Local Honey es el disco para el que Brian Fallon parece habernos estado preparando desde que grabó su primer álbum con The Gaslight Anthem, allá en 2007, sumido en las coladeras de New Jersey.
Publicado a finales de marzo de la era Pandemia, el nuevo álbum da rienda suelta al folk y al alt. country que, aunque acotado, siempre estuvo presente en cuantas cosas grabó con su banda de punk, pero también en el experimento de sonido arrabalero con Ian Perkins (Horrible Crowes) así como en sus dos discos previos como solista: toda su discografía esta llena de pequeños momentos sombríos cuasi acústicos que permiten respirar entre sendos momentos de aceleración.
Con tan solo 8 canciones, Local Honey se explaya por fin en esos ambientes acogedores, acústicos y minimalistas dignos de un “outlaw indie” que hace un repaso de su propia condición emocional. Le canta a su pueblo, a sus viejos amores y hasta a sus propias adicciones. Todo ello con oscuros arreglos atmosféricos con los que el productor Peter Katis funde la austeridad de Fallon con las atmosferas de sus antiguos trabajos con The National, inspirados, según han declarado, en los fondos con los que Daniel Lanoi vistió a Emmylou Harris en el legendario Wrecking Ball.
Expuesto a un sobre “Springstianismo”, Fallon ha tratado de desmarcarse de esa asociación no por falta de admiración, sino por los riegos de estreches interpretativa de su carrera. Sin embargo Local Honey nuevo disco parece seguir los pasos desnudos y confesionales del Western Stars que el Boss estrenó a mediados de 2019, confirmando que comparte coordenadas con el viejo héroe y que el oscuro periodo Trumpista los sumergió en reflexiones low tempo.
Local Honey es valioso en si mismo, pero si se le mira en la perspectiva completa del trayecto del artista es aun mas relevante en tanto que confirma que estamos ante alguien que no dejará de recorrer las autopistas y abrevar de sus mejores suburbios. Su declaración de principios Wonderful life parece residir en teatros pequeños y pueblos de raíz. Ese primer disco como solista fue grabado en Nashville y da lugar a un heartland rock que marca el inicio de las andanzas adultas. Carreteras sin ánimos de triunfo pero ambiciones de tranquilidad. El segundo, Sleepwalkers fue grabado en New Orleans donde su rockabilly se fundió con el soul y el funk necesarios para permear de espiritualidad el vértigo citadino.
En 2014, Hugo García Michel escribió que Gaslight Anthem era el secreto mejor guardado de la música norteamericana. Seguro que además de acertar entonces nos estaba preparando para el acumulado que Fallon puede presumir hoy. Todo un last american troubador de esos que se cuecen a fuego lento y sin prejuicios exploratorios. A seguirlo.