tropicalismo
COLUMNAS   

Musique de merde


La rebelión de la canción

Caetano y Gilberto hacían algo muy poderoso: Componían canciones en las cuales utilizaban música popular para que fuera accesible a todos, pero con letras que contenían mensajes de índole social. Así era posible tomar conciencia de lo que en ese momento significaba ser brasileño o vivir en Brasil.

OPINIÓN

En diciembre de 1968, Caetano Veloso y Gilberto Gil, dos jóvenes artistas brasileños, eran detenidos por agentes de la Policía Federal. Eran tiempos de la dictadura militar en Brasil y actuaban sin piedad contra todo aquello que pudiera “desestabilizar” el régimen, aún y cuando fueran meros actos de paranoia provocados por la ambición del poder.

Veloso y Gil, después de algunos meses presos, supieron que la razón de su encarcelamiento había sido el tropicalismo, un movimiento artístico que ellos fundaron, en el cual la idea era consumir todo lo producido en el extranjero, en materia de alta cultura y cultura popular, a la par de lo nacional y crear algo con identidad propia, algo que resaltara la nueva cara de los jóvenes brasileños.

Al principio la idea era solo influir sobre la música tradicional brasileña del momento (el bossa nova) para hacerle una variación, pero el movimiento creció y abarcó, además de la música, el teatro, la literatura y las artes plásticas. La fuerza que tomaría este movimiento vendría con la necesidad de darle una voz y cara a todos los jóvenes inconformes en medio de una época complicada para la libertad en Brasil.

Como suele ocurrir con muchos movimientos artísticos y sociales, este también tenía a sus detractores los cuales irónicamente en su mayoría eran personas con ideologías de izquierda, aunque hubo muchos del ala derecha que también iban en contra de ellos. Prácticamente la razón era de corte purista: a la música y artes tradicionales no hay que modificarlas. Pero también hubo reproches cuando Veloso y Gil comenzaron a reconocer el trabajo de músicos y compositores brasileños que a muchos les parecían muy populares o comerciales, como fue el caso de Roberto Carlos, a quien los jóvenes universitarios en gran medida rechazaban pero que Caetano y Gilberto reconocieron como uno de los principales exponentes de la canción brasileña.

Aún así, liderando un movimiento que tenía tantos detractores tanto de izquierda como de derecha, un 13 de diciembre fueron detenidos por la Policía Federal y estuvieron encerrados alrededor de cuatro meses antes de exiliarse a Europa. En esos días se inauguraba un período en el que, en Brasil, eran más las personas que temían a las autoridades que a los delincuentes, situación que influyó para que Chico Buarque, otro de los grandes compositores brasileños, compusiera aquel estribillo de “Llame al ladrón”.

En una ocasión, estando encerrado, Caetano fue llamado a reunirse con un capitán militar para una especie de interrogatorio en el cuál el oficial le reclamó el tropicalismo, haciendo su propia interpretación y asegurando que había un poder subversivo en su trabajo. Dijo que lo que hacían Veloso y Gil era mucho más peligroso que lo que hacían los artistas de protesta explícita o compromiso manifiesto.

¿Qué era esto que tanto miedo infundía en el régimen militar como para querer callarlo? Caetano y Gilberto hacían algo muy poderoso: Componían canciones en las cuales utilizaban música popular, incluso hasta festiva y de carnaval, para que fuera accesible a todos, pero con letras que contenían mensajes de índole social, no como activistas, sino hablando de la realidad popular del país, cosa con la que muchos se identificaban y era más posible tomar conciencia de lo que en ese momento significaba ser brasileño o vivir en Brasil. Ahí radicaba el poder, en la forma de dar el mensaje, por eso a las autoridades les parecían mucho más peligrosos que otros artistas, por su posibilidad de llegar a más oídos.

Claude Chastagner, en su libro De la cultura rock, menciona la canción de The Beatles “She’s leaving home”, de 1967, la misma época de Caetano y Gil, en la que narra la situación de una joven, frustrada en amores, a la que  sus padres le recalcan que ellos sacrificaron su vida por darle todo el confort material posible a ella, y sentencia que seguramente hay tanta o más rebelión e incitación a rebelarse en estos retratos de vida malogrados que en los eslóganes militantes de artistas como Billy Brag o Rage Against The Machine, que solo le predican a los convencidos.

Ejemplos hay varios. A Veloso y Gil también le podemos sumar a Chico Buarque, Rubén Blades, el chileno Joe Vasconcellos y hasta Jorge Drexler pasando por León Gieco y otros más. A The Beatles también le sumamos a Bob Dylan, Bob Marley y otros tantos que han utilizado la música popular, la que es cercana a la gente, para transmitir un mensaje que va más allá de lo intelectual, que tiene que ver con su realidad. Ahí radica la rebelión de la canción.