COLUMNAS   

Árido Reino


Nos brotarán alas y emprenderemos el vuelo o un quinqué de amores en llamas

José Luis Garza, obrero de las palabras, nos entregó en Abra (2004) un poemario escrito con sinceridad, que se vuelve el soporte que acompaña a los textos como música de fondo.

OPINIÓN

Abro un libro

Podremos (podrán) decir un montón de cosas sobre José Luis Garza (obrero de las palabras), cuestionar la sabiduría intuitiva, el exceso de realidad, la falta de validación en el ámbito de las correspondencias filosóficas. Pero no podemos (no podrán) negar que los poemas de Abra (que significa ‘camino abierto a través de la maleza’) están escritos con una dosis de sinceridad, y que eso se vuelve como el soporte que acompaña a los textos como música de fondo.

Tomo estas palabras de Adolfo Castañón, donde habla de Alfonso Reyes: Sabía que escribiría versos y que esa creación sería (para él) necesaria y cotidiana, que la poesía sería (para él) una actitud vital, un destino y un alimento, una orientación y una forma de ser y de estar en el mundo y de relacionarse con los hombres y consigo mismo, con sus sombras y sus ángeles.

Desde luego que puede parecer exagerado, pero no estoy comparando a Reyes con nadie ni tampoco a José Luis con nadie. Creo en esa circunstancia poética, en ese momento adecuado y único, en esa oportunidad que la poesía le da a un privilegiado en otras circuanstancias sociales o económicas; y que también se la da a una ama de casa o a un héroe en mangas de camisa como el mismo Reyes llamaba a los obreros de los que sentía orgullo y admiraba y citaba cada que podía.

Entonces si el autor quedó complacido y después volvió a sudar sus turnos en la fábrica y se olvidó de la poesía, si el libro fue una anécdota solitaria o transformó algo, la poesía cumplió, brotó y encontró oyentes.

La experiencia de la poesía se cumple desde diferentes miradores. Entonces yo propongo lo siguiente: al leer Abra hay que intentar leer al yo lector. ¿Cómo trasciendo después de la lectura? ¿A quién busco para abrazarle inmediatamente? ¿Hacia qué lugar me dirijo ahora? ¿Cambié de dirección? ¿Cómo me interpreto?

La jornada laboral-escritural

Es decir yo y el libro, yo y las palabras. En lo personal hay una inmensa satisfacción cuando la lectura de un libro hace que me cuestione. Abra cumple su cometido: abre un camino.

Tuve que ver con su hechura hace algunos años y entiendo a su autor. Recuerdo cómo llegaba de una jornada en la fábrica al taller literario que yo impartía y supongo que no distinguía oficios porque los mezclaba. Recuerdo a José Luis con todo el potencial  del decir pero sin la urgencia de llenar hojas en blanco. Lo recuerdo con la prudencia de la paciencia, algo que él nos enseñó sin querer en aquellas sesiones.

Hace tiempo conversaba con un amigo músico, al preguntarle que cuánto tiempo se había tardado en sacar su primer disco, me contestó que “pues más o menos toda mi vida”. Así entiendo a las óperas primas, así entiendo ese proceso, ese tiempo y lo respeto.

Lo que se lee en este libro es la vida sencilla de un hombre sencillo que se atrevió a contarle a su jefe en la fábrica que tenía un sueño de emular a los poetas. Lo entusiasmó tanto que terminó patrocinándole la edición del libro y esa empresa manufacturó algo más que sus productos.

El obrero, el hombre sencillo que no le agrega problemas al mundo, había cumplido una jornada de horas extras literarias que le fueron recompensadas no con papel moneda, sino con papel impreso de poesía.

Sentir con los cristales del sol
la hermosura de tu mundo
murmullos de la orquesta 
(tu sublime melodía)
Tacto de la forma (tu escultural esfinge)
La esencia
(el paladar de tus sabores)
Siento tu perfume al inhalar tu cuerpo
(Cinco sentidos, pág. 28)

Lo que se agrega

En el buen sentido de la palabra y en el doble filo de la metáfora, Garza vio consumado su esfuerzo trabajando los turnos necesarios. Sencillamente cumplió. Es decir, magníficamente cumplió. Roberto Juarroz, el poeta argentino, decía que la poesía es agregarle realidad a la realidad. Este libro es un claro (y sencillo) ejemplo que se instala sin querer queriendo en nuestras vidas porque las refleja.

Qué inesperado es lo que existe y persiste, qué eterno es el combate diario con la vida; qué dulces, qué inmensas palabras que nos abren posibilidades. Siempre que estamos frente a un libro nos encontramos en el principio de algo y no hay vuelta de hoja: en cada hoja se construye nuestro ser.


José Luis Garza Garza
Abra
Oficio/ INLAND Corrugados de Monterrey
2004