“Nosotros jugamos mucho al futbol. Pero bueno, nada, después la música, después de la música la PlayStation, después de la PlayStation el skate, después del skate la música de vuelta, después de la música de vuelta los videojuegos de vuelta, y después de los videojuegos de vuelta el paragua, y después del paragua todo lo que está pasando ahora”.
Ese breve diálogo al inicio de “SanGucci” bien podría definir a la novísima generación que desde Mendoza toma el indie argentino por asalto. Pìbes que muy apenas superan los 20 años, obsesionados con los videojuegos, el skate y el porro, pero que ya han dejado un puñado de discos inspiradores y emocionado a una generación. El año pasado fue el debut de Luca Bocci, y en 2018 todo indica que será el de Flow de Cuyo de Perras On The Beach.
Con todo, no es el primer álbum de la banda liderada por Simón Poxyrán. En 2016, con Chupalapija (un título que no requiere explicaciones), ya habían conseguido hacerse de culto a través de Internet, expectativa que terminó de estallar con las dos fechas que llenaron el Niceto Club de Buenos Aires el pasado mes de julio. Pero Flow de Cuyo está a la altura de las circunstancias: Rocanrol psicodélico onda Pity Álvarez en bajón (“Tuca”), beats de hip hop y trap (Wos, campeón de La Batalla de los Gallos Argentina rapea en “Municipalidad”), y baladas lisérgicas que no le temen al bossa nova (“Las ideas”, “Futuro”).
“Más esperado que mi título universitario”, comentó un pibe en el video de YouTube recién lanzado el full album. Los Perras On The Beach suenan robustecidos a pesar del estigma generacional que les genera no pocas críticas dentro de la aristocracia del rock nacional. ¿Qué tanto durará el fuelle de la nueva movida mendocina? Las respuestas tendrán que esperar un poco más.
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