maría de alva
COLUMNAS   

Árido Reino


Un río que mezcla el agua y el llanto tumultoso, y unos ojos desperdigados como de piedra laja del cerro de las mitras

El coraje narrativo de María de Alva nos contagia de emociones, ubica a las víctimas en nuestra conciencia y despliega en Lo que guarda el río tres caminos y tres personajes.

OPINIÓN

Finita y filosa

El coraje narrativo de María de Alva nos contagia de emociones, ubica a las víctimas en nuestra conciencia y despliega en Lo que guarda el río tres caminos, tres personajes: un joven adicto, una reportera de un diario local y un albañil. Tres clases sociales que son al fin de cuentas un solo Monterrey. Los caminos de agua se cruzan y lavan y descubren culpas, el río fluye como las palabras y con su cauce ejerce el destino. Hay un puntito que viene hacia el lector (como la bala que vio acercarse Isabel y que después se convierte en un estruendo, esa es una buena definición para esta novela), además María, con una narrativa como de lluvia del invierno regiomontano, finita y filosa, arrastra al lector hacia esa normalidad extraña que sentían los habitantes de Monterrey hace algunos años aciagos. Por cierto, esa palabra, «Monterrey», aparece 66 veces en la novela, para confirmarnos quien es la protagonista real de la historia.

Los hexágonos del Río 70

Esta novela fue parte de la «Primavera Regia», un movimiento acuñado así por el periodista Daniel de la Fuente, o si se le quiere ver también como una especie de campaña publicitaria de la Editorial Planeta en 2016 cuando coincidieron cuatro autores regiomontanos con publicaciones sobre Monterrey en esa prestigiosa editorial. Por ahí escribí algunas coincidencias entre las cuatro obras, solo señalo dos: la violencia y el espacio geográfico. Ese hecho la coloca incluso como una novela histórica, y además de su historia, valga la redundancia, por la historia que marcó su aparición. No me sorprende que María apareciera y que despuntara como una de las principales voces literarias femeninas regias. Sus dos anteriores obras: A través de la ventana (Planeta, 2005) y Antes del olvido (Conarte, 2011), lo anunciaban. Lo que guarda el río dibuja por ahí en una escena los hexágonos del Cinema Río 70 pero también dibuja los lados de una ciudad que padecía el miedo y que al mismo se reinventaba para soportarlo.

Desazolve

Una historia limpia, bien secuenciada, sin estorbos, bien administrada en sus secuencias que van tejiendo y exhibiendo a una ciudad (desde las primeras páginas imaginé cinematográficamente esta historia, su claridad lo permite) y que felizmente coloca a Monterrey como una ciudad-texto. María lo dijo en una de las presentaciones a las que asistí, donde alguien puso en duda a Monterrey como parte geográfica. Ojo, aun siendo reales algunos de los hechos narrados, sucedidos aquí mismo. Yo desde mi asiento pensaba: seguro es un regiomontano de esos que reniegan de su ciudad. María, tranquila, explicaba cómo la personalidad urbana de la Sultana del Norte se merece sus historias, y su memoria debe de inspirar a más autores a entablar un diálogo con ella y desde ella y que literariamente da para eso y más. En la literatura y la narrativa, en este caso como medio de comprensión, hay agilidad que enriquece y hace brillar al texto.

Semana Santa (mención aparte)

La descripción de una ciudad (interior y exterior) bien puede ser representada por sus iglesias. Escalonadamente, en la novela aparecen siete relatos (una especie de visita a los Siete Templos) donde  De Alva se luce, estructura perfectamente las imágenes y crea lazos de unión hurgando en el espesor semántico de las palabras; intertextualidad que nos lleva como lectores a intuir “un acto de fe”. Las letanías que se escuchan en estos relatos somos los mismos lectores que creemos fervientemente en la luz que nos da María, la luz de nuestras historias propias, reflejadas desde la realidad y desde la ficción por las que nos conduce esta novela. En lo personal creo que incluso se puede publicar como un pequeñito libro o manual independiente, con el poder de una guía turística de nuestro interior regiomontano.

Quiero pensar que esta novela es la descripción de un solo gesto, ese que hacemos cuando superamos al miedo y vibramos de energía inmediatamente después. De Alva nos cuenta cómo tres personajes que son uno solo pudieron desinhibirse comprendiendo las impresiones dejadas por los hechos. Es decir, no es lo que sucedió sino una identidad que nos conforma en el presente, algo que hoy y ahora rige e influye nuestras acciones y nuestras elecciones. Yo elijo ser lector de María y me permito señalarla como alguien que aporta mucho y enriquece  nuestra memoria mezclando lo imaginario y otra cosa que también conocemos como vida real. Después de todo una de las funciones más profundas y necesarias de la literatura (del arte en general) es reencontrarnos en nuestra propia historia.

Adenda

Tengo un especial interés por la literatura regiomontana, admiro y quiero a muchos escritores de este árido reino, pero también hay otra especie a la que admiro más, esos son los lectores de literatura regiomontana, entre los que destacan: Sergio Cordero, Margarito Cuellar, Eligio Coronado, Arnulfo Vigil, Juan Carlos López, Humberto Salazar, Carlos Rutilo, Eduardo Zambrano, Gabriel Contreras, Miguel Covarrubias, Ernesto Castillo y Genaro Saúl Reyes. Me he propuesto ser como ellos, pero para serlo había que ser obsesivo y llevar a cabo este ejercicio inicial llamado Árido Reino. Con esta reseña se cumple un año de esta columna semanal. El propósito inicial era leer y releer durante un año libros y autores del estado, se logró, y vamos por la segunda temporada.

Quiero destacar que en las 52 entregas hay curiosidades dignas de destacar: 5 antologías de poesía de Nuevo León, 1 diccionario, 1 libro de arquitectura, 1 de jardinería, 3 investigaciones literarias, 3 libros de entrevistas, 1 con un guión cinematográfico, 19 libros de poesía, 7 novelas, 2 libros de historia. Además, del total de libros 9 fueron escritos por mujeres y 5 tienen en su portada una imagen del Cerro de la Silla.

Siempre son bienvenidas las sugerencias y en este caso también las reclamaciones. Si es que usted que está leyendo es autor regiomontano y no ha sido parte de este proceso de lectura que busca rescatar y poner a la vista de todos algunos de  los libros regiomontanos más destacados de todos los tiempos, por supuesto que el reclamo debe de ir acompañado con un ejemplar del libro desatendido. Esto para remediar de una vez por todas mi descuido involuntario,  después de todo a un lector siempre le falta leer algo.


María de Alva
Lo que guarda el río
Planeta, 2016