Eme MalaFe, representa la música de los bajos fondos en Chilangolandía. Él, como el clásico gritón que pasa vendiendo un periódico un día después de algún asesinato, alguna aprensión, etcétera., hace de portavoz y plasma una realidad pocas veces contada, muchas veces ignorada. La ley del barrio es no ver y no decir nada. Pero el también llamado “Oro Negro”, desde su disco El mala, lanzado en 2017, haciendo rap, reggaetón, trap y merengue habla de su entorno y de los suyos. Léxico aprendido en la calle, motos y carros, ropa de marca, micheladas y rumba con Héctor Lavoe, vicios, crimen, lujos, lealtad y más cosas son el alimento de este artista que le da un estilo interesante y único a la música urbana hecha en México, el Black Team y Candela Music.
Charlé con él para saber sobre sus inicios, cómo creció en la zona centro de la Ciudad de México, su improvisación en un concierto de la Mala Rodriguez que lo motivó, la verdadera música que se escucha en los entornos más chacales, su escritura que toma tintes de crónica marginal, su propuesta y finalidad, entre otras cosas.
Tus canciones reflejan la cotidianidad de los barrios populares de la Ciudad de México. ¿En qué lugar creciste y cómo fue tu infancia?
Eme MalaFe: Siempre he vivido en la zona centro. En todos los barrios de por aquí es donde crecí. Mi infancia estuvo chingona. Fui un chamaco desmadroso, pero de familia. Iba en la primaría Estado de Tlaxcala. Está en la esquina de la Viga y el Eje 3 Chabacano. Ahí va la lacra de la lacra: todos los chamaquitos de las colonias más cábulas. Jugaba en la calle. Estuve en varios equipos de futbol del Deportivo Lázaro Cárdenas, ubicado entre avenida del Taller y Congreso de la Unión. En la secundaria comencé a conocer más banda y me hice más desmadroso.
¿En la secundaría te acercaste al rap?
Mentiría en decir que crecí escuchando rap. En la zona que me muevo se escucha cumbia, salsa, banda… Mis recuerdos musicales que tengo son de la feria del barrio de San Pancho. Cierran las calles, hay sonideros y se hace un desmadre. Mis papás escuchaban José José, Juan Gabriel, Rolling Stones… La neta, no me llamaba la atención el rap. Me gustaba la salsa, la cumbia, el merengue. Más bien, a esa edad dibujaba y pintaba. Lo hacía a escondidas: me daba pena mostrarme así con mis amigos. Pero es un pedo de barrio: te da pena hacer cosas que no son comunes ahí. Lo mismo me pasó con la música. En mis tiempos, donde crecí, nadie oía rap; ahorita sí. Por lo mismo me preguntaba: “¿Cómo chingados voy a andar rapeanado?”. Ya cuando comenzó a gustarme esa música y el reggaetón lo vi distinto.
Muchos me dicen que soy doble moral porque canto sobre cosas pesadas, y a la vez quiero que los chavos se salven. Sin embargo, siempre hay que hacer ruido para después hacer una revolución.
Imagino que mucho tuvo que ver el concierto de la Mala Rodriguez, donde te subiste al escenario a improvisar para que vieras algo en el rap, en la facilidad que tenías. ¿Cómo sucedió eso?
Ocurrió en el Centro, por Metro Allende. Estaba en la prepa. Tenía como 17 años y me emocioné un chingo por subirme al escenario. La Mala Rodriguez dijo: “¿Quién se quiere subir? Me dijeron que aquí en México improvisaban chingón”. Yo ni siquiera sabía improvisar chido, no era lo mío. Pero me latía la Mala por su música, y también porque es un mujerón; es guapísima. Me valió verga y me subí. Hice mi desmadre y fue una gran experiencia.
Encontraste una forma para expresarte, para comenzar tu carrera musical.
