Lázaro Cristóbal Comala (Daniel Azdar) es uno de los cantautores mexicanos que han hecho de su geografía personal un norte simbólico y sonoro. Reivindica a Durango a medio camino entre el amor, el odio y la fascinación. De la voz árida y desgarradora del canto cardenche, al folk western (que hizo de Durango su meca visual), su obra conecta ambos mundos a través de la canción, un pretexto para abordar sus desiertos interiores.
Samuel es el disco que marcó su 2019, un exorcismo familiar y personal a través de 10 tracks crudos y descarnados. Cierra su año estrenando en exclusiva con La Zona Sucia su más reciente videoclip, «Estoy poniendo todo de mi parte», featuring con Maya Piña, de la banda Budaya, y otra vez haciendo mancuerna con la productora Sopa de Piedra en la parte visual. Conversamos digitalmente con él a propósito de este lanzamiento.
Hace un tiempo, en una entrevista con Mixar López, dabas un resumen de tu 2018 bastante duro. ¿Cómo ha sido, en comparación, este 2019 que está por cerrar?
Totalmente distinto. En el cliché ese de la calma después de la tormenta. Menos violento, menos medicamentos, menos abusos, menos insomnios y por lo mismo, y lamentablemente, menos canciones. Hoy no podría contestar una entrevista como la de Mixar, con la misma extensión; el año 2019 no daría para escribir tanto. Fue aburrido. Hice una pausa, un respiro. Estoy en tregua con mis órganos y con mi cuerpo. Dejé de escribir y me estoy dedicando a solo ver. La idea es regresar al estudio de Pedro y el Lobo para comenzar a grabar el nuevo disco el otro año, y espero que haya material para poder lograrlo, poder hacer canciones. Si no, no se forzará; si nada sale el otro año entonces el nuevo disco se comenzaría hasta dentro de dos años o tres. El 2019 terminó muy tranquilo y pasivo, así que me dediqué a la mera contemplación.
Cierras el año con el estreno del video de “Estoy poniendo todo de mi parte”, una de las canciones más conmovedoras de tu disco Samuel. Cuéntame un poco de ella. La letra lo dice todo en sí misma, pero en la parte sonora, hay un tratamiento un poco distinto a lo que venías trabajando. ¿Cómo surgió esa idea, el aire cincuentero, el theremin?
La canción la escribí en el baño de mi casa, a eso de las tres de la mañana, con todo y la melodía del theremin. Es conmovedora sí, porque se vivió cada cosa que en ella se dice. Habité la canción. Es un plagio de «Morena», de Negro. Estaba intentando sacar el cóver y de pronto brotó una melodía con todo y letra. Sé que él me perdonará.
Habías contado ya que la colaboración se dio con Maya por esa conexión especial que las da ser duranguenses. ¿Cómo fue trabajar con alguien que viene de otro mundo sonoro completamente distinto como es el electropop?
Días después de que estaba terminada la canción conocí a Budaya por su video «Pupilas» y supe que Maya Piña era también de Durango y que teníamos muchos amigos en común. Tenía letra y melodía, era de madrugada, estaba despierto, borracho y drogado y bailando canciones de Budaya en mi sala a las cuatro de la mañana. Entonces le escribí a Maya con el riesgo de que pensara que era un pendejo más. Me contestó, hablamos, le dije que era también de Durango, le pasé una maqueta de la canción, le gustó la letra y quedamos en grabarla. Ella grabó su voz luego en la ciudad de México, la cerramos pero no le gustó, me buscó al otro día para volver a grabarla, le dije que sí y quedó. No pienso en la diferencia de géneros, pienso en el corazón con que se hacen las cosas, y vi mucho corazón en ella y en Budaya. Además me gustó la idea de ser exiliados; ella en la práctica, yo en la teoría.
Bien decían (y ya lo has desmentido en un tema) que “nadie va a Durango”, pero parece que para Hollywood durante mucho tiempo fue su meca para el cine western. ¿Cómo fue que eligieron esta idea para el videoclip?
No tengo idea. Tengo entendido que Gonzalo Romero, el director del video, tiene familia acá. Simplemente me avisaron un día que vendrían a Durango a pasar un fin de semana a hacer algo con esa canción. Les ofrecí dónde quedarse y vernos en el bar Belmont y fue todo. Lo demás fue trabajo e idea completamente de ellos. Me gusta pensar que la gente empezó a venir a Durango hasta que vio que estaban pasando cosas aquí. Si antes no venía nadie es porque nadie estaba haciendo nada en Durango.
