Las bodas de Minerva y Mercurio
En Monterrey junto a los nombres de empresarios tenaces figuran los de ilustres escritores. La obra de ellos (constructores todos) es la ciudad misma. Entre las antologías de poesía de Nuevo León aparece este curioso volumen temático, en este caso destinado a la poesía amorosa, aunque si hubiera que decir cuál es la temática general de la poesía escrita en estos lares, sin duda que el tema sería el amor. Luis Barrera Salinas selecciona textos románticos de trece autores e incluye además un suplemento de breves biografías de intelectuales regiomontanos. Este aporte, más allá de ser un regocijo para el espíritu, como afirma el antólogo, es un rescate y a su vez un sencillo pero breve recordatorio de esos tiempos distintos y distantes de versos melodiosos que nunca se extrañan porque afortunadamente se registraron y se conservan.
Sentimientos limpios y sencillos
Figuran en esta antología trece poetas: Felipe Guerra Castro, Simón Guajardo, Arnulfo Blanco, Luis Bolado Chavannes, José María Santos González, Apolinar Núñez de León, Claudio Hinojosa, el propio Luís Barrera Salinas (quien es antólogo en esta muestra, e incluye a cuatro miembros de su grupo Bohemia Regiomontana. Cabe aclarar que esos autores no aparecen en ninguna otra antología nuevoleonesa salvo esta, y la que realizó su propio grupo una década antes). Además, en el sentido de paridad de género se considera a las siguientes poetas: Bertha Ramírez González, Luz María Bolado Zepeda, Hilda Alaide Ginessi, Elia G. Ramírez e Irene Gómez Reina. El número de poemas por autor varía entre los tres y los once poemas.
Tú que mi amor martirizaste un día
Siempre me he declarado un romántico, pero la manera en que se presentaron estas antologías (incluyo la de Bohemia Regiomontana) no dejan de hacerme ruido por su inocencia, que no puedo dejar de leer como inmadurez poética. La herencia de un siglo atrás estaba ya superada por los autores jóvenes y maduros que ya se hacían notar en los círculos literarios, y que incluso despegaban a nivel nacional con algunas voces. La insistencia y “preocupación” para orientar a la ciudad hacia un crecimiento con su espiritual testimonio son genuinas, eso no cabe duda, pero desfasadas en tiempo. Los seres humanos no pueden vivir sin ilusiones, pero las reacciones a través del arte evolucionan, el progreso de la razón en este caso posee el efecto para debilitar, no digo tradiciones, sino viejas usanzas. Es un error muy común en quienes desconocen las capacidades de la escritura poética, y volvemos (otra vez) a la discusión sobre lo profesional y la amateur.
¿A qué me lleva esta discusión? A que urge una antología general de la poesía nuevoleonesa. Hay versiones que ayudarían mucho, como la realizada por Eligio Coronado, o los tres tomos de la Alforja de poetas de Margarito Cuéllar. Revisar y rehacer es un tema al que muchos no le quieren entrar y más con el fallido intento de CONARTE a principios de este año (2019).
Aquel divino instante, aquel trágico instante
No es la idea minimizar ningún esfuerzo antológico del pasado. Al contrario, creo que todos han aportado en su momento visiones que conforman el esqueleto de la poesía de Nuevo León, y que algunos estudiosos usarán para encarrilar la hechura de la antología que muchos están, estamos esperando.
Justo Sierra exclamó al leer «Delirio», el célebre poema de Felipe Guerra Castro, que no conocía otro poema en lengua castellana que diera con tanta propiedad la nota trágica:
Más, oh dicha que en medio de mi crimen surgiera
Al dejar en tus labios
la caricia postrera
vi que al fin se borraba
de tus yertos despojos
la impresión de sus labios
la impresión de sus ojos
y en tus labios ya muertos
y en tus ojos ya fríos
para siempre quedaba
la impresión de los míos
Aquí la tragedia es una. A casi tres décadas de los trabajos antológicos más formales (el de Coronado y el de Cuéllar) no se ha vuelto a revisar y reformar el nuevo canon poético del estado. Como lectores lo sabemos, lo intuimos, y, sobre todo, lo esperamos.