En los discos de Corcobado hay canciones propias que fluctúan entre la balada hiriente y armónica que estandarizaron crooners setenteros, o bien piezas inspiradas en cierta tradición ruidista y experimental, centrando eso sí su atención en el mensaje lírico.
Por: Gildardo González
Por mucho tiempo nos preguntamos por qué Javier Corcobado no ha visitado Monterrey. Vivimos diciendo que la ciudad no tiene público para ciertas cosas y tal vez es lo más acertado. A fin de cuenta lo que no hay son promotores para cada tipo de música.
En 1990 compré en LP el Agrio beso, su primer larga duración como solista. En ese entonces lo conseguías en la Librería de Cristal, pero también existía la opción de comprar por correo en la distribuidora del DF Lejos del Paraíso, ellos manejaban los discos de esa gran disquera madrileña llamada Triquinoise, que editaba a bandas tales como Pachuco Cadaver, Vamos a Morir, Amor Sucio, Carmina Burana, Super Elvis o Ebria Danza. Creo que en principio es gracias a esta labor de distribución que Corcobado tiene este arraigo en nuestro país.
La primera y única vez que escuché en vivo a Corcobado fue en aquella memorable -aunque infausta- presentación que incluía portazo y piedras voladoras, en el bar La Victoria de CDMX en diciembre del 2001. Desde entonces, la banda estaba armada con músicos mexicanos, llamémosle banda de soporte, en una ciudad por la que el cantante siente fascinación desde siempre. En esa ocasión recuerdo haber escuchado canciones del disco Arcoíris de lágrimas y de los dos volúmenes de Boleros enfermos de amor, entre muchas otras de discos anteriores. Han pasado 17 años, y desde entonces esperaba que visitara Monterrey.
Corcobado se ha tomado estancias de residencia en la capital y sabemos que cada vez que saca un disco o poemario programa algunas presentaciones. Ahora nos podemos enterar de cada movimiento suyo en Facebook vía La Comuna de Javier Corcobado en México y también está al alcance toda su música en Spotify.
En esta gira que comenzó el 8 de abril con un concierto en el Teatro Metropólitan, incluye también la visita a ciudades como Querétaro, Aguascalientes, Puebla, Tlaxcala, Toluca, Pachuca, Guadalajara y Monterrey. La banda que trae está armada con músicos mexicanos, pero también con dos españoles de la época de Chatarreros de Sangre y Cielo, como son Nacho Colis (batería) y Javier Arnal (guitarra).
En los discos de Corcobado hay canciones propias que fluctúan entre la balada hiriente y armónica que estandarizaron crooners setenteros, o bien piezas inspiradas en cierta tradición ruidista y experimental, centrando eso sí su atención en el mensaje lírico. Corcobado es gran admirador de otras épocas musicales, gusta de interpretar o armar versiones típicas y atípicas de sus ídolos, tales como Frank Sinatra, Serge Gainsbourg, José Alfredo Jiménez, Manuel Alejandro a otros actos no por menos populares más arriesgados como Spacemen 3 o The Birthday Party, influencias que le han inspirado en sus bandas seminales (429 Engaños, Demonios tus Ojos o Mar Otra Vez).
La propuesta del Duque del Ruido es a un tiempo arriesgada, atípica y constante. Si bien yo prefiero sus discos con los Chatarreros de Sangre y Cielo (Tormenta de tormentos, Ritmos de sangre, Arcoíris de Lágrimas) en donde su estilo era más natural, genuino y, por qué no decirlo, español. También tiene otros que me gustan un poco menos (Corcobator, Fotografiando al corazón). Recomiendo desde siempre sus dos discos de boleros (Boleros enfermos de amor I y Boleros enfermos de amor II), son de una crudeza entrañable, líricamente apetecibles.
Javier Corcobado se presentará en Monterrey el 28 de abril como parte del Tour Primavera México. En La Tumba (Padre Mier 827 Ote. Barrio Antiguo).
Desde 2004 dirige el proyecto “Canción de amor de un día”, una obra de 24 horas de duración, en la que están involucrados otros 62 artistas. http://www.canciondeamordeundia.com/
Escucha la playlist de Gildardo González con sus temas preferidos de Corcobado.
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