La turbulencia en que la música en vivo ha estado inmersa a lo largo de este año por la crisis del Coronavirus la ha llevado a optar por la reinvención y generar otras ideas desde un nuevo punto de partida. De este modo, es como los conciertos vía streaming, o combinando la modalidad “híbrida”, se han impuesto por encima de los usos y costumbres de la “vieja normalidad”.
Los gritos, empujones, roces y la presencia de la impostora cámara del celular, han quedado atrás-al menos por ahora- para dar paso a los conciertos en casa como escenario a precio más accesible, para degustarlos con una bebida y lanzar los aplausos, rechiflas y piropos desde un chat o un meet and greet digital.
Al menos es así como a lo largo del segundo semestre de este 2020 han optado algunas pequeñas salas, bares y recintos como el Foro del Tejedor de la Cafebrería El Péndulo de la Ciudad de México. Sin embargo, recurriendo a la “sana distancia”, un número limitado de accesos y cubriendo la mitad de la carita con mascarillas, es posible seguir disfrutando de una variada oferta, so pena de las restricciones del intimidante semáforo epidemiológico que ahora controla horarios, aforo y alcohol.
Una noche turbia de 12 de diciembre, sin Basílica abierta, sin peregrinaciones, y con restaurantes y bares con horario limitado, en el sector Roma- Condesa se pudo asistir a Ecos del Chelsea. Esta es la tercera versión de una singular comedia de atril, autoría de Jaime López y su pluma inquieta, en complicidad con el músico y arquitecto de formación, Jaime Ades en los arreglos y el piano, rezándole, en lugar de la Virgen de Guadalupe, a otras dos almas intensas como Janis Joplin y Leonard Cohen.
Ecos del Chelsea se presentó en escena por primera vez en octubre de 2019 con la voz de la fotógrafa y actriz de teatro Lía Rueda, y poco antes de la irrupción pandémica, el día de San Valentín de 2020, con la intérprete estadounidense Ilana Dann Luna personificando a “La bruja cósmica”.
Con una serie de cambios y correcciones, sustrayendo y agregando nuevas canciones y diálogos, dado que no fue posible que ninguna de estas mujeres continuase con el proyecto, y otros obstáculos de logística, López insistió en seguir escribiendo desde su trinchera ésta hipotética historia sobre el idilio entre estas dos leyendas, bajo el título original de Janis y Leonard.
«Te recuerdo bien sobre la cama desecha… corríamos tras el dinero y la carne… tú eras famosa y tu corazón una leyenda… te necesito, no te necesito… y te escapaste”.
Situado en el mítico Hotel Chelsea de Nueva York a finales de los años sesenta, fue una morada de bajo costo repleto de experiencias románticas, sórdidas y creativas entre artistas emergentes, vagos y mentes destacadas como Dylan Thomas, Arthur C. Clarke, Milos Forman, Jean Claude Carriere -y muchos otros- que lo usaron para gestar su obra antes que la gentrificación lo devorara y transformara en un hospedaje de lujo de cientos y hasta miles de dólares la noche.
Más allá de las especulaciones, las decenas de páginas que se han publicado al respecto en prensa, y la melancolía que irradia el propio Cohen en su canción «Chelsea Hotel», la dupla “Jaime-Jaime al cuadrado” conduce este periplo muy a su peculiar manera. Es un ensamble de jocosidad, drama, juegos de palabras ingeniosos y canciones originales como «No culpen a mi amante», «No ando buscando a Jesús» o «Leonard Cohen se ha ido».
Lo complementan traducciones de «Lover, lover, lover», «Tower of song» o «Chelsea Hotel No 2». “En la Tierra hace frío, es un frío baldío. Leonard Cohen se ha ido y yo sigo esperando ese vuelo en atraso”. Este es el testimonio de López, quien canta en éste tema propio como se enteró de la noticia de su fallecimiento mientras se encontraba en el aeropuerto de Monterrey, Nuevo León, tras ofrecer un concierto.
«Te recuerdo bien sobre la cama desecha… corríamos tras el dinero y la carne… tú eras famosa y tu corazón una leyenda… te necesito, no te necesito… y te escapaste”. Janis, como musa transitoria de Leonard, quedó plasmada en éste y otros recuerdos dentro de su lírica donde emana la fogosidad que sólo los amantes efímeros pueden crear.
Mientras tanto, la noche pandémica culmina antes de las diez, y también el ciclo de un año tormentoso y pasional. Se apagan las ansias de juerga en la Roma-Condesa bajo la guillotina del “semáforo naranja con alerta” en el marco de una Navidad ensombrecida por el acecho de un virus intruso. El epitafio de 2020 se escribe con dolor y romance… pero con mucha música aún por escuchar y difundir.