El grupo de divulgación y creación de opinión Vertebrales, en colaboración con Casa Universitaria del Libro UANL, celebraron su aniversario con Jezreel Salazar como invitado. El escritor e investigador de la crónica, comparte con La Zona Sucia su perspectiva sobre este género periodístico; sus libertades estilísticas y algunas trampas que es mejor evitar.
Además de ser un buen observador, qué otras cualidades crees que deba tener un buen cronista?
Un cronista tiene que tener mucha capacidad empática para poder ser capaz de acercarse a lo otro, para poder construir confianza y que se vuelva un buen confidente. Tiene que tener mucha autenticidad en lo que está buscando, mucha curiosidad respecto a con quienes esta dialogando. Es fundamental ser capaz de establecer contacto humano.
¿Cuál crees que sea el peor error en el que puede caer un cronista?
Suponer que ya sabe lo que es esa realidad. Ir con prejuicios o con pedantería al la hora de insertarte en otro mundo, a un espacio, o relacionarte con un personaje. Ese es el peor error, porque es ponerte una barrera defensiva que te va a impedir acercarte al otro y sólo vas a reproducir estereotipos.
¿Cómo se puede evitar la autocomplacencia al escribir una crónica?, Cuáles son las señales de alarma de las que deberíamos estar atentos?
Se necesita cierta distancia; sí ,tenemos que involucrarnos, pero, hay que evitar que no nos ganen ni los prejuicios ni el compromiso con ciertos sujetos específicos. Hay que pasar esa barrera en donde nos volvemos participantes, a menos que deliberadamente estemos haciendo periodismo de inmersión. Debe de haber un equilibrio entre construir un panorama, trabajar con detalles y establecer un punto de vista. A veces, nos vamos mucho a los detalles y perdemos el panorama, y la crónica falla. Otras, domina el panorama y no estas volviendo concreta la narración. Y luego también ocurre que el punto de vista de desbarata por que te has involucrado demasiado. El equilibro es lo más importante.
Ahora que hablas del periodismo de inmersión, ¿tú haces una distinción entre él y el periodismo gonzo?
El periodismo de inmersión tiene que ver con disfrazarte como un sujeto que no eres para vivir una experiencia ajena, volverte alguien más durante cierto tiempo para tener otra idea de la realidad. El periodismo gonzo usa mucho el punto de vista de la primera persona, detenta de manera evidente lo que son los prejuicios y pensamientos del que escribe. Puede ser muy radical. Por ejemplo, las descripciones que hace Hunter Thompson de Las Vegas, que de pronto se vuelve ya ficción, porque se pone a hablar desde su experiencia de los efectos alucinógenos de todas las drogas que se esta metiendo. En el periodismo gonzo el «yo» esta mucho más presente. El gonzo roza la idea de dejar de hablar del otro y se centra en hablar desde el yo, en ese sentido, podríamos decir, en algunos casos, que pierde capacidad política y de denuncia.
Alguna vez te has enfrentado a una decisión difícil que involucrara lo estético en alguna de tus crónicas?
Sí, en realidad cada vez que escribimos una crónica tenemos que estar tomando decisiones y a veces estas son más propicias para narrar lo que quieres narrar y en ocasiones te equivocas. A veces también te faltan recursos y tienes que estarle buscando. Me acuerdo de una crónica que escribí que tenía que ver con la dinámica que vivía con mis vecinos. Era un texto que genera mucho efecto estético, mucho humor, pero que de pronto, rompe con un principio ético del periodista que es intentar comprender al otro más que juzgarlo. Yo me fui más por la decisión estética del humor, pero a costa de los personajes, que deberían ser centrales. Me di cuenta a la distancia, tienes que ser autocrítico.
Tú has estudiado mucho la obra de Monsivaís y conoces su obra a profundidad, pero ¿qué otros cronistas les recomendarías a nuestros lectores?
Me gusta mucho Pedro Lemebel, Martín Caparrós, Gabriela Wiener, Alberto Salcedo Ramos, algunas cosas de Juan Villoro.
¿Y algún cronista regiomontano?
Me gusta lo que ha escrito Joaquín Hurtado, Gerson Gómez también tiene cosas interesantes. Tampoco conozco mucho, a la CDMX no llega mucho de lo que se escribe en Monterrey. Es un problema de la circulación de los textos. Me gustaría leer más.