El mil uno. Solo alguien con sentido del humor y mucha imaginación se atrevería a imprimir un periódico con semejante número de inicio, con una tradición que aún no tiene pero, está seguro, cumplirá.
Así inició Ricardo Arenales su novela llamada El Porvenir, periódico que fundó en Monterrey un 31 de enero de 1919, el cual está cumpliendo un centenario de vida y ha llegado a las 38 mil 30 ediciones de historia.
Desde la milésima y una edición el periódico tenía claro su objetivo: tener un alcance regional –su lema “El periódico de la frontera” siempre ha estado presente- y tener un balance entre información y literatura.
El poeta colombiano tuvo en claro desde su primera edición reseñar lo acontecido en el mundo cultural de Monterrey, mediante a lo que hoy llamaríamos “notas culturales” y la publicación de poetas locales, nacionales y latinoamericanos en una sección dedicada a ello.
Ricardo Arenales, un romántico trotamundos que nació como Miguel Ángel Osorio y muriera como Porfirio Barba Jacob, sembró la semilla y la abandonó a los cuatro meses.
Sería don Jesús Cantú Leal, dueño del taller donde se imprimía El Porvenir, quien continuaría escribiendo la novela que dejó pendiente el poeta colombiano. La familia de Cantú Leal es quien se ha encargado de que el libro no se quede sin hojas y tinta para seguir escribiendo su historia.
Es por la dirección actual de Gerardo Cantú Escalante que el periódico se mantiene, desde hace más de una década se digitalizó todas sus ediciones, en convenio con la UANL y la UNAM, por lo cual hoy podemos tener acceso a la versión electrónica de la primera edición.
“El Hambre y la Desnudez”
Además de tener la “ocurrencia” (1) de iniciar el periódico con el número “1,001”, la nota de portada de El Porvenir lanza una advertencia tan justa antes como ahora: “El hambre y la desnudez de las clases humildes deben tener un próximo fin”.
Monterrey, en 1919, no escapaba del resto de ciudades mexicanas que habían sufrido la Revolución Mexicana. Si bien la Sultana del Norte venía de una época de bonanza, gracias a las políticas paternalistas del gobernador Bernardo Reyes hacia la industria –Fundidora Monterrey, Cervecería y Vidriera- también era cierto que a la ciudad le precedía la tragedia.
Apenas diez años antes, cerca de 3 mil personas habían muerto por el desbordamiento del río Santa Catarina a causa de un huracán anónimo, a decir las crónicas de la época de Oswaldo Sánchez, Alfonso Zaragoza y el propio Arenales.
Con los años, la Revolución Mexicana llegó a la capital con asaltos a la capital del estado en 1914 y 1915, dejando muerte y destrucción en las calles del centro. Y por si faltara algo, Monterrey no escapó de la epidemia de influenza española de finales de 1918, dejando decenas de muertes.
Nada de esto fue ajeno al ojo del poeta colombiano Ricardo Arenales, quien desde 1908 ya era redactor del diario El Espectador del cual, incluso, llegó a ser director dos años más tarde.
En su primera edición, El Porvenir arrancó con seis páginas en lo que hoy llamaríamos “formato sábana”, de siete columnas de extensión a lo ancho y un método de lectura que obligaba seguir la información hacia abajo y a la derecha.
Cada una de sus seis páginas tenía una razón de ser: la Página Editorial, en donde aparecen editoriales, poemas y pensamientos bajo la firma Leopoldo de la Rosa, autores bajo los seudónimos fray Junípero y Juan Sin Tierra; además de J. de Aragón y el propio Arenales.
En su página 3 aparecía la sección “Noticias de todo el mundo”, donde los principales informes iban sobre la relación Estados Unidos y México, además de los ya visibles enfrentamientos de las naciones europeas.
Seguía el periódico con sus “Informaciones generales”, que ofrecían detalles sobre los remanentes de la Revolución Mexicana, de acontecimientos de la ciudad e incluso los arribos en ferrocarril con todo y horarios.