«Me sorprende (…) por qué nadie en 20 años le pudo contestar a Jaime López, por qué nadie está soplándole el polvo a los archivos musicales de Durango con la música tradicional».
Ya habías trabajado antes con la productora Sopa de Piedra en el video de “The Ballad of Bono Corona”, que tocó fibras en muchas personas que vieron en él el retrato perfecto de la depresión. Ahora vuelves a trabajar con ellos en este videoclip, que parece seguir en esa misma idea de la pesada carga de la cual no te puedes deshacer. ¿Piensas que estos dos videoclips dialogan entre sí?
En realidad son tres videos. Pienso en estos proyectos como en una trilogía que empezó con «Mira si no es un buen día para naufragar», luego con «The Ballad of Bono Corona», y ahora con este de «Estoy poniendo todo de mi parte». Mismas personas dirigiendo y colaborando, e incluso la misma actriz Mariela Mexia. Y sobre todo mismas cargas. Me gusta trabajar con ellos (José, Mariela y Gonzalo) porque tienen ideas claras de lo que quieren hacer, y son tan claras que mi trabajo solo se resume a leer lo que quieren hacer y a prestarles mis canciones. Trabajar con ellos es sinónimo de que harán algo fuerte, violento y con tremenda profundidad.
Volviendo al tema western, hace unas semanas grabaste unos videos para conmemorar tu primer disco, algunos de ellos en el hotel donde se hospedó Dylan durante la filmación de Pat Garrett y Billy The Kid. Conozco la historia, pero quizá podrías contarla tú y decir que de “mística” o de “inspiración” tiene ese vínculo de Durango, Dylan y el western con tu obra.
A Durango se le ignora como canal místico entre la música tradicional norteamericana y el cardenche, ese es un hecho. Los que están haciendo algo bajo esa primicia no voltean a ver a acá, y los que son de acá no les interesa esa temática o palabra. Yo encontré la oportunidad de aprovechar el área geográfica de Kris Kristofferson, Bob Dylan o Los Cardencheros de Sapioriz y la aproveché; más bien me sorprende por qué nadie más lo ha hecho, por qué nadie en 20 años le pudo contestar a Jaime López, por qué nadie está soplándole el polvo a los archivos musicales de Durango con la música tradicional. Esta es una zona brutalmente enriquecida por ese espíritu de canción/peón. Un espíritu muy olvidado. Hay tanto de qué escribir aquí, tanto que ver, tanto que cantar, tanto de qué valerse y explotar su historia con la canción.
«El mejor disco del 2019, para mí, es ‘Soy piedra’, de Belafonte Sensacional. Negro también está sacando sencillos preciosos. Llevo fácil más de 3 años esperando a que saque un disco completo».
¿Qué fue de la idea de hacer un videoclip de “La tornaboda” ambientada con una boda en sí?
Pues nada. Que estábamos en casi preproducción para hacer una mega fiesta cuando supe que iba a ser padre y paré todo y dediqué mejor ese dinero al hospital y eso. Había prioridades entonces.
Samuel ha sido proyectado y editado desde una disquera independiente de la ciudad de México, Pedro y el Lobo. Curiosamente, eres el único artista mexicano de su catálogo. ¿Qué cosas suma trabajar con un sello, así sea independiente, respecto a hacer todo por tu cuenta?
Según tengo entendido, si bien es una disquera dedicada al folk en idioma anglosajón, no soy el único mexicano; también está Joaquín García, un compositor al que admiro profundamente. Trabajar con Pedro y el Lobo es sentirme menos solo. Es haber encontrado lo que estaba buscando: amigos, hermanos, camaradas, que ahora tienen el compromiso y el cariño de rifarse un tiro contra el que me hace sentir menos. Antes me molestaban o me hacían bullying y sabía que estaba solo; hoy sé que si alguien quiere hacerme daño al menos hay unas cuatro personas que se aventarán un tiro por mí. Gente que respeta lo que quiero hacer con mis canciones y discos, con mis grabaciones. Me respetan y los respeto. Congeniamos tanto que hablar de términos y cláusulas y reglas es mero protocolo.
Para mí, Samuel es uno de los mejores discos del año, pero si tuvieras que
destacar por tu parte a alguno de los cantautores mexicanos más recientes, ¿a quiénes elegirías?
El mejor disco del 2019, para mí, es Soy piedra, de Belafonte Sensacional. Negro también está sacando sencillos preciosos. Llevo fácil más de 3 años esperando a que saque un disco completo.