Advertencia: Spoilers
La secuencia con la que inicia la película It: Capítulo 2 (Dir. Andy Muschietti), estrenada hace unas semanas, trajo muchas lecturas persignadas y un debate en redes sociales igualmente santiguado sobre la representación de la violencia en contra de homosexuales en las películas de terror. Aquí mi lectura personal como homosexual y como fanático del género.
A riesgo de quedar como el cagón que empieza a señalar cosas que aparecen en el libro pero en la película no: en la novela se aclara que el ciclo de alimentación de Eso no solo comienza cada 27 años, sino que su apetito se despierta cuando ocurre un crimen lo suficientemente atroz o violento como para sacarlo de su hibernación. La cascada de globos que cae debajo del puente donde ocurre el crimen de odio es una metáfora para lo que viene, una corriente de violencia voraz que se va a llevar todo a su paso. Eso alimenta y se alimenta de prejuicios, de discriminación, de odio y de muerte.
Una texto que apareció en el medio El Closet LGBT ve como una falta el que la palabra gay no se mencione en la película, o que el personaje que ha vivido dentro del clóset no salga de éste en el punto de catarsis colectiva que tiene con sus mejores amigos. O, según él, que el personaje homosexual no tenga un final pleno. Facepalm. Lo que le falta a esa lectura superficial e histérica es aprender a poner atención, mucha.
La falta es pretender que el homosexual de la película reciba un trato diferenciado al de sus compañeros solo por su sexualidad. Es curioso que ese mismo texto y otros que aparecieron en portales similares olviden mencionar que Beverly tampoco nombra a su Eso: la violencia misógina y el abuso que sufrió tanto de niña como de adulta. Eso que solo ella puede vencer. Sí, con una red de apoyo, pero desde una trinchera personal, a su manera y a su tiempo.
Richie, en su despedida de Derry (el pueblo conservador y pedorro -cof, cof, Monterrey- que ha intentado anular su existencia plena e invalidar su deseo homosexual) sí tiene su momento de liberación, una hermosa catarsis silenciosa y potente, no la catarsis de drama barato y chillón al que muchos hombres homosexuales están acostumbrados. Es un momento que le da sentido a la escena “problemática” : el ritual de tallar las iniciales de dos hombres en el puente de los enamorados.
Salir del clóset no es la única vía para afirmarse y comenzar a desprenderse de Eso. Salir del clóset no es un paso obligatorio que el homosexual deba dar para comenzar a exorcizar su homofobia internalizada. Salir del clóset en una película no es la única manera de representar la liberación homosexual.
Las buenas películas de terror, al igual que las pesadillas más perturbadoras que en ocasiones no nos dejan dormir, hacen un juego de símbolos, de sentidos ocultos, visitan los rincones oscuros del inconsciente donde se esconde Eso a lo que le tememos.
También es curioso que mucho de los artículos en portales LGBT que se escribieron sobre la “innecesaria y traumática violencia” de la secuencia inicial de la película, a la que han tildado de “porno violencia gratuita”, no le dediquen ni un solo renglón a las escenas de violencia gráfica y explícita en contra de niños.
La representación es importante, y la manera en que nos representan a los homosexuales en las películas más.
En un juego de referencias, el director de Eso 2 hace que el personaje homosexual de su película use la misma camisa que otro personaje homosexual de un clásico del género, una de las primeras películas de terror donde la homosexualidad deja de ser un prop de escenografía y pasa al protagonismo: Pesadilla en la Calle del Infierno 2, de 1985.
La camisa amarilla estampada con cruces aparece como símbolo tanto en la película de Jack Sholder como en la de Andy Muschetti. En ambas el monstruo no solo es un hombre desfigurado por quemaduras o un payaso siniestro, sino las monstruosidades reales que provocan los prejuicios en la vida de algunas personas. En ninguna de ellas se cae en obviedades simplistas.
Las buenas películas de terror, al igual que las pesadillas más perturbadoras que en ocasiones no nos dejan dormir, hacen un juego de símbolos, de sentidos ocultos, visitan los rincones oscuros del inconsciente donde se esconde Eso a lo que le tememos.
En uno de los diálogos Freddy Krueger le dice al homosexual protagonista: “tú podrás tener el cuerpo, pero yo tengo tu cerebro”. Por su parte, Pennywise amenaza al homosexual diciéndole: “conozco tu secreto”. Hay algo más temible que un monstruo que nos acecha desde adentro, un monstruo del que no podemos alejarnos corriendo? ¿Algo más ojete que el autodesprecio?
El título escandaloso con el que abre el texto del que hablaba al inicio dice: “Pennywise homofóbico y la forma en que IT, NO habla de la homosexualidad”. Otro facepalm.
El no hablar es algo que atormenta la vida de todos los protagonistas, no solo la de el homosexual. El miedo les paraliza la lengua a todos. El tartamudeo de Bill aparece de nuevo cuando regresa a Derry, por ejemplo. La película no nos retrata a los homosexuales como víctimas perpetuas, algunos artículos sí.
El ritual judío de Stanley para convertirse en un hombre no solo inspira a Richie para quedarse en el pueblo y finalmente enfrentar a Eso, también es el origen de un diálogo que nos hace falta escuchar más: “Eres más fuerte de lo que crees”. Eso, y lo que Bill también advierte sobre los finales: “La gente quiere resolución, justicia. Pero la vida no funciona así”. A los homosexuales que vivimos en México ya debería habernos quedado claro.
Como dice la Melisandre: La noche es oscura y esta llena de horror. Esperar que una película de terror represente al terror de los crímenes de odio con pinzas para evitar lastimar susceptibilidades es de una ingenuidad vainilla desesperante. Peor que cualquier truco de Eso.