La música, además de entretenimiento, es un elemento social que interviene directamente en la sociedad y los individuos, porque funge como un puente.
Por: Homero Ontiveros
A James Rhodes la música lo salvó del suicidio. En su libro Instrumental (Blackie Books) narra cómo las piezas de Bach lo ayudaron a sobrellevar los traumas ocasionados por años de abuso físico, sexual y psicológico por parte de un maestro de box en la primaria. El deterioro le causó una fuerte adicción a las drogas además de un trastorno disociativo de personalidad y una tendencia a las autolesiones. La manera en que ha logrado salir a flote es usando el piano y la música clásica como salvavidas.
En Musicofilia (Anagrama), el neurólogo y escritor Oliver Sacks hace un análisis profundo sobre cómo la música es un factor clave para crear la identidad humana y una herramienta valiosa para tratar el Parkinson, la demencia, el síndrome de Tourette, la encefalitis o el ataque de lóbulo temporal. Para Sacks la música no solo nos eleva a grandes alturas emocionales, sino que también puede sumirnos en una depresión.
En ese mismo sentido, el documental Alive Inside muestra un proyecto del trabajador social Dan Cohen en el cual a través de la música evoca recuerdos en personas con Alzheimer. Lo que hace es investigar en los gustos musicales de algunos pacientes de edad avanzada con esta enfermedad; enseguida realiza un playlist con las canciones de su época en un iPod y les pone los auriculares. La reacción solo se puede definir como una muestra de vida que llega a través de algo tan simple y poderoso: la música y las canciones.
Los múltiples beneficios que ha logrado a nivel mundial “El sistema”, un proyecto del maestro José Antonio Abreu en Venezuela, donde busca ofrecer una opción de vida a través de la música clásica a niños y jóvenes, son muy evidentes. Ha demostrado que darle un instrumento musical a un niño o a algún joven en situación de riesgo es salvarlo de la pobreza. Este “sistema” se ha expandido por todo el mundo ayudando a comunidades por medio de la música.
Existen también todos los esfuerzos que se han hecho y se siguen haciendo a través del hip hop utilizando este género como vehículo de transformación social, logrando cambiar la vida de muchas personas en situaciones conflictivas.
Pero también hay música que guarda el sentir de toda una generación y a través de ella podemos entender ciertos momentos históricos, como puede ser la música de Bob Dylan o de The Beatles, el rock mexicano de los noventa, o aquello que se llamó Avanzada Regia al final de esa misma década. El rock argentino antes, durante y después de la dictadura. La música brasileña con el Tropicalismo y la MPB. La trova y el Canto Nuevo en Latinoamérica. La movida española post-franquismo y hasta la actualidad de la música “indie”, en todo ello hay información que identifica a una sociedad o a un momento específico de la historia.
Y qué decir de proyectos como Live Aid, las recopilaciones en disco de la Red Hot Organization, el Concert for Bangladesh de George Harrison y otras actividades donde la música ha funcionado como factor de ayuda humanitaria.
Aún con todo esto hay quien se cuestiona por qué hay que hablar y escribir de música.
Cuando alguien pregunta por qué hay que hacerlo, mi respuesta es que hablar o escribir de música es hablar de historia, de la sociedad y de la humanidad. La música, además de entretenimiento, es un elemento social que interviene directamente en la sociedad y los individuos, porque funge como un puente. A través de ella las personas se conectan y se identifican unas a otras. También es por medio de ésta que hay una expresión de un sentimiento plural, con el cual una parte de la sociedad coincide. No hay una forma de expresión artística que esté tan presente en la humanidad. Simplemente, no existe cultura que no tenga su propia música.
La idea que se tiene del crítico o periodista musical es muy pobre, y además en México hay muy pocos que realizan esta labor con entusiasmo. Sin embargo, siempre es necesario escribir de música porque si ésta tiene el poder de transformar, nosotros al escribir sobre ella estamos siendo partícipes también de esa transformación. Escribir de música también es una aportación social.