luna pop montemayor
COLUMNAS   

Árido Reino


Un puñado de meteoros queriendo enrarecer al universo o desterrar los sinsabores con un breve silbido

Para Josué Gabriel de Montemayor, la ciudad de Monterrey es una rola que pide más volumen. Luna pop está hecho para darnos recuerdos, para hacernos tararear esos «greatest hits», que son poemas o amores o canciones.

OPINIÓN

Quise quedarme pero me fui

-Ya me voy, -me dijo mi amigo Gabo aquella tarde en un Super Siete de la avenida Garza Sada que fungía como nuestra oficina ya que tenía unas mesas para comer las cuales aprovechábamos para hacer nuestros proyectos. -Me voy a buscar suerte y a cumplir unos sueños que aquí no han llegado.

Y se fue pal otro lado…

Por aquellos años habíamos emprendido algunos proyectos en radio y televisión y en prensa escrita también, de promoción de la cultura, a la par de nuestras incipientes carreras de escritores de esos que se quieren comer al mundo. Como debe de ser, pues. Yo lloré mucho esa ausencia. Mi socio, cómplice y amigo se iba, era una decisión de vida que Gabo había tomado para buscar un futuro mejor para él y para su familia. Aquí las cosas le costaban el triple, y por más esfuerzos muchos se empeñaban en demeritar sus logros. Pero él tenía el miedo suficiente para hacerlo, tenía las dudas suficientes para hacerlo, por eso se fue…

Este es el comienzo de cómo se gestó Luna pop el más reciente libro de Josué Gabriel de Montemayor. Se llevó el bagaje y el recuerdo regiomontanizado por la efervescencia del rock hecho desde este árido reino. La Avanzada Regia supondría una especie de detonante y de inspiración que además acompañaría las soledades de un indocumentado que le apostaba a una nueva vida.

«Solo lo difícil es estimulante», fue la frase de EzraPound que me ayudó escribir en una pared un día antes de partir.

Valle Grande y Rey Silla

Para Josué Gabriel  de Montemayor, la ciudad de Monterrey es una rola que pide más volumen. El Gran Silencio, Inspector, Jumbo, Volován, Zurdok, Pastlina Mosh, La Verbena Popular, son el pretexto para aullarle a la luna, para cronicar sus extrañamientos, para seguir viendo a Valle Grande como la cuna de los sueños que se están cumpliendo, aunque sea de aquel lado. Ok, ok, pero que se cocinaron a la sombra (o al sol) del Rey Silla. Si la nostalgia y los recuerdos nos hacen evolucionar, este libro lo constata. Montemayor, afín a una sintaxis experimental y vertiginosa, acomoda muy bien sus recuerdos, sus anécdotas (a veces reniega, a veces maldice) y exorciza su emprendedora juventud, sus heroicos negocios culturales, sus inolvidables enfrentamientos con el destino regio.

Brindar por mis supuestos hechos heróicos

Hay fórmulas rituales como la conservación de los rituales, y la poesía de Josué Gabriel de Montemayor es más instrumento de eso que deleite. ¿Qué quiero decir con esto? Hay un fin litúrgico en Luna pop y hasta pedagógico. Y esto no impide recibir los beneficios de la poesía. Vitamina emocional es un término que me agrada, la que nos da fuerzas para seguir haciendo lo nuestro como aquellas tardes en una mesa del Super Siete de Garza Sada, como todos estos años bordeando la frontera con palabras, cruzando entre dos tierras, arriesgando siempre y con la mano en alto en señal de triunfo. Unas veces y otras con un vaso grande de felicidad en ese brindis que se ha prolongado afortunadamente.

Un mar sonámbulo nos abrazó al unísono

Trasfondos innombrables, el soundtrack poético que presenta Josué Gabriel hurga en las cosas expuestas. ¿Y qué son esas cosas? Son, en retrospectiva, como bien dice el maestro Arnulfo Vigil en la cuarta de forros del libro, el jugo de las estrellas que dan luz, el ombligo de la musa en minifalda, un jonrón por el centro, o un vaso de jugo de naranja. Música pues. Todos coincidimos que los cantos aquí grabados son los privilegios bastante adecuados a los que se les debe rendir culto, como un regio lo haría a la cerveza a la carne asada o a su equipo de futbol. O, por supuesto, al idioma que hablamos y en el que nos comunicamos: La poesía.

En ese sentido el autor ha crecido bastante por dentro. En El vértigo del camaleón, su anterior libro de poemas, ya esbozaba esas explosiones. El andar dificultoso por calles texanas le planteó  los problemas necesarios (como si los problemas fueran necesarios). El autor no sospechaba pero se dio cuenta a tiempo que sus andares tenían una finalidad esencialmente mágica y que eran una multitud de ceremonias propiciatorias, para colocar un libro que ahora tenemos en nuestras manos. Luna pop (así se llamaba un programa de televisión que conducíamos a la par) constata para lo que está hecho Gabo, para darnos recuerdos, para hacernos tararear esos greatest hits, que son poemas o amores o canciones, y que nos conforman. Flechazos que dan testimonio de que somos verdaderos, es decir, de que somos regios además del gentilicio y de que hemos sobrevivido a nosotros mismos.

Josué Gabriel de Montemayor
Luna Pop
Oficio Ediciones, 2018