Oso polar es la primera película mexicana realizada con teléfonos inteligentes, en este caso un iPhone 5s, y además ganó el premio al Mejor Largometraje Mexicano de Ficción en el XV Festival Internacional de Cine de Morelia, el más importante del país.
Por: Homero Ontiveros
Oso polar es la primera película mexicana realizada con teléfonos inteligentes, en este caso un iPhone 5s, y además ganó el premio al Mejor Largometraje Mexicano de Ficción en el XV Festival Internacional de Cine de Morelia, el más importante del país.
La historia cuenta el reencuentro de tres ex compañeros de primaria quienes en el camino hacia una fiesta de generación, van recordando episodios de su etapa escolar. Es ahí, en el recuento de los años, y de los daños, donde se dan cuenta que en lo profundo nada ha cambiado. El bullying que había nacido en la escuela, revivió en el trayecto hacia el pasado solo para reconocer que hay heridas que nunca cierran.
Oso polar nace de una experiencia personal de su director Marcelo Tobar, quien acudió a una reunión de compañeros de escuela: “Yo fui a una reunión de mi primaria y vi que era una terapia gestáltica tremenda. Te das cuenta que nada cambia como grupo ni como individuo, que sigues siendo el mismo que a los siete años. Basta con que te recuerden un apodo y todo se detona”.
Aunado a la anécdota personal, Tobar tenía ganas de soltarse las amarras como cineasta y sacar a sus personajes a las calles, liberarse de los interiores y explorar la Ciudad de México como nunca la vio explorada en el cine mexicano. Es se da cuenta que filmar la película con un iPhone 5s es la mejor opción.
Lo primero que tuvo que hacer Marcelo fue convencer a la productora de que esta era una idea viable. Después, lo más complicado fue creérsela y luego hacer toda una serie de pruebas para poder sacarle el mejor provecho al teléfono. “El reto es que esta cámara no tiene reglas”, dice el director.
Hacer una película con un teléfono inteligente no es cosa menor, mucho menos si tenemos en cuenta lo que representa más allá de las formas. “Usar el teléfono para hacer una película cambia totalmente el paradigma de la producción, sobre todo en México donde es elitista entrar al gremio del cine por esta supuesta profesionalización de las cosas. El cine mexicano es elitista”.
Para el cineasta son muchos los obstáculos que se le ponen a los posibles directores que terminan aplanando las voces del cine mexicano y entonces algunas propuestas se quedan solo en ideas por no contar con los recursos. Esas otras películas no existen y son el otro punto de la realidad mexicana.
Marcelo Tobar menciona que todos somos cineastas en potencia con nuestros teléfonos, porque además las historias se están contando hoy en día a través de estos aparatos inteligentes. “Las historias del sismo se contaron a través de los teléfonos de las personas. Es la democratización de las cosas”.
Esa democratización tiene que ver con poner al alcance de cualquiera la posibilidad de hacer una película, alejarla del elitismo en el que según Tobar se encuentra el cine mexicano y contar otras historias. “En la clase media, media baja, es donde están las mejores historias, las voces más poderosas, donde la cotidianidad es más rica. Hay un tema constante y es que la gente dice que no se ve representada en el cine mexicano y pues ¡claro que no! No se ve representada porque la media de la gente no son los que están haciendo cine. Solo están siendo re-interpretados por otra clase social pero no representados. Y no digo que eso está mal, lo que digo es que hay que agregar a otro tipo de cineastas para balancear el punto de vista.
Cada cineasta debe seguir su voz personal, sin embargo se vuelve un problema cuando todas las voces vienen desde una posición privilegiada y las temáticas son tratadas desde un mismo lugar: “Cuando todas las voces provienen de una burbuja de privilegio, incluso la curiosidad no es suficiente. Hay temáticas que abordan desde el indigenismo hasta el narco pasando por la clase media pero todas vienen de un punto de vista desde el privilegio y eso no se puede negar. Un estrato social, el de la clase alta, tiene coptado todo el cine latinoamericano”, menciona Marcelo.
Para el director, lo que están haciendo al filmar una película con teléfonos iPhone es encontrar nuevos modelos de producción que abrirá las puertas a todas esas otras voces que no tienen muchos recursos para hacer cine. No es algo que hacen por gusto, el filmar con teléfonos, sino por necesidad. “Lo que estamos planteando con Oso Polar que justamente ahora cualquiera puede hacer una película”.
Esta democratización, en la cual cualquiera tiene la posibilidad de hacer una película, también beneficia a los espectadores y no solo a los creadores porque, como señala el cineasta, “La distribución en línea cambiará las cosas. Ir al cine sí es una batalla perdida, pero la mayoría de los contenidos van a vivir en línea y ahí la tabla es más horizontal, tendremos condiciones más parejas. La gente tendrá más al alcance todo tipo de cine. El problema no es hacer que la gente voltee hacia el cine independiente, el problema es hacérselo llegar”.
La apuesta del director es directamente hacia los contenidos; menciona que él no hace películas para que tengan éxito, sino que estas deben ser exitosas precisamente en sus contenidos. “Las películas tienen que ver con quién las hace y cómo las hacen y me quedo con la emoción de contribuir para abrir la puerta a otros tipo de cine”.
Oso Polar estará proyectándose en la Cineteca Nuevo León hasta el día 30 de noviembre.