josé luis solís
COLUMNAS   

Árido Reino


La tierra está agrietada en su totalidad o un texto en forma de telegrama en la parte inferior derecha

Leer guiones de cine, contrario a lo que algunos puedan pensar, no facilita la escena. Al contrario, la amplifica, pone en evidencia todas las evidencias. José Luis Solís, indaga en estas dos historias el drama cargado de vida a través de los dolores mortales.

OPINIÓN

Una pistola se dispara accidentalmente y detona los acontecimientos

Dos historias, dos exorcismos, dos ceremonias (escritas en forma de guión cinematográfico) donde la nostalgia y la metamorfosis se entrelazan para recrear el paisaje desértico interior y exterior de los personajes principales (hombres de pocas palabras ambos). El ahijado y el mimo se observan a sí mismos mientras sus deseos se cumplen y se incumplen al mismo tiempo. José Luis Solís indaga el drama cargado de vida a través de los dolores mortales; mortales y norteños; mortales y en la línea; mortales al borde de la vida que nos mata.

AHIJADO:
Me dijeron que entre más bueno el hombre, más llora el cielo.
(Pág. 19)

Respuesta multimodal para la calamidad

Fuerzas invisibles como el deseo habitan estas historias. Hombres dignos de hablar de sus propios sentimientos y compartirlos y no dar lastima. La ocurrencia del autor es desencadenar el circulo ¿vicioso o virtuoso? Eso se lo dejamos al lector, al espectador que recobra sus sentidos gracias a la transparencia del lenguaje. Hay muerte, muerte limpia, lavada por lágrimas o lluvias, que es lo mismo; hay rasgos de salvación, de esperanza, de plenitud, donde aparentemente no hay nada. Qué inmenso es lo diminuto por más deseo que sea.

Cuando se unen las dos partes del juguete

La muerte en ambas historias salva. En ambas historias la lluvia es la muerte y la vida, lágrimas de una Catrina o el chubasco provocado por la inexistencia o el sacrificio de un hombre bueno. Los paisajes no solo son el desierto y el polvo, sino las almas de los que padecen su presente y quieren algo mejor. Otra vida, más húmeda, más fresca. La ironía es el color complementario de la melancolía. Solís supera todas las inclemencias porque libera a la fantasía con feliz ímpetu. En cada momento de la existencia, por más precaria que esta sea o se encuentre, hay que observar arte y la visión el ojo. La fotografía de Solís lo manifiesta. Leer guiones es más que un ejercicio que, contrario a lo que algunos puedan pensar, no facilita la escena. Al contrario, la amplifica, pone en evidencia todas las evidencias, y sucede lo que debe de suceder. Nos pone en evidencia, se unen las dos partes del juguete, el balero se incrusta, el juego entonces se vuelve infinito. Lo volveremos a intentar e intentar…

EL NIÑO le sonríe  y acto seguido se retira jugando al balero, el MIMO observa hipnóticamente los esfuerzos interminables del NIÑO por unir las dos partes del balero, la cámara  se concentra en el infructruoso esfuerzo, finalmente y en cámara lenta se unen las dos partes del juguete.
Fade out a negros.
(Pág. 37)

Una definición tipo diccionario

MUERTE: Lluvia en abundancia. Dícese que cuando esto ocurre era bueno el que murió.

LLUVIA: Catrina. Lágrimas de brebaje que te despierta de los sueños más profundos y te posiciona en otros aún más profundos.

LLANTO: Vida, sensación de inconformidad que nos hace desear la muerte, la propia y la de los demás.

DESEO: Autorretrato acompañado de persistentes motivos.

FRONTERA: Sueño, línea entre el inconsciente y lo palpable, entendido desde su división.

DESIERTO: Alma, compañera inseparable e insuperable, salvo condiciones donde no tener nada y estar desierto se pueden confundir.

MIMO: Hombre sin habla. Sus actos, sus movimientos lo delatan. Siempre grita, pero nadie lo escucha.

AHIJADO: Protegido que, sin quererlo, nos protege.

INDOCUMENTADO: Hombre que sueña.


El hombre bueno y Endless balero
José Luis Solís
Colección Ínsula (Cuadernos de escritura de Armas y Letras)
UANL, 2014