“No hay nada más hermoso que la nada”
Le doy varias vueltas al inició de este texto -quizá más que al propio disco- y tras valorar varias opciones caigo en lo mismo: Aniquilación es una putada… Aniquilación es una pasada. Y luego me pregunto si es pertinente retomar esa jerga tan de traducción de Anagrama. Entonces pienso en la prosa libérrima del escritor transfronterizo Rafa Saavedra, y me invaden los recuerdos de textos llenos de gozo y pasión que aglutinaban el lenguaje popular mexicano, español y gabacho.
En el afterpop la vivencia de la cultura es global y se puede acudir a lo que haga falta, siempre y cuando brinde la precisión deseable. Porque también podríamos decir que el sexto álbum de los españoles es una vez más una absoluta chingonería. No se puede hacer menos esa capacidad superlativa para componer canciones a través de la ironía y el sarcasmo que no dejan títere con cabeza y que incluso asestan alguna hostia al propio autor -¡eso es valentía!-.
La experiencia acumulada en torno a un rock guitarrero que amalgama una energía frenética con destellos pop les permite hacer instrumentalmente lo que les de la gana. Y aquí la premisa fue que podían seguir adelante sin el apoyo de El Guincho, quien tiene una agenda saturadísima con Rosalía y no podía encargarse de labores de producción.
Los Punsetes ya son viejos perros del menudo y saben para donde van los tiros. Ellos “aniquilan” a su generación, pero también a los que vienen después (y alguno que otro adulto mayor); sus bombazos letrísticos arrasan parejo, como en la inmejorable “Una persona sospechosa”: “Dime que no has dicho nunca estando borracho que tú controlas… Dime que nunca has copiado. Que nunca has engañado a tu pareja… Dime que no has visto nunca una peli porno y que no te tocas… No eres de fiar, si no haces algo mal”.
Y es que si uno mira una fotografía del grupo o les ve en directo, Ariadna Paniagua es la única que sobresale en su estilismo, el resto de la banda encaja en eso que han llamado normcore, son tipos muy comunes y corrientes en camiseta y jeans (y ya entrados en la perdida de cabello). Pero detrás de esa aparente “normalidad” existe una muy inteligente y ácida manera de entender al mundo y convertirlo en canciones de un finísimo humor muy hijodeputa; Ellos saben como hacer de piezas como “Idiota” todo un manifiesto: “Con lo tonta que es la gente/ Y la de gente que hay que va de guay/ Estadísticamente, lo más prudente es aceptar/ Que a lo mejor soy idiota”.
Es muy de la banda componer algo que se llame “Ella nunca me aceptó en Facebook» (considerada una red social para adultos), pero ahora nos sorprenden con una propuesta como “Miguel de Molinos”, que está basada en un pensador místico y teólogo del siglo XVII y del que retoman uno de sus lemas: “No hay nada más hermoso que la nada”. Es el momento preciso para insertar un poco del noise que tanto les atrae.
Aunque no les acompañe El Guincho, son ya una banda veterana que sabe lo que quiere y puede conducir su propia producción, pero eso sí, a partir de buenas decisiones: en la consola de grabación se colocó Paco Loco, un personaje de leyenda para el rock español; mientras que la mezcla corrió a cargo de Sergio Pérez (miembro del dueto Svper). Ambos colegas aportaron calidad y experiencia, por lo que el disco garantizaba potencia y solidez. De hecho, Paco fue quien sugirió incluso el título del disco.
En estas 12 canciones, Los Punsetes siguen siendo Los Punsetes, sin que eso afecte la exigencia de originalidad. A lo largo de su carrera no han entregado un mal disco y esta no es la excepción; musicalmente hay ciertos pasajes novedosos para seducir a los más exigentes, al tiempo que esa forma para hacer escarnio de su tiempo y su momento se mantiene impoluta y gamberra a partes iguales, tal como sucede en “Vas hablando mal de mí”, encaminada a las relaciones de pareja que se han fracturado: “Sé que lo que quieres/ Es que vuelva a hacerte caso/ Y sé que lo que te duele/ Es que ya sabes que paso”.
La particularidad del grupo es su capacidad para conectar directamente con cierto tipo de oyente; disco a disco no puedo sino pensar que han escrito para mí o que son canciones que hubiera deseado concebir. Son totalmente ciertas, honestas, cabronas y confesionales. Y si tiene que ver con un asunto generacional, pues que quede plasmado por escrito.
Aniquilación (Mushroom Pillow, 2019) confirma porque son una influencia clave para otros muchos grupos que surgieron después de ellos; gozan de un esplendente estatus de culto y dan muestras de que se sienten cómodos ahí. No van a conceder un ápice con tal de congraciarse con el mainstream –una y otra vez lo mandan a tirar por culo-.
En Los Punsetes confluyen guitarras bien afiladas, sintes nuevaoleros y un trabajo de letras que sólo muy pocos pueden presumir; son gente que sabe observar su entorno y reflejar sus odios y frustraciones con un enorme sentido del humor. En este momento puede incluso aludir al ocultista Aleister Crowley en “La gran bestia” y luego pasar a plantearse esos momentos tan adultos al ponerse delante de uno mismo: “Cuando me miro al espejo, ya no veo mi reflejo/ debe ser que no soy yo”.
Los madrileños siguen igual de pendencieros, pero han vivido mucho; desde hace mucho son unos verdaderos cabrones.
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