Nadita de miedo
Nadie como Joaquín Hurtado para escupirnos la verdad a la cara. Nadie tan atrevido, nadie tan guerrero, nadie tan marginal, nadie tan refinadamente exigente, cronista original y apasionado, mezcla la realidad agregándole más realidad, informado hasta la exhaustividad. Hurtado es quien contribuye desde la literatura regiomontana a dotar a este monstruo llamado Monterrey con algo de sensibilidad. ¿Creías que eran los poetas los encargados de eso? Pues no, alternando la voz del personaje, la voz del testigo y la suya Joaquín (tierno escritor malvado) nos ha regalado su voz insobornable con resultados definitivamente confirmatorios. Así somos, todos estamos expuestos a un virus, todos queremos matar a alguien (o ya lo hicimos), todos le reclamamos a Dios y al PRI, todos y nuestra falsa humildad, todos y nuestro performance, todos y los escondrijos.
El estirón obsceno en medio de la pesadilla
En cada texto de Joaquín hay muerte, y el muy vampírico vive y revive con cada reacción que provoca. Una parte de su obra está escrita en la persona del resignado, del infectado, del discriminado. Y yo, lector victorioso, levanto el brazo en la marcha y con el puño cerrado festejo los efectos colaterales de sus textos: la erradicación de reglamentos anticuados, la visibilidad de las cuarteaduras de la sociedad, el ánimo, la aceptación, la repartición adecuada de las culpas y lo que le siga.
Cargas virales indetectables
Hurtado no acata normas al escribir. Bueno, sí, solo una, la norma oficial de salud. En sus textos hay una tolerancia a la inversa: de lo mejor de nosotros saca lo peor, y los infectados por su prosa, son los meros meros, aguantan vara, pero sus diálogos y sus acciones son un ramillete de violetas envenenadas, una granada de mano que le explota primero a un político mocho y después a los rabiosos. Vladimir Nabokov, cuando un alumno se le acercaba en la Universidad de Cornell para pedirle consejo y escribir una buena novela, él respondía sin vacilar: “Lea poesía, la narrativa se alimenta del ritmo y el poder alusivo de los versos es en sí misma una alusión poética”. Yo encuentro mucha poesía en la crudeza necesaria de Joaquín y estoy seguro que si te da un consejo será el siguiente: Usa condón.
“Tengo la emperrada y feliz costumbre de jugar con los chiles más rabiosos”.
(Ecocidio, pág.350)
“Si no puedes contra el enemigo, cógetelo”.
(Loca politizada, pág. 361)
«Miedo es cuestión de tiempo para dejar de tener miedo”.
(Miedo, pág. 235.)
“El terror, la rabia, la venganza, el arrepentimiento, la traición, el fracaso, la humillación y todos los vicios morales son tus mejores aliados a la hora de reconstruir la vida”.
(Decálogo, pág. 345)
Vuelta prohibida
Los cuentos de este primer volumen ayudan a comprender la muerte. Guerreros y otros marginales (1993) Laredo Song (1997) y Crónica Sero (2003) son un compendio para observar a Monterrey desde la altura o el calibre necesarios. A Joaquín yo lo admiro porque lucha y sobrevive a muchas cosas, entre ellas el mismo. Él sabe como porque es bien chingón, de lo que está segurito es de que escribe para sobrevivir al espanto que le provoca Monterrey. Contempla el territorio y descubre lugares que no todos contemplan o soportan, su obra es un virus silencioso que aprendió a vivir entre nosotros.