Navegamos en las aguas de una sociedad del exceso, el abuso y el desperdicio.
Así, nos permitimos enviar al bote de la basura envases de vidrio, cajas de cartón, camisas de algodón y zapatos de piel, incluso laptops y celulares. Porque nada debe quedarse, nada debe permanecer, la vida es desechable en sí misma, digámosle adiós a todo.
Y mientras eso ocurre de manera generalizada, pequeños grupos de activistas tratan de empeñarse en una defensa airada del ambiente, nos llaman a ahorrar combustible, nos piden no excedernos, y nos invitan a pensar antes de actuar.
Si se nos pregunta de dónde surgen estas tendencias, de inmediato hablamos de los noventas, y de los ochentas ya por decir mucho. Culparemos a los hippies…
Sin embargo, la visión crítica y el ambientalismo tienen ya muchos años entre nosotros, y tenemos evidencias de su presencia que sorprenderían a muchos. Veamos un solo ejemplo en ese sentido.
Existe en Internet un vídeo llamado «Comerciales de 1967». Ahí, hallamos una compilación de comerciales televisivos mexicanos, de compañías como plumas Parker, cigarros Faros y otras empresas. Entre esos anuncios, destaca uno que tiene una plena vocación ambientalista, y suena tan actual como el más actual de los anuncios actuales.
Es un anuncio de la empresa Allen, productora de Cloralex.
El anuncio recomienda, obviamente, usar esa marca, pero recomienda también reutilizar las botellas de plástico, transformándolas en recipientes para la comida, embudos y vasos.
Lo más asombroso en realidad es que en 1967 esa intención de reciclaje estaba muy clara, y hoy no sigue siendo algo que ”suena a hippie”.
Qué deduzco de esta evidencia?
El firme deseo de que Allen se lance ahora mismo al mercado de las ideas con nuevos ímpetus ambientalistas, y convenza a sus consumidores y a todos nosotros de votar por una sociedad ambientalista, ecológica y atenta a las cuestiones del reciclaje.
No basta con que tú recicles botes, cartones y botellas. Hay que llegar más lejos, y lograr que cada uno de nosotros lo piense dos veces antes de echar lo reciclable a la basura. Seamos actuales, como era Cloralex en 1967.