El Porvenir fue para mí una escuela de vida. Ahora, con 16 años de trayectoria y después de haber recorrido la mayoría de las redacciones de los medios impresos más importantes de la entidad, sé que un buen comunicador debe ser versátil.
“Te vas a económico”, me dijo el jefe de información, Rolando Macías, una de las tardes caóticas del 2005 en la redacción de El Porvenir y sentí que ese momento era como cuando en las películas empiezan a salir los créditos en letras chiquitas, es decir, pensé que era el final de mi carrera como reportera, pues me gustaba y ya tenía algo de experiencia en la sección local.
Había entrado al periódico apenas en noviembre de 2004 y era el segundo medio en el que me dedicaba a la cobertura de notas políticas. Tenía apenas poco más de un año de haber egresado de la universidady de pronto todo dio un giro sorpresivo.
A mis 23 años fue la primera vez que respondí a una orden laboral “no” en letanía, pero la decisión estaba tomada, así que no tuve más remedio que incorporarme a las páginas de finanzas como única reportera. Odié el primer mes. De pronto perdió sentido el poner diagonales en lugar de los acentos y la “ñ”en el viejo sistema informático que aparecía en la pantalla verde de mi computadora y que todos utilizábamos para redactar.
Pero finalmente tenía toda una página del periódico decano de Nuevo León para mí sola, una oportunidad que no pensaba desaprovechar. Así que asumí el reto. Aprendí a mirar y contar las historias que hay detrás de los números -como recomienda el periodista argentino David Fonseca- y volví a disfrutar mi trabajo.
Uno de los temas recurrentes que abordé fue el de las afectaciones que el sector privado sufría por los energéticos, en especial el gas natural, que en el 2002 tenía un precio promedio de 3.37 dólares por millón de BTU (medida térmica británica mmbtu) y en septiembre de 2005 ya era de 9.80 dólares por mmbtu, lo que representaba un incremento de 191%.
Como reportera de finanzas intenté exponer con papel y tinta que detrás de esa realidad estaba el cierre de decenas de empresas de distintos tamaños y la pérdida de miles de empleos. Familias enteras que se quedarían sin su fuente de ingresos. Sabía por vivencias propias lo difícil que era la batalla por tener que comer en casa.
Ese 2005, que inició con mi “trágico” cambio de sección, visité diferentes tipos de negocios, como panaderías casi en la quiebra, y ramos de industrias como la vidriera, de alto arraigo en la sociedad regiomontana y que en esa época comenzó a extinguirse, todo por los elevados precios del gas. Descubrí que las cuestiones del dinero iban más allá del dinero y tenían una coyuntura social.
El Porvenir fue para mí una escuela de vida. Ahora, con 16 años de trayectoria y después de haber recorrido la mayoría de las redacciones de los medios impresos más importantes de la entidad, cubriendo asuntos políticos, financieros, culturales y hasta deportivos, sé que un buen comunicador debe ser versátil.
A veces, los caminos que parecen alejarnos de nuestro destino, nos acercan más a él. Siempre soñé con dar clases en mi Alma Mater, la Facultad de Ciencias de la Comunicación, de la UANL, pero por distintas razones nunca se concretaba. Hasta que buscaron un catedrático de periodismo económico en el 2015 y uno de mis maestros recordó haberme leído. Desde entonces soy docente de la máxima casa de estudios y el resto es historia.