Muchas veces no basta con hacer y crear música, hoy en día es necesario, además, buscar cómo difundirla, cómo hacerla llegar a otros para que se acerquen a ella. Este trabajo se complica aún más cuando se trata de algún genero musical que no es tan popular como otros. Por ejemplo, el jazz. Si no existieran un grupo de músicos entusiastas, promotores decididos y un público sensible, este género musical pasaría de noche en muchos lugares de este país.
Óscar González no solo fue un excelente guitarrista de jazz, sino que además fue un promotor y difusor, fiel creyente de este tipo de música. Ya sea tocando con diferentes formaciones, ya sea dirigiendo el Festival de Jazz de Nuevo León, o proponiendo eventos para las distintas instituciones culturales, su vida la dedicó a la música. Si alguien dice que no se puede vivir de ella, y menos del jazz, habría que voltear a ver todo lo que hizo el Zensei González. Óscar fue un músico en su significado más completo. Compuso piezas de jazz, así como también conciertos para guitarra. Tuvo su paso por la música grupera al lado del grupo Conspiración y no era nada extraño verlo tocando también algunas veces algo de rock. Fue músico de sesión en distintas grabaciones, acompañando a otros músicos y artistas, como invitado de alguna orquesta y, sobre todo, al frente de Psicodrama, su banda de jazz.
Pero lo más importante, aparte de su legado musical, fue todo el trabajo “hormiga” que hizo impulsándonos a muchos a hacer música, a lanzarnos al ruedo. Óscar introdujo al mundo del jazz regiomontano y nacional a varios de los músicos que hoy forman parte de esa escena. Enseñó lo que él había aprendido de técnica y ejecución a otros sin ningún problema y siempre se ocupó de invitar a todo aquel que quisiera tocar. Con decirles, querido(a) lector(a), que en una ocasión casi hasta a mi me convence de tocar jazz con él. Afortunadamente mi sentido común me hizo desistir y no darle pie a alguna participación bochornosa. Pero así era Óscar, no tenía prejuicios y tampoco impulsaba ese lamentable vicio del elitismo frecuente en muchos círculos de músicos. Él tocaba con quien lo invitara, e invitaba a quien quería.
Ese espíritu libre fue el que lo animó a lanzarse en uno de sus proyectos más ambiciosos: ir a grabar algunas de sus composiciones de jazz en Nueva York, con músicos norteamericanos y en un ambiente plagado de jazzistas de increíble nivel. A muchos nos dio un gran gusto que Óscar, casi como representación del jazz regiomontano, fuera a dialogar de tú a tú con músicos que tocan diariamente en esa gran urbe, considerada por muchos como la Meca del jazz. De ahí se desprendieron dos increíbles temas: «Chinatown Ducks» y «We Miss You Here». Esta última es la que más hace eco en estos momentos.
Óscar Zensei deja un legado más que musical porque, como mencioné anteriormente, fue el más ferviente difusor del jazz en la ciudad de Monterrey. Buscó la manera de que esta música llegara a todos, y no solo a los músicos. Pero además, deja un gran legado con su amistad, esa que ofreció a todos con la mano abierta, dispuesta al saludo, sin tomar en ningún momento alguna pose superficial aún siendo uno de los mejores músicos de este país. Descansa en paz, Óscar. Gracias por tu música, por tu amistad y brindemos por habernos cruzado en el camino. Acá seguimos escuchando tu música porque apenas han pasado un par de días y We Miss You Here…