Astillar el mundo
La revista literaria Kátharsis fue publicada durante seis años en Monterrey Nuevo León. Eso sucedió entre 1955 y 1960. Se publicaron 22 números y convocó a un grupo de intelectuales -muy jóvenes todos- que habían establecido contacto frecuente con las personalidades que asistían a compartir experiencias y dar charlas y conferencias en la Escuela de Verano de la Universidad: Octavio Paz, Alfonso Reyes, Pedro Garfias, Emanuel Carballo, Carlos Pellicer, José Gaos, María del Carmen Millán. Todos ellos entusiasmaron a Hugo Padilla, Arturo Cantú, Homero Garza y José Ángel Rendón, para quienes todo giraba alrededor del poema. Sin duda alguna, esta publicación es uno de los hitos de la difusión cultural en el Nuevo León del siglo XX.
Daría comienzo así la historia de la poesía contemporánea en Nuevo León. A partir de esta iniciativa se integraría (como ellos lo declaraban en la presentación del número 1 de la publicación): El tiempo, la realidad y el todo. Afortunadamente se ha rescatado al grupo iniciador y a su obra en algunas antologías de poesía de Nuevo León y en diversas publicaciones sobre la historia de la literatura contemporánea en el estado.
Los responsables fueron Hugo Padilla, de octubre de 1955 a marzo de 1956, Hugo Padilla y Homero Garza, de abril a septiembre de 1956, Jorge Cantú de la Garza, de octubre de 1956 a enero de 1957, José Ángel Rendón, de octubre de 1957 a octubre 1958 y Salomón González Almanzán en mayo 1960.
El eterno diálogo del hombre
La sugerencia inicial de Octavio Paz para el nombre de la revista fue El cascabel al gato, pero decidieron, a iniciativa de Homero Garza, el nombre de Kátharsis, simplemente por eufonía. Ya con una observación de Alfonso Reyes quedaron convencidos del nombre. El encargado de escribir las editoriales era Arturo Cantú, y la primera, que me sigue fascinando por inspirada, por perfecta y reveladora, dice lo siguiente:
«Va esta publicación cristalizando anhelos jóvenes e inexpertos, no es otra la razón de su pretencioso nombre, brotamos del silencio, del asfixiante silencio provinciano, llenas las manos de sinceridad y la cabeza de alocadas ideas. Solo tenemos eso, la pasión de nuestros pocos años y las palabras y directas que señalan incisivamente.
Todo gira para nosotros alrededor del poema, y el poema no es, no puede ser artificio, vana retorica ondulanteen donde se adormezcan los sentidos; poesía es verdad, es dar a cada cosa su palabra exacta por encima de todo; lo poético es lo verdadero, a su luz, diáfana y perfecta, redescubrimos a cada paso el universo. Poema es el poder embriagador y diabólico del hombre, elegante manera en el absurdo y énfasis desbocado en la certeza.
Ante el fracaso, renovado a cada intento, de Ciencia y Filosofía, solo el arte esplendente del vocablo está en pie. Alrededor del friso poético todo se derrumba, solo permanecen la prístina alegría de la palabra del poema, solo la encendida creación que alimenta de entrañas a los dioses, solo el eterno diálogo del hombre.
Aquí frente a la espalda irreverente del vulgar, se construye la astilla, el pedernal, la fábula; siniestramente crece lo diabólico, anida lo inconsútil, se estanca lo podrido. De aquí brotan los dioses y los cantos, la angustia encarcelada, la embriagante fragancia de los cuerpos, la palabra perdida. Aquí se integra el tiempo, la realidad y el todo.
El verbo ha de salvar o hundir el universo, él lo puede todo, desde astillar el mundo hasta hacerlo de nuevo diamantino. Aquí estamos nosotros, pues, oscuros adoradores de la palabra. Vayan así nuestros vocablos, no han de astillar el universo ni redondear el mundo, pero vayan.
Aquí estamos nosotros
Las circunstancias y los apoyos fueron extraordinarios. El gobernador Rangel Frías becó a algunos integrantes para irse a estudiar a la ciudad de México y el patrocinio para la publicación, tanto del estado, el municipio de Monterrey, así como de la Universidad, fueron constantes. Hoy, a pesar de los cambios históricos y los comportamientos generacionales de los que hacen cultura en el estado, vemos que esta generación dejó un ejemplo de entusiasmo intelectual que (a mi parecer) no ha sido rebasado. Es cierto, surgieron otros grupos y otras publicaciones, que han dado forma a lo que conocemos como literatura nuevoleonesa.
Aquí estamos nosotros extrañando esas iniciativas, suspirando por los suplementos culturales inexistentes, (cabe aclarar que este mismo grupo de escritores realizo El grillo verde un suplemento del periódico El Porvenir) por revistas literarias de peso y luchando desde algunas trincheras tecnológicas. Muchas veces la falta de apoyo nos hace flaquear, pero hay que volver de cuando en cuando a leer esta primera editorial para recapturar esos clarividentes momentos que marcaron a los que ahora se entusiasman y se entusiasman con la palabra escrita, y siempre están brotando del asfixiante silencio provinciano.