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Musique de merde


La ruptura del rock regio

Hablar tanto de la «Avanzada Regia» cansó a toda una generación más joven de músicos regiomontanos que comenzaban a buscar su camino. ¿Qué sucede si pasado y presente no dialogan?

OPINIÓN

Lo que el periodista mexicano Ricardo Bravo llamó “Avanzada Regia” fue el nombre que le dio a un grupo de bandas regiomontanas que comenzaban a irrumpir en el panorama musical nacional e internacional de mediados de los noventa. Antes de eso el mayor porcentaje de bandas nacionales que sonaban en medios de comunicación y por ende gozaban de un público mayor, pertenecían a la capital, y no es ningún secreto que existía un centralismo muy marcado en el rock mexicano. Sin embargo, algunas de las bandas de Monterrey lograron abrirse paso y atrajeron los reflectores con una fuerza innegable. No es exagerado hablar de que entre la segunda mitad de los años noventa y la primera mitad de los dos mil, hubo una década nacionalmente regia con bandas como Control Machete, El Gran Silencio, Zurdok, Plastilina Mosh, Kinky y varios más.

Tanto fue el revuelo que acá en Monterrey se les dio un trato casi de hijos pródigos a estas agrupaciones. Se ganaron el respeto de un público muy fiel, de los medios de comunicación y bien podría decir que de toda la sociedad neolonesa. El orgullo regio. Pero tanto escribir en la misma hoja comienza a gastarla y termina por romperla. Algo así ocurrió con el tema de la famosa “Avanzada”: se habló tanto de ella que a muchos terminó cansando, sobre todo a una generación más joven que comenzaban a buscar su camino en la música. Y cuando se busca el camino propio, lo ideal es dejar tus propias huellas, algo que se volvió difícil para esas nuevas bandas porque la mayoría les exigían que siguieran no solo el camino, sino los pasos andados por las bandas que les precedían.

Era normal que ocurriera un distanciamiento; es como cuando al hermano menor le hablas todo el tiempo de los logros del hermano mayor, este termina odiando que lo comparen con el otro y que le endilguen la responsabilidad de hacer lo mismo. Entonces hubo una ruptura. Algunas bandas jóvenes, cansadas del cuestionamiento, terminaron diciendo que no querían tener nada que ver con esa «Avanzada», que no les interesaba seguir esos pasos y que no se identificaban para nada con ese período de la música en Monterrey. Normal, el hermano menor exige su libertad y autonomía para decidir el camino que quiere tomar. En el intermedio hubo apuestas interesantes que sumaron a esa búsqueda de libertad creativa e independiente de lo que en el norte ya comenzaba a ser una industria musical. Esas apuestas se pueden explicar en dos nombres: Happy Fi y Nene Records, dos sellos independientes por los que pasaron las nuevas bandas indies de la ciudad.

Era normal que ocurriera un distanciamiento; es como cuando al hermano menor le hablas todo el tiempo de los logros del hermano mayor, este termina odiando que lo comparen con el otro y que le endilguen la responsabilidad de hacer lo mismo.

Sin embargo, lo que debería ser solo un distanciamiento se ha convertido en un rompimiento significativo entre distintas generaciones de músicos en Monterrey. Lo primero que hay que entender es que el desarrollo de la música en cualquier entorno social es una cadena de sucesos. Así, lo hecho anteriormente por otros músicos son eslabones esenciales para que esa cadena siga creciendo. Romper esos eslabones comienza con no reconocer lo que otros grupos hicieron antes, como si la música y el ambiente musical de una ciudad no existiera en el pasado. Y no es algo que solo se dé en Monterrey, es un problema nacional de las bandas más jóvenes, el no reconocer a las bandas y músicos que han transitado el camino del rock nacional con anterioridad. 

Los grupos que comenzamos a tocar en los años noventa en Monterrey, sabíamos, por ejemplo, quiénes eran Acarnienses, Niña Violeta, Midas Touch, y más hacia atrás, Simón + 4, Quo Vadis y muchos más; reconocíamos lo que habían hecho antes que nosotros. Y sin embargo, hoy en día, es muy probable que al preguntarle a una banda joven, de Monterrey, cuál disco le gusta o reconoce de las bandas de esta llamada «Avanzada», no conozca ninguno. Y no los conoce porque no los ha escuchado ni le interesa escucharlos, aunque estos forman parte de la historia musical nacional. Y lo peor del caso es que tampoco es gratuito, porque estas nuevas generaciones de músicos, tampoco son escuchadas por la mayoría de los que ya tocaban antes. Sin duda tiempos donde nadie escucha a nadie. Si el pasado y el presente no se hablan, ni se escuchan, vaya usted a saber el futuro que le depara a la música regiomontana, o por qué no decirlo, a la música nacional.