El lanzamiento del concierto Distant Sky, del compositor australiano Nick Cave, en cines de todo el mundo es, en sí mismo, todo un acontecimiento, tanto por razones de contenido como por factores de velocidad de la tecnología.
Por: Gabriel Contreras
El lanzamiento del concierto Distant Sky, del compositor australiano Nick Cave, en cines de todo el mundo es, en sí mismo, todo un acontecimiento, tanto por razones de contenido como por factores de velocidad de la tecnología.
Dos salas de Cinépolis en Monterrey dieron espacio a esta transmisión -por streaming-, y nos permitieron disfrutar en pantalla grande -con todo detalle- lo esencial de esta presentación magna, ocurrida en Copenhagen, Dinamarca. Apunto ahora algunas impresiones, en forma meramente intuitiva y leve.
El protagonista y sus rolas
Nick Cave es el autor de una obra sumamente compleja y, en muchos sentidos, críptica. Su labor se halla emparentada, eso es obvio, a músicos como Brian Eno, Bob Dylan, Lou Reed, John Cale, Mike Olfield y David Byrne. Muchos de sus trabajos no son melódicos ni fácilmente cantables, ya que se hallan dominados por un factor lírico, pasional o instintivo. Algunas de sus piezas parecieran estar diseñadas para ser puestas en escena y no para ser limitadas al terreno de la sonoridad, mientras que otras son casi puramente monótonas o percutivas, obteniendo de esas propuestas un efecto desolador.
El grupo y la dotación
The Bad Seeds es un grupo extraño, definido por una dotación difícilmente comparable a otros combos en la historia del rock o el jazz. Además de contar con los elementos de ritmo y armonía típicos de un grupo de jazz (bajo, guitarra, piano), el grupo cuenta con instrumentos que llaman la atención por su aparente candidez y revelan una clara malicia escénica. Esto es, el grupo cuenta con un melotrón, un instrumento interesante y valioso, antecesor de los sintetizadores y proveniente de los años setentas (Los Beatles y varios grupos del rock progresivo usaron melotrón), además de un xilófono y unas campanas tubulares. Junto a ello, el grupo trabajó con midis cargados de efectos de ruido, como truenos, sonidos de tormenta y de ventarrones, pero utilizados no como efectos añadidos, sino como si fueran parte de las piezas.
El público y la interacción
El público es parte esencial de la tradición del rock y la música contemporánea en vivo. Y uno de los factores que suelen ser fundamentales en la presentación de grupos de rock en vivo es la seguridad de los artistas. Para ello, y ya desde los días de apogeo de los Rolling Stones, se acostumbra contar con varias líneas de vigilantes, o incluso policías, dedicados íntegramente a asegurar que nadie toque a los artistas. Pero en este caso, Cave rompió la regla y, además de permitirse moverse entre el público, invitó a que el público subiea al escenario y cantó sus últimos números en contacto directo con el público, generando el hecho –inusitado en el mundo del rock- de convertir al público en protagonista.
Así, Distant Sky ha significado un gran experimento, al mismo tiempo lúgubre y feliz, extraño y fascinante, raro y hermoso.