Algo así. Cuando empecé a profesionalizarme, entendí que había gente oyendo mis canciones, y supe que tenía una responsabilidad: los que te escuchan se dan cuenta quién eres, qué haces. Muchos de ellos son adolescentes que están viendo ejemplos a seguir. Desde que vi eso me enfoqué en hacer las cosas bien. Mis canciones son callejeras, pero mi lucha es que los chamaquitos sepan salir adelante. Mi sueño es hacerle creer a las nuevas generaciones que hay mil formas para alejarse de lo malo. Por lo mismo, Eme MalaFe ha ido transformándose. Muchos me dicen que soy doble moral porque canto sobre cosas pesadas, y a la vez quiero que los chavos se salven. Sin embargo, siempre hay que hacer ruido para después hacer una revolución.
En tu música, aparte de tener rap, hay reggaetón, meregue, trap. ¿Por qué incursionar en estos géneros?
Algún día quiero decir que los géneros urbanos en México están muy cabrones. Una de mis metas es hacer de todo. Es lo que te mencionaba: es mentira que en las calles sólo se escucha rap. En la calle hay merengue, trap, reggaetón… También al barrio le mama la cumbia, la salsa; porque con esa música creces. Incluso tengo rolas de reggae, y voy a sacar un corrido tumbado. Hacer de todo es lo que me hace aferrarme a la música.
Es mentira que en las calles sólo se escucha rap. En la calle hay merengue, trap, reggaetón… También al barrio le mama la cumbia, la salsa; porque con esa música creces.
Antes de comenzar a rimar y cantar ya componías corridos.
Así es, yo sólo quería escribir. Me acuerdo que leía sobre Wise the Gold Pen, un güey que le compone canciones a artistas puertorriqueños. Yo decía: ¡Qué chingón vivir de sólo escribir! Ese era mi propósito, pero cuando empecé a hacerlo nadie iba a comprarme mis canciones; no conocía la industria musical. Quería ser compositor de cualquier cosa que me pusieran enfrente. Ese sigue siendo mi sueño.
Entonces incursionarás en los corridos tumbados, que es el género urbano mexicano.
Sí. Algún día los mexicanos vamos hacer de los primeros que lograrán mezclar tantos géneros musicales. Y, no sólo que lo hicieron, sino que la gente en otros lugares los adoptará. Escribiendo corridos tengo más de dos años. Me daba miedo lanzar una canción así, pero ahorita están en su apogeo. El mercado ya está muy abierto con la música urbana.
Mencionabas que dicen eres doble moral. Teniendo el poder de la palabra, creo que justo te encuentras en un punto medio entre lo bueno y lo malo. Desde ahí hablas del día a día en las calles.
Siempre lo voy a decir: es un orgullo haber nacido en un barrio popular. Cuando se habla de esos lugares, se te viene a la mente los sonideros, las micheladas, los chamacos pateando un balón, los rucos echándose unas chelas, la banda jugando poleana… Sin embargo, está la otra parte, el lado complicado que existe ahí: que mataron al primo que era la rata, que balacearon al vecino que era tal. Todo eso es triste. También es bien raro ver al chido de la zona que de repente trae un carro o una moto bien verga, un buen pollo; pero dos-tres años después chingó a su madre porque llegó alguien más chido, se metió en un pedo y lo matan, lo balacean. Es una dualidad muy rara que se debe relatar.
¿Qué hacías antes de convertirte en Eme MalaFe?
Como a los 15, tuve mi etapa loca. No me gusta hablar de eso, pero anduve de cábula. Vivía las dos caras de la moneda: en la mañana en la escuela y en la tarde de desmadroso. Mi jefe me dejaba llegar tarde a la casa, siempre y cuando sacara buenas calificaciones. Eso lo tengo bien grabado en la mente. Hasta me comparaba con los mataditos del salón y me preguntaba: “¿Apoco esos güeyes van a ser mejores que yo?”. Se convertía en mi motivación.
Has comentado que tu familia es el Black Team. Tienes una canción llamada “Bang bang” que representa tu estilo y la música urbana mexicana.
El Black Team es mi pandilla y representa totalmente a la calle. Nadie de ellos está involucrado en la música. Nos conocimos por las motos. Están puestos para todo. Siempre me apoyan en los eventos y para grabar los videos.
Es un orgullo haber nacido en un barrio popular. Cuando se habla de esos lugares, se te viene a la mente los sonideros, las micheladas, los chamacos pateando un balón, los rucos echándose unas chelas, la banda jugando poleana.
También estás relacionado con Candela Music.
