Jack Kerouac no sólo dedicó noches enteras a desarrollar obras literarias con el tema del béisbol, también inventó una liga propia basada en un montón de dibujos.
Por: Luis Bernal
Hay una famosa frase de Robert S. Weider que dice que los fanáticos del béisbol son drogadictos, y su heroína son las estadísticas. Y es que en el Rey de los Deportes todo va de numeritos: bateo, pitcheo, carreras anotadas, recibidas, bases por bola, robos, sacrificios, intentos y un sin fin de datos que muchas veces parecen complicados. Bueno, varios lo son.
Alguna vez también el jugador Toby Harrah comparó las estadísticas del béisbol con el bikini: “Los dos muestran mucho, pero no todo”, así que para quienes aún piensan que el béisbol es aburrido les recuerdo que, si no se tiene una idea más amplia que comer semillas durante varias horas claro que parecerá tedioso. Por otro lado,el diamante ha inspirado trabajos importantes en el terreno de las letras, ni se diga en el oficio de la crónica deportiva. De hecho es a un escritor, el inglés Henry Chadwick, a quien se le atribuye el primer formato para llevar la anotación de un juego, lo que hoy se conoce como box score, además de la fórmula para determinar el average de bateo de los jugadores a la ofensiva y la efectividad de los lanzadores.
El famoso novelista de la generación beat Jack Kerouac fue aficionado de los Red Sox y se cuenta que desde que pisó Fenwey Park su obsesión por la pelota caliente lo llevó noches enteras a desarrollar no solo obras literarias, pues a temprana edad escribió una nouvelle sobre béisbol llamada Raw Rookie Nerves, sino a inventar una liga propia basada en un montón de dibujos. Ahí tenía juegos completos, porcentajes de bateadores y pitchers; compraba y vendía jugadores entre los equipos del circuito (sí, algo como lo que hoy hacemos desde el Xbox o Playstation), que no está de más decir que tenían nombres de coches: Los Fords de Boston, Los Chevys de New York, etc.
Entre las estrellas de liga fantástica del escritor figuraba el nombre de Pancho Villa, quien estaba registrado como jardinero central. Tan importantes son las estadísticas que el autor también creó el periódico llamado The Daily Ball para comentar en sus páginas sobre las rachas de los peloteros, salarios, contratos y los dramas propios de las franquicias. En ese tiempo se habló poco de todo esto pues se piensa que él mismo consideraba infantil su afición por el Rey de los Deportes.
Kerouac no solo nos enseñó a ver la literatura como si fuese música, a creer en la riqueza léxica y su expresión sin censuras sino que con el desarrollo de aquella Liga Fantástica nos dio la oportunidad a la que el aficionado siempre aspira, que es la de hacer y deshacer un equipo a nuestro gusto, con lo que cada uno quiere para su club. Por los números del novelista es muy seguro que, al menos en mi liga, el Premio Cy Young siempre sea para él.