Mando y organización
Las actitudes y decisiones que le imprimen un determinado carácter a la vida de un personaje tan importante para Nuevo León, como lo fue el General Bernardo Reyes, fueron captadas rigurosamente en esta biografía elaborada por Víctor Niemeyer y publicada originalmente en 1966 por la UANL. Este libro fue publicado nuevamente en coedición con el Senado de la República en 2004 y en una tercera edición igual por la UANL, esta vez con el MUNE en el año 2008, para conmemorar el Centenario de la construcción del Palacio de Gobierno de Nuevo León. Reyes, hombre de mando y organización, fiel a Porfirio Diaz, decidió, en un momento en que estaba engrandecido en el plano nacional, retirarse de la escena política. Pero su vida se vio mezclada con una transición política del país; transición que no aceptó, y que terminó con los trágicos acontecimientos que todos conocemos el 9 de febrero de 1913.
Prosperidad, confianza y estabilidad
Muchos piensan que la alternativa de Reyes en la presidencia hubiera sido la más pacifica. Su actuación por largos años como gobernador del estado, de 1889 a 1909, situó a Nuevo León en la vanguardia de la modernidad, al implantar novedosas reformas sociales y laborales. La exención de impuestos y la consejería hicieron que se situaran en el área de Monterrey grandes industrias e inversiones. Otro de los logros más notables de su administración fueron las reformas que se hicieron para mejorar sustancialmente la educación.
Un dato ahora curioso fue la manera en que tomo medidas (muy enérgicas) para combatir una epidemia de fiebre amarilla procedente de Tampico, que causo 280 muertes. El combate fue a través de la desinfección de la carga que venia en el tren y la revisión de pasajeros y de la desinfección de las estaciones. A partir de ahí se creo un consejo para combatir epidemias que tenía incluso el poder de multar a quien violara las leyes sanitarias. En cuanto a la obra pública la más reconocida y perdurable es el Palacio de Gobierno, que inició su construcción en 1885. Reyes creía que estado merecía un edificio más apropiado y él mismo trazó los planos, hizo los presupuestos y escogió el lugar donde se construiría.
Reelección
En el sistema de Díaz para estabilizar a México los principales agentes del dictador eran los gobernadores que servían como fuentes de información, pero tal era la confianza y la lealtad del general que en alguna ocasión le escribió que estaba listo a entregar el poder a cualquier persona que designara el presidente si este cambiaba de opinión.
Trapecista político reformador social
El asunto es que Reyes nunca perdió poder. Al mismo tiempo de su cargo como Ministro de Guerra siguió ejerciendo control en Nuevo León, como si siguiera siendo gobernador. Ya en plena Revolución, Reyes (exiliado en Europa) nunca disminuyó la lealtad profesada a Díaz, y poco caso hacia a su hijo Rodolfo para que regresara a México. Había una propuesta de gabinete de transición. Madero no veía amenaza en Reyes, y lo consideraba un hombre honesto, que luego de muchos años de servicio su modesta fortuna contrastaba con la de la mayoría de los funcionarios. Pero las cosas ya estaban revueltas, no habría elecciones y Reyes no competiría contra Madero. Sólo quedaba la segunda opción: el cuartelazo.
El fin trágico
La muerte de Bernardo Reyes el 9 de febrero de 1913 constituyó el trágico desenlace de una destacada carrera pública que alcanzó su cumbre cuatro años antes, cuando Reyes se negó a dirigir la oposición que estaba cristalizándose contra el régimen de Porfirio Díaz. Entonces lo llamaron cobarde, luego traidor por rebelarse contra Madero. Antes del balazo en la cabeza, y ante la advertencia de su hijo Rodolfo de que lo matarían, las ultimas palabras que pronunció fueron: “Pero no por la espalda”.
No nos traicionemos en nuestros conocimientos históricos. Leer la biógrafia del general Bernardo Reyes nos harán entender que algunas de sus actividades equivocadas en la Revolución le restan muy poco a su reputación.