Amar la belleza sin fórmulas prefabricadas
Dos años después del primero, en 1991 se publica el segundo tomo de la trilogía Monterrey alforja de poetas. Ahora con un prólogo de José Roberto Mendirichaga se anuncia que esta vez se incluirán a treinta y siete autores. Cuéllar, experimentado estudioso de la poesía nuevoleonesa, contextualiza históricamente los sucesos más importantes del estado. Aunque ya se había incluido a Alfonso Reyes en el primer tomo, en este se vislumbra con la aportación de los autores incluidos la inserción de la poesía nuevoleonesa en la tradición poética de México. También hace un agregado incluyendo a María Valdez poeta que correspondía al tomo 1.
Una ventaja para este tomo es que la mayoría de los autores están vivos y conforman prácticamente la generación anterior a la del antólogo. Comparando este hecho con el tomo anterior permite un fácil acceso a la obra de dichos autores, enriqueciendo ampliamente este libro. Margarito, no encuentra empatías entre los poetas antologados (¿tendría que encontrarlas?) y decide destacar algunas formando bloques: por ejemplo hermana a Pedro Garfias con los autores de los grupos Katharsis y Apolodionis, o ubicando autores con su cercanía a las instituciones universitarias: el ITESM o la UANL. En palabras del propio Cuéllar, los autores no tienen la obligación de complacernos y el antólogo termina entendiendo que su trabajo propone las condiciones para que la literatura se debata a si misma. Los tiempos de los autores antologados tenían otras complicaciones, más primitivas si lo queremos entender en perspectiva histórica. El camino poético se estaba formando y con el paso de los años podemos entender las búsquedas de Alforja. El camino se estaba trazando y recorriendo al mismo tiempo, la solemne aridez -llamémosle poesía- empieza a cubrir todo.
Nada irrumpe su quietud de desierto nocturno;
Mientras moja su cuerpo eterno e impalpable,
van cayendo a sus manos
árboles de vacío
La solemne aridez todo lo cubre y lo rodea
Sobre sus brazos mueren las campanas, las voces
Los racimos de luz y la lámpara encendida de las oraciones.
(Hugo Padilla, «Soledad», fragmento pág. 190)
Encuentros y evidencias del espíritu
De los treinta y siete autores contenidos en el tomo 2, diez son mujeres. La lista la conforman: Pedro Garfias, Juanita Soriano José Emilio Amores, Alfonso Rubio y Rubio, Teresa Aveleyra, Esther M Allison, Jorge Eugenio Ortiz, Roberto Barragán, Juan Garcia Gómez, Ramiro Garza, Carmen Alardín, Altair Tejeda de Tamez, Andrés Huerta, Horacio Salazar Ortiz; Gabriel Zaid, Raymundo Ramos, Isabel Fraire, Hugo Padilla, Arturo Cantú, Homero Garza, Ario Garza Mercado, Salomón González Almazán, José María Lugo, Ernesto Rangel Domene, Luis Barrera Salinas, Luis Horacio Durán, Jorge Cantú de la Garza, Miguel Covarrubias, Gloria Collado, Homero Galarza, Juan Leyva Sánchez, Julieta Renee, Sonya Garza Rapport, Abraham Nuncio, Santos Garza Flores y Alfonso Reyes Martínez. Todos autores nacidos entre 1901 y 1943. En el contexto de la poesía mexicana Cuellar anota que la obra de estos poetas se realizó entre el modernismo y la poesía de vanguardia.
Quiero crecer en tu carne como el vino se alza en la copa hasta llenarla
Quiero agotarme en la música hasta vaciarla en el desesperado amanecer
Amo tus pies tu alondra tu gemido las dos alas torcidas de tus ojos murientes…
(José Maria Lugo, «Canto de amor», fragmento, pág.240)
Junta de sombras
Decidido a poner en estado de accesibilidad la poesía de Nuevo León, Margarito Cuéllar entrega el tomo 2 de esta trilogía. La historia de la literatura del estado se lo agradece. Su trabajo de tratar de conectar al lector y al poeta empezó antes y ha continuado hasta ahora: obra propia, ciclos de lecturas, antologías regionales y nacionales, han hecho de Margarito uno de los rescatadores más empeñosos. Su trabajo ha logrado darle visibilidad a lo que se escribe desde este árido reino. Los autores y los lectores le estamos agradecidos.