Hace algunas semanas, un amigo me hablaba sobre cómo el oficio del periodismo musical estaba maltratado y ninguneado por muchos y muchas que se ponían el mote solo porque hablaban o escribían sobre música desde las vísceras y la ignorancia; esto lo hizo previo a abandonar las redes sociales después de lanzar una sentencia abrumadora: escribir de música no te hace periodista musical.
Hace unos días, platicando con otro amigo, músico reconocido, se quejaba de una reseña que le habían hecho a su nuevo disco. La queja no era porque no lo adularan sino porque no decía nada y sí hacía un costoso uso de palabras y adjetivos que no llegaban a ningún lugar ni mostraban alguna pista que ayudara a entender algo sobre el material musical. Por curiosidad fui a leer dicha reseña y sí, en efecto era laberíntica, sin claridad y con tendencia a mostrar un alto nivel de conocimiento musical, lo cual se derrumbaba en cada cita mal usada.
Lo que más me sorprendió es que esta reseña fuera publicada en un medio reconocido sobre música. ¿Cuál es el control de calidad que debe tener un medio musical? Para la mayoría esto ya no existe. Ni para el medio ni para parte de la industria musical. El control de calidad ha sido suplantado por los likes y las “compartidas”. A las empresas organizadoras de conciertos y festivales, no les interesa lo que se escriba o cómo se escriba de sus conciertos; lo que les importa es cuánta publicidad les puedes hacer. Entonces, muchas páginas que se abren haciéndose pasar como “medios musicales”, en realidad se han convertido en páginas de publicidad para conciertos. Donde, por cierto, de periodismo no hay nada.
En la actualidad, muchos de los lugares que realizan eventos de música, muchos promotores o compañías promotoras, para poderte dar una acreditación del evento, te exigen, así es, exigen que compartas la publicidad del evento cada cierto tiempo en tus plataformas y que además les muestres el testigo de que le hiciste. Eso solo para ser acreditado a un evento. No les importa qué cobertura harás del evento, ni cómo lo harás. No les importa si sabes escribir o si solo copiaste su comunicado. A ellos lo que les importa es que compartas su publicidad.
«A muchos organizadores no les importa qué cobertura harás del evento, ni cómo lo harás. No les importa si sabes escribir o si solo copiaste su comunicado. A ellos lo que les importa es que compartas su publicidad»
El problema es que muchos medios han aceptado estas dinámicas, y no solo eso, sino que las adoptan con gusto y se vuelven parte del problema. No se necesita ser un genio para entender que la función de un medio musical no es hacer exclusivamente la publicidad del evento, y menos por una acreditación. El medio está para hablar del evento y lo ocurrido en ello de manera objetiva. Además, muchos piensan que una acreditación es sinónimo de alabar al artista, concierto o festival, y lo peor es que no solo algunos miembros de esas páginas, sino que los organizadores creen firmemente eso, que si te dan una acreditación debes hablar bien de ellos. Esto sucede porque esos mismos medios lo han permitido y han entrado al juego.
¿Dónde queda entonces el periodismo musical? Marginado incluso por quienes creen desempeñarlo. No hay nada de esto porque todo se reduce a una cobertura falsa donde lo importante es decir que se “cubrió” el evento aunque solo hayan ido a tomar fotos, sin escribir una sola palabra.
¿En qué afecta esto? Afecta en que no tenemos un público lector de periodismo musical. Afecta en que a los promotores y organizadores no les interesa el trabajo de un buen periodista musical sino quien les comparta más su publicidad. Afecta porque el periodismo real se margina por unos likes. Afecta porque entonces se piensa que hablar de música o un festival es hacer periodismo musical. Y afecta porque nada de eso es periodismo, solo páginas de publicidad musical.