Con la llegada de la segunda temporada puedo decir que Dustin, Mike, Lucas y Will (junto a su nueva amiga Max) ya se sienten como ese grupo de amigos del que hubiera querido formar parte en mi niñez.
Por Raymundo Mena
La primera temporada de Stranger Things (Netflix) dejó claro que no iba a escatimar esfuerzos en homenajear al cine de los ochenta, y a los genios de los géneros de horror y aventuras, específicamente a Stephen King y Steven Spielberg. Las referencias a numerosas películas (entre ellas It, escrita por King; y ET y The Goonies, producidas por Spielberg), son interminables. Esto provoca que la serie nunca brille por su originalidad, pero en cambio propone un derroche de estilo visual y sonoro. Todo enmarcado por el tema musical que da inicio a cada capítulo, un notorio homenaje a la música de Tangerine Dream y John Carpenter, y por el excelente cast que, como en los clásicos ya mencionados, pone al frente a un grupo de niños enfrentados a sus miedos más profundos, mientras los adultos del pueblo ficticio de Hawkins, Indiana permanecen ajenos a sus problemas.
Para los que crecimos en esa época hay de dos sopas: Si no puedes superar las incesantes (y en ocasiones francamente chocantes) referencias a la cultura pop de los ochenta, es probable que odies la serie. Pero si puedes ver a través de esos detalles, muy seguramente la estás disfrutando como yo. No me declaro fan empedernido, pero con la llegada de la segunda temporada puedo decir que Dustin, Mike, Lucas y Will (junto a su nueva amiga Max) ya se sienten como ese grupo de amigos del que hubiera querido formar parte en mi niñez (así como Los Goonies). Steve, de ser un fresa patán con tintes villanescos en la primera temporada, se convierte en el cool dude con el que todos quisiéramos haber salido a cazar criaturas extrañas (te estamos viendo a ti Dustin).
Jonathan y Nancy vuelven mucho más enfocados y, al igual que Dustin y Steve, hacen a una dupla de cazadores/investigadores que cuentan con la experiencia de la primera temporada, dándole un giro mucho más entretenido a sus personajes. Will vuelve del Upside Down totalmente cambiado. Como vimos al final de la primera temporada, los seres siniestros que lo capturaron lo usan para incubar un nuevo monstruo o Demogorgon. Esto no muy distinto a como sucede en la saga de Alien, una de las principales fuentes homenajeadas en esta segunda temporada; tanto así que Paul Reiser (Burke en Aliens de James Cameron) aparece como el Dr. Owens, el científico a cargo de limpiar el desastre que se hizo durante los experimentos y rescates de la temporada anterior.
Hopper, el Sherif de Hawkins, a mi gusto es el protagonista más sólido en estos nuevos capítulos y establece a David Harbour como uno de los mejores actores de la serie. No solo fue el encargado de salvar y dar asilo a Eleven, sino que activamente lucha por terminar con la amenaza de esta nueva temporada. Winona Ryder, una presencia constante en el cine de los ochenta y noventa, vuelve a brillar como Joyce Byers, madre de Will y de Jonathan. Su actuación ha sido criticada por su constante ceño fruncido, pero su estatus icónico hace que sea un placer verla de nuevo en la pantalla, donde su presencia hipnótica es clave para el éxito de la serie. Bob (interpretado por Sean Astin, protagonista de The Goonies) es el interés amoroso de Joyce en esta temporada, un nerd bonachón gerente de un Radio Shak, que también resulta clave en la lucha contra las nuevas amenazas.
La nueva amiga de los chicos, Max, es una chica rebelde parte de una familia compuesta. Max viene acompañada del nuevo antagonista (humano) de la serie, su medio hermano, el insoportable Billy. Este es una amalgama de todos los clichés del bully de la secundaria: arete, un horrible mullet, carro deportivo y el peor heavy metal. El villano real es la nueva amenaza sobrenatural que se presenta a lo largo de esta nueva temporada, un monstruo de sombras gigante que solo Will puede ver. Su experiencia en el UpsideDown lo han dejado conectado con lo que sucede en ese extraño lugar.
Eleven vuelve más bella que nunca. Los nuevos capítulos nos revelan partes importantes de su pasado y dejan de presentarla como un experimento para dar paso a una niña traumatizada que está tratando de coexistir con sus poderes y su realidad, al mismo tiempo que pasa por los dolores de la adolescencia. La amistad de los chicos y la historia de amor entre Eleven y Mike son simplemente adorables y nos recuerdan a las películas de John Hughes, otro de los héroes del cine de los ochenta.
De nuevo hay reminiscencias de otras historias ya contadas en el cine y la ficción, pero los elementos de acción y terror fueron manejados de manera brillante, y esta temporada es una experiencia aún más entretenida que la primera, por lo que me parece muy recomendable.