Habrá que esperar la ubicación que el tiempo y los fans le confieran a Songs of Experience en el catálogo general de U2, aunque muy difícilmente desplazará a los discos clásicos de sus años mozos.
Por: Mario Alberto Palacios
A finales de los años noventa del siglo pasado, en vísperas del nuevo milenio, U2 llegó a liderar el rock desde una posición privilegiada en el mainstream. Identificados por muchos como una agrupación pacifista, defensora de los derechos humanos y las minorías, con un liderazgo moral intachable que permitía a su vocalista Bono dialogar con mandatarios y reyes, y criticar a los malos gobiernos y empresas. La banda irlandesa alcanzó su mejor época musical y creativa hace dos décadas, y hoy languidece en un sopor nostálgico de sus años mozos.
Con más de 200 millones de copias de sus 14 discos, incluido el más reciente Songs of Experience, apenas lanzado el 1 de diciembre del 2017 -como buenos comerciantes que se aprovechan de los visitantes a los templos, a unos días de las ventas navideñas-, los números avalan su popularidad. Pero ventas masivas ya no son sinónimo ni de calidad, ni de frescura. Mucho menos innovación. Tampoco, quiéranlo o no sus nuevos y viejos fans, muestra el liderazgo el ámbito musical que algún día, muy lejano, logró ostentar.
Conocí a Bono, The Edge, Larry Mullen y Adam Clayton desde que escuché “Gloria” (de su disco October) a principios de 1983 en una transmisión radial de la entonces rockera RG 690 de Multimedios Estrellas de Oro, en un programa conducido por Adrian Peña y producido por Polo Álvarez. Desde entonces he seguido su devenir musical a lo largo de sus diferentes etapas. Los dos primeros álbumes, Boy y October aparecidos en 1980 y 1981 respectivamente, (en México primero se editó primero el segundo, derivado del éxito masivo que el grupo poco a poco iba adquiriendo), mostraban un lado punk aderezado ya con la influencia electrónica y dance. Ambas producciones permitieron a los escuchas, como fue mi caso, adentrarse en terrenos novedosos muy alejados del rock clásico, el heavy metal y la música disco y el country, géneros que permearon durante la transición de los setenta a los ochenta en Monterrey.
Un nuevo horizonte estaba a la vista. War (1983), con un poderoso ritmo que en momentos sonaba punk y en otros progresivo y new wave (“New Year’s Day” y “Sunday Bloody Sunday” son caras opuestas y complementos de un mismo ente) vendría a cerrar el primer capítulo de la historia. MTV y la masificación de importaciones de discos, permitió a mi generación conocer al mismo tiempo que el resto del mundo The Unforgettable Fire (1984) y The Joshua Tree (1987) El doble Santo Grial del rock que cerraba la década de los ochenta. Ambas producciones son ya una Época de Oro, una etapa que quizás ya no podrán lograr.
De ahí en adelante, U2 se enfrascó entre las ideas megalómanas de Bono, en pretender ser la banda más grande de todos los tiempos, los líderes juveniles que cambiarían al mundo (cómo olvidar su petición infructuosa de que se condonara la deuda millonaria a los países del Tercer Mundo) y sus ideas innovadoras en cuanto a lo musical.
Los discos Achtung Baby (1991), Zooropa (1993) y Pop (1997), plagados de temas bailables, aderezados con algunas baladas y rock, permitieron a U2 seguir su camino abriendo fronteras y llegando a más audiencias, pero ya sin el punch innovador y la rebeldía que fueran marca de fábrica. Aunque All All That You Can’t Leave Behind (2000) y How to Dismantle an Atomic Bomb (2004), pretendieron en gran medida regresar a los cimientos básicos del rock.
Ya inmersos en la segunda década del tercer milenio, el cuarteto ha recetado a sus fans un reciclaje musical de sus viejas glorias, iniciando con el insípido No Line on the Horizon, del 2009. Un álbum que los fans no extrañan ni anhelan escuchar en sus legendarias presentaciones en vivo. ¿O acaso alguien recuerda alguna canción memorable de este álbum? Igual ocurre con Songs of Innocence (2014), producción que U2 ofreció en descarga gratuita a través de iTunes.
Recién desempacado, en el Songs of Experience (2017) los irlandeses buscan de nuevo posicionarse a nivel mundial, pero con un contenido musical facilón, que ya no aporta nada a la muy variada y cambiante escena del rock. Baladas y piezas dance en la que recurren a los coros y fraseos repetitivos para hacerlas más accesibles. “Love is All We have to left” presenta un sonido muy tenue de teclados y ni un solo de guitarra de The Edge, una señal de su virtual ausencia en prácticamente la mayor parte del disco La mezcla en general suena muy psicodélica y apenas uno va agarrándole gusto, termina. “Lights of Home” será, sin duda, una de los temas más coreados en la gira veraniega de U2. Una pieza fiestera, uno de esos himnos de arena rock en la que Bono pondrá a cantar a la audiencia. The Edge apenas y puntea la guitarra dejando que el ritmo lo lleven el bajo y la batería. “You’re The Best Thing About Me” es otra pieza simplona. Aquí ya The Edge muestra el feeling rockero aunque tenue, con evocaciones a los arreglos que hicieron marca y éxito en The Unforgettable Fire y The Joshua Tree. “Get Out of Your Own Way”, el cuarto track tiene estructura similar a “Beautiful Day”. Adam Clayton y Larry Mullen son quienes llevan todo el soporte de los casi cuatro minutos de la pieza. “American Soul” es quizá el tema más funk de Songs of Experience, en el que los ritmos sincopados del bajo y batería recuerdan a Funkadelic. Tema altamente bailable. Le sigue “Summer of Love”, una evocación de la era hippie, con las flores en el pelo rumbo a San Francisco, pero con la visión de un cincuentón que sólo tuvo referencias de aquella época vía terceros. La voz de Bono es sublime, fina, sin requerir a la elevación del tono. Igual ocurre con la base de guitarra, muy fluida con un toque Folk a lo The Byrds. El resto de las pìezas transcurren en planos básicos en los que tampoco hay mucho brillo y genialidades de la banda.
En este álbum U2 trabajó a la segura para no errar el rumbo, con ocho productores en total, en los que hasta cinco de ellos metieron mano en un par de ocasiones: Andy Barlow, Jacknife Lee, Ryan Tedder, Brent Kutzle, Jolyon Thomas, Declan Gaffney, Paul Epworth y Steve Lillywhite, un viejo conocido de sus primeros discos. Habrá que esperar la ubicación que el Tiempo y los fans le confieran a Songs of Experience en el catálogo general del cuarteto irlandés, aunque muy difícilmente desplazará a los discos clásicos de sus años mozos, cuando eran jóvenes e idealistas.