Las despedidas también pueden tener música y letra. Esta va acompañada tan solo de unas guitarras acústicas y la voz profunda de Cash y, aunque lo primero que dice es “no te pongas triste”, es imposible no hacerlo cuando se trata de un adiós.
Por: Homero Ontiveros
Los buenos tiempos son los pasados, los ya vividos, porque los futuros aún no los conocemos y el presente apenas y nos alcanza para vivirlo. O será que así me pasa: cuando pienso en los buenos tiempos es mirar hacia atrás, hacía algún momento en que fui muy feliz y no lo supe, hasta después. Pero pensar en los buenos tiempos es sentirse nostálgico y significa una ruptura, un despedirse y un adiós porque ese momento, para poderlos llamar “los buenos tiempos”, tuvieron que haber terminado.
Entonces es necesario hablar desde el otro lado de la falla, despedirse y seguir el camino porque para atrás uno ya no puede volver, a menos que sea a través de una canción, como ocurre cada vez que escucho esa de Johnny Cash: “For the Good Times”.
Hay cantantes, músicos y compositores que logran narrar la vida de muchos de nosotros. Tienen el don de poner en cada canción algo de nuestra vida sin conocernos y sentir que nos está cantando a cada uno de nosotros. Cash es uno de ellos, un narrador de la vida a través de las canciones.
Las despedidas también pueden tener música y letra, esta va acompañada tan solo de unas guitarras acústicas y la voz profunda de Cash y, aunque lo primero que dice es “no te pongas triste”, es imposible no hacerlo cuando se trata de un adiós. Porque una canción como esta, cada vez que la escuchas, no importa que sea la misma una y otra vez, siempre estarás despidiéndote de algo y aunque no sepas exactamente de qué, lo sabes y lo sientes. Así me pasa: cada vez que la escucho sé que algo estoy dejando atrás para convertirse en recuerdo.
“La vida continúa y el mundo seguirá girando”, es algo que he escuchado un sinfín de veces, pero en la voz de Johnny toma otra dimensión, se lo creo y lo tomo como el consejo de un viejo sabio que tuvo que rodar por el suelo para darse cuenta que eso es la vida: girar, rasparse y continuar. Canta, pero más bien parece que se está confesando y cuando alguien hace eso, lo menos que podemos hacer dejarlo que hable y escucharlo.
Lo escucho y me estremezco; en la despedida dice que no es necesario mirar los puentes que estamos quemando, y me vuelvo frágil pensando cuántos puentes he quemado, cuántas veces he dejado el camino sin retorno y cuántas veces me quedé a la orilla viendo el puente arder. Pero hay que hacerle caso al viejo Johnny: no es necesario, ya no están y las cenizas de aquel puente donde algún día cruzamos el uno hacia el otro se irán con el viento y volverán con el tiempo convertidas en buenos tiempos.
Esta imagen hace bajar los brazos: Él le pide a ella que se recueste y junten sus cuerpos; escuchan cómo la lluvia cae y golpea contra la ventana y le pide que haga como que lo quiere una vez más, tan solo una vez y nada más, tan solo por los buenos tiempos. No es difícil recordar cuántas veces uno quiso decir: solo una vez más.
No importa que esta canción sea de Kris Kristofferson, para mi siempre será de Cash porque es su voz la que me acompaña en cada despedida, en cada adiós, cada vez que la escucho para recordar los buenos tiempos.