No es difícil enlistar los hallazgos de la banda que encabeza Sergio Mendoza, durante años fue miembro del team creativo de Calexico. Vayamos pues a tal tarea. En primer lugar, exaltemos la maduración del mestizaje al que han llegado en su segundo álbum como tal, recurso y estilo que atraviesa un buen momento al existir otras agrupaciones tan potentes como Son Rompe Pera y Sonido Gallo Negro, que también amalgaman un puñado de géneros en sus temas.
Pero lo que me más me interesa señalar y elogiar son las canciones en las que las evidencias latinas están un poco más acotadas en pos de un sonido un tanto más rock. Tras escuchar varias veces el disco, llego a la conclusión de que ahora David Byrne ya tiene a su nuevo grupo favorito. Una canción como “Head Above Water” muestra que Talking Heads siguen siendo un referente en cuanto a música de excelencia y creatividad; un medio tiempo como “Are We Better Now” hubiera lucido en el repertorio de la etapa final de la banda que completaban Chris Franz y Tina Weymouth. ¡Estos cortes son la verdadera sorpresa de Curandero!
Lo que ya se veía venir (siguiendo la trayectoria de la banda) era la concreción de piezas tan bullangueras a partir de la cumbia y otros ritmos adjuntos como lo son “Paleta” –en la que brilla el violín- y el tema titular (con De Pedro en la voz) y que nos recuerda los mejores momentos de Los de Abajo. Mendoza también se dio vuelo con el resto de los invitados –que son muchos-, por ejemplo, ese “Boogaloo Arizona” se enriquece con la presencia de Amparo Sánchez (Amparanoia).
Su viejo amigo Joey Burns de Calexico toca guitarra y bajo en “No Te Esperaba”, en la que canta Chetes. Este es el corte que mejor respalda a Sergio cuando afirma que en su cabeza la Orkesta es: “definitivamente una banda de rock”. Aunque claro que hay plan con maña; suenan esos resabios al rock clásico (él cita a Buddy Holly), pero sin dejar de lado esa exploración del boogaloo (en conjunción con Jonny Cuba) y algo de sabor ranchero –característico de Arizona- (la trompeta mariachi de “Little Space” es maravillosa).
Curandero es una obra generosa -14 canciones y 40 minutos- para conformar un álbum en toda regla –algo que está viniendo a menos-. Es ecléctico en el mejor sentido del adjetivo; apuesta por una diversidad multicultural y rítmica que les es totalmente orgánica. Ellos no deben forzar las cosas, viven todos los días esta fiesta nómada del melting pot.