tengo una personalidad adictiva, sino más bien lúdica; más que vicios, tengo gustos recurrentes. Principalmente me gusta beber y comer bien.
¿Cómo te gustaría morir?
Después de una gran felicidad, y lúcido, consciente de mis últimos momentos.
¿Cuál considerarías que es tu lema?
Una frase de Raymond Chandler: si no fuera duro no podría estar vivo, si no fuera tierno, no merecería estarlo. Aprecio mucho las dos cualidades que él dice, hay que ser fuerte y tener carácter para sobrellevar la vida sin quebrarse; pero sin perder la capacidad de asombro, de empatía, de ser vulnerable y de querer a los demás, vaya de experimentar la ternura y el amor.