Candela Music es mi equipo musical. Con ellos he aprendido mucho. Siempre voy a agradecerles que han visto por mí. Cuando llegué ahí yo no estaba tan metido en la música. Abrieron mi espectro de creatividad. Lo primero que hicimos fue un perreo llamado “Triple P”.
Tus letras son crónicas marginales de la Ciudad de México. En “Para correr nacimos” te adentras en el estilo de vida de los arrancones. En “Dónde estés” hablas de un chavito de 15 años que es asesinado por andar en malos pasos, pero al final de la canción dices: “Que tu muerte no sea otra más en el barrio, que sirva para todos esos chamacos y que compongan el camino. La vida no deja otra cosa más que la muerte o la cárcel”. Tú música es cruda, pero tiene un mensaje. En el video de “Criminal” expresas: “La música es el reflejo de la realidad. Mi música sólo es un capítulo más del día a día que vive mi gente, que se vive en las calles”.
Hay algo que oí, no recuerdo si eran palabras de Kendo Kaponi: “Tú vas a poder escribir diez discos de calle, pero nunca vas a lograr plasmar lo de alguien que sí vivió la calle”. Por más que yo quisiera tratar de escribir más relajado, no me saldría. Sin oírme pretencioso, escribiendo con el corazón, las letras le llegan a la gente. Mis canciones más pegadas que ahorita tengo son las que he escrito bien pinche rápido, plasmando lo que escucho en mi mente y lo que veo con mis ojos.
¿Tienes algún método para escribir?
Me gusta leer sobre política, pero no es el momento para mezclarlo con mi música. También me gustan las novelas, la psicología y filosofía. Creo que para componer es necesario retroalimentarte. Por ejemplo, cuando me pongo a escribir, es cuando menos leo; ya estuve haciéndolo mucho tiempo. Descanso el cerebro un par de semanas y, después, a escribir como loco. Así trabaja mi cerebro.
La canción “Mi barrio” lleva el ritmo del merengue, también conocido como mambo violento. Omega el Fuerte, es uno de los artistas más populares en República Dominicana o Puerto Rico. En México creo que no se escucha mucho, sólo en lugares muy del barrio. ¿Por qué crees que música de ese tipo se relacionen a los ambientes marginales?
Principalmente porque al barrio le gusta la fiesta y la rumba. Ya lo has dicho, Omega el Fuerte hizo que pegara el merengue, el mambo violento. De hecho, en estos días iba a lanzar otra canción del mismo estilo, pero primero sacaré el corrido tumbado. Sin embargo, vas a ver que el mambo violento no tardará en explotar. Estaba viendo que en Chile está con todo. Acá en el país, seguramente saldrán más artistas. Hay que atreverse a hacer lo que nadie hace.
Cuando empecé, sabía que aquí en México varios cantantes pegaban haciendo reggaetón. Lo que me molestaba es que hicieran acentos de otros lados. Nosotros somos mexicanos. Debemos cantar y hablar como normalmente lo hacemos.
Otras particularidades que tiene tu música es cómo usas el habla chilango, dándole un toque único a ritmos urbanos que son del extranjero.
Cuando empecé, sabía que aquí en México varios cantantes pegaban haciendo reggaetón. Lo que me molestaba es que hicieran acentos de otros lados. Nosotros somos mexicanos. Debemos cantar y hablar como normalmente lo hacemos. La gente quiere escuchar su léxico: eso le ha dado una identidad a la música urbana que hacemos acá. Así he logrado que me escuchen en Colombia y España. Quiero buscar que me identifiquen.
Por último, tomando en cuenta que quieres dejar un mensaje para las nuevas generaciones. ¿Qué planes tienes para lograr eso?
Ojalá algún día con todo esto pueda ayudar a mi gente, poniendo una organización o algo así. Mi finalidad es que las nuevas generaciones digan: “Yo puedo hacer eso también”. Cuando eres niño y creces en una zona popular, es traumante ver que la única persona con carro chingón es el maloso. Es horrible crecer con esa idea. Hubo una temporada en los barrios que todos los morritos querían ser sicarios, narcos; no está chido. Hay que proyectar otras cosas, y con mi música espero lograrlo.