El Monstruo Pentápodo es una novela fuerte e incómoda que trata el tema de la pedofilia. Raymundo Betancourt es un profesionista modelo, honesto y responsable que además ayuda a la comunidad. Sin embargo, tiene una doble vida oculta en la que, uno de sus placeres, es mantener niñas secuestradas en un sótano.
Por: Homero Ontiveros
El Monstruo Pentápodo (Tusquets) es una novela fuerte e incómoda que trata el tema de la pedofilia. Raymundo Betancourt es un profesionista modelo, honesto y responsable que además ayuda a la comunidad. Sin embargo, tiene una doble vida oculta en la que, uno de sus placeres, es mantener niñas secuestradas en un sótano.
Liliana no se tentó el corazón para arrojarnos esta historia escrita sin concesiones con la idea de confrontar al lector y, sea éste, quien emita el juicio final. Tuvimos oportunidad de platicar con la autora y esta fue la charla:
Liliana, ¿por qué decidiste escribir esta historia?
Me gustan las historias incómodas, porque si algo te incomoda siempre hay una buena razón detrás. El abuso infantil me parece que es un tema al cual en México le sacamos la vuelta totalmente. Los abusos por parte de los sacerdotes católicos, de las redes de prostitución o al interior de las familias, puede durar años y nadie interviene. Por alguna razón, en México, por lo menos en la actualidad, este tema no se ha tratado en la literatura de ficción y pues me decidí a escribirla. Era un todo o nada.
Es una historia que no se queda a la mitad, que no nos deja indiferentes.
Hay gente que la odia y hay quien la ama. Hay gente que me dice: “Me encantó pero me fue muy difícil seguirla”. Incluso la misma editorial no estaba segura de publicarla por temor a la reacción del público. Si algo tiene es que te deja pensando y cuestionando muchas cosas. Te deja asqueado pero, a la vez, pensando en muchas cosas.
A ti te gusta mostrar esos otros personajes de la sociedad, los que no encajan pero de quienes no podemos negar su existencia.
Esto de la monstruosidad es algo con lo que juego. En nuestra sociedad somos tan superficiales que no podemos ver a los monstruos que pululan entre nosotros. Entonces, por una parte está Raymundo, quien es un pedófilo terrible, frío y calculador que también es un personaje de sociedad muy querido y que ayuda a los demás, y por otro lado está Aimée que físicamente podemos decir que es monstruosa. Por ejemplo, los enanos son vistos como personajes de burla y muchas veces nos quedamos solamente en lo superficial y las personas realmente malas nos tomamos un café con ellas. Ya ves que muchas veces, cuando descubren a un asesino, los vecinos dicen: “Ay, pero si era un tipo lindísimo, me ayudaba con la basura”, entonces he ahí cómo no vemos más allá de lo que son las apariencias.
Tocar estos temas es muy complicado, ¿cómo hiciste para mantener la línea narrativa sin caer en lo grotesco?
Es una línea muy delgada, por lo mismo es un riesgo. Yo pensaba que si iba a tocar el tema de la pedofilia no podía pasarme por alto la escena sexual porque, a pesar de que es algo muy fuerte, la pedofilia es algo tan aberrante que, si me lo hubiera saltado o suavizado, sería como decir que no es algo tan malo. Además, la mente humana es tan genial que, aunque no esté escrito todo de forma explícita, tú solo vas atando cabos. Ese fue mi trabajo: no ser tan explícita pero dejando todo amarrado, sin lugar a dudas de lo que pasó.
¿Cómo entrar en la cabeza de un pedófilo?
No fue tan difícil porque el deseo de este hombre no es tan diferente lo que uno puede sentir. Es decir, su objeto del deseo es algo prohibido pero, así como yo puedo tener un deseo sexual por un hombre adulto, él lo tiene por una niña. Es estar del otro lado y, tomando en cuenta que este es un personaje muy inteligente, no es diferente a lo que hacemos nosotros en el día a día, solo que él utiliza su aprendizaje e inteligencia para algo terrible. Solo es cambiar las cosas de lugar pero, no funciona tan diferente.
¿Cómo te ibas sintiendo conforme escribías la historia?
Yo escribo muy despacio, no soy de escribir todos los días ni las mismas horas, por eso la escritura no se siente como un proceso fluido pero, a la hora de revisar el texto completo, sentí una cierta distancia, como si alguien más hubiera escrito el texto. Al leer ya de corrido, las escenas sexuales con la niña me costaron mucho trabajo leerlas y pensarlas. Yo tengo una niña y no pude no pensar en ella cuando tenía esa edad. Fue muy complicado, pero no a la hora de escribir la novela, sino al revisarla.
¿Qué te quita una historia como ésta?
Yo tengo una visión muy negativa de la humanidad en general; mi teoría es que hay mucha gente que no hace nada, no porque sean buenos, sino porque es mala pero no ve la oportunidad de hacer el mal o tiene miedo a las consecuencias. Por ejemplo, en la reciente guerra contra el narco, hubo muchas bandas de secuestradores amateurs, personas que se montaron en el tren de la delincuencia cuando antes no lo habían hecho, hasta que se dieron cuenta que había impunidad, que no pasaba nada. Creo que hay muchas personas que son muy malas pero están agazapadas y, en cuanto vean la oportunidad, actuarán. Lo peor es que cuando alguien actúa de esta forma rápidamente le adjudicamos que está loco, mal de salud mental, y no, para hacer un acto así de terrible requiere toda una planeación. Entonces, digamos que, de alguna forma, ya estaba preparada y no fue mucho lo que me quitó.
¿Se han acercado personas contigo para contarte sus historias?
Ha habido casos de mujeres que se han acercado para decirme que sufrieron abuso por parte de un tío, el abuelo o algún familiar y que, aunque en la novela es diferente el tipo de abuso, es un alivio para ellas que se hable del tema porque sintieron como un desahogo al leerlo.
Creo que una de las cosas que más nos hace falta en este país es hablar nuestros problemas; tendemos a esconderlos y hacer de cuenta que no pasa nada para que el otro no nos juzgue.
Hipócritamente elegimos cosas de las cuáles no hablar
¿Qué tanto te preocupa que esta novela pueda ser mal interpretada?
En el libro, los personajes no hacen ningún juicio de valor. Es más, en el universo literario que se plantea aquí hay una especie de justicia, vaya, no hay nada que pueda reparar el daño pero, a diferencia de otros como el Padre Maciel que se van a la tumba sin que les pase nada, aquí, a este tipo sí le pasa algo. Si queremos verle el lado positivo a la novela éste es que los personajes terminan haciendo lo correcto, son humanos. Y si hay alguien que se lo toma diferente y lo malinterpreta, algo así como el manual del pedófilo, es porque esa persona ya estaba mal inicialmente.