El interés económico y comercial en Monterrey ya era patente en 1919. Por ello, el periódico incluye una sección llamada “Comercio e Industria” junto a “La vida en la frontera. Llama la atención por los textos de mayor extensión, firmados por Martín Afanador y “El corresponsal viajero” Carlos Jacomé.
Culmina la edición “1,001” de El Porvenir con una página de noticias generales donde resaltan, por cierto, información de corte cultural o artístico, que a continuación detallaremos.
Entre la verdad y la belleza
Juzgar si Monterrey estaba a la altura de otras ciudades del país en cuanto a su oferta cultural en 1919 sería propio de un análisis para otra publicación. Lo que sí se resalta es que en la primera edición de El Porvenir se da un breve panorama de ello.
En su edición del viernes 31 de enero de 1919 aparecen tres notas culturales –misma cantidad, o mayor, que en un periódico de la actualidad- así como las carteleras de los teatros Independencia y El Progreso, ambos desaparecidos.
La primera información da cuenta de la propuesta del “joven pintor” Ignacio Martínez Rendón para integrar una comisión, cuyo fin es la instalación de un monumento dedicado al general Mariano Escobedo.
Se trata de una nota escueta, colocada entre otras varias, que aparece en la Página Tercera. Sin embargo, da cuenta de la voz del pintor neolonés quien estudiara en la Academia Nacional de Bellas Artes y a quien debemos los diseños de los escudos de Nuevo León y Monterrey.
Le sigue (Página Cuatro) una breve reseña sobre el “cuadro artístico del Círculo Mercantil Mutualista” quienes ensayan la opereta “Molinos del Viento”, bajo la dirección del maestro Alberto Barrón.
Culmina la información con una noticia un poco más amplia. En la Página Seis se reseña sobre un “algunos jóvenes de la localidad para llevar a cabo la representación de ‘La Bohemia’, popular ópera del maestro Giacomo Puccini”, cita el texto.
Aunada a esta información, hay que agregar la aparición de poemas, pensamientos y fragmentos de novelas que aparecen dispersos en la primera edición de El Porvenir, un claro rasgo del interés de Arenales por estos temas, resalta el investigador Erasmo Torres López.
Vivir para ver
El Porvenir es un “decano joven”, cita el historiador Jorge Pedraza en un texto referente al aniversario 80 de la casa editorial de Washington y Galeana.
Al cumplir un centenario de vida ha sido testigo de la transformación de una humilde ciudad a una auténtica metrópoli como lo es ahora Monterrey y sus 11 municipios circunvecinos.
La primera edición del diario, la “1,001”, da cuenta de cómo se vivía en la ciudad. La publicidad nos dice que había destilerías de mezcal y que en ningún lado se promociona a la cerveza, reina hoy de las bebidas.
Que el medio de transporte preferido era el ferrocarril, que en “La Leona” se vendían los mejores hilados de algodón, o bien, si buscabas anunciar tu espectáculo masivo la mejor el mejor medio era mediante carteles que imprimían en el taller de J. Cantú Leal.
La primera edición valía 10 centavos, mientras que si quería viajar a Laredo por tren la primera corrida salía a las 18:00 y si querías podías ir a El Progreso a ver el fotodrama “La venganza”.
Así era la vida un viernes 31 de enero de 1919, cuando El Porvenir salió a circular por las calles de Monterrey –Fernando Vallejo cita que el propio Arenales salió a venderlo- con una historia de “1,001” números que aún no tenía pero a la que prometía rebasar.
Ricardo Arenales estuvo al frente del periódico por cuatro meses, después tomaría la estafeta Jesús Cantú Leal hasta su muerte, en 1947.
Tomarían la estafeta también centenares de periodistas, hombres y mujeres, artistas, poetas, escritores y muchos más quienes han permitido que esta novela, llamada El Porvenir, siga escribiendo su historia por 100 años.
(1) Erasmo Torres López en “Ricardo Arenales. El poeta colombiano que fundó El Porvenir«. Página 14, citando a Fernando Vallejo.