Frozen Scream es perfecta para quienes disfrutan el cine basura del bueno. Uno ingenuamente piensa que el cerebro ya no puede contaminarse más y que la torpeza cinematográfica ya no tiene ningún secreto escondido, y no es así.
Por: Luis Bernal
¿Inmortalidad? ¿Por qué alguien
querría vivir para siempre
en un mundo como este?
Siempre he sentido una gran debilidad por las películas hechas con más ganas y pasión que dinero, ya que muchas veces el resultado final resulta más interesante que cualquier cosa realizada por un estudio. Pero seré sincero, hay un punto en el que uno cree que ya vio lo peor de lo peor, en este caso: lo mejor de lo mejor en cuanto al género Serie B. Uno ingenuamente piensa que el cerebro ya no puede contaminarse más y que la torpeza cinematográfica ya no tiene ningún secreto escondido por ahí y no es así.
Hace unos años andaba dando vueltas por la extinta página de Inner, el pendejo, un español medio perturbado, y me encontré con un placer gigantesco que todavía había basura esperando a que mis ojos hermosos la descubrieran: Frozen Scream (Frank Roach, 1975).
El argumento. Básicamente es la clásica historia de científicos locos que experimentan con cadáveres buscando la inmortalidad incrustándoles chips que los hacen zombies. Este gastado argumento le dio la excusa perfecta al director para lanzar hilarantes escenas oníricas y ridículos discursos sobre la vida y la muerte que le dan un toque súper pretencioso –lo que me mama– que los hará cagarse de risa; es como una reunión con tus compas atascados de ketamina. Bien, la premisa es lo de menos, para qué les miento, lo que de verdad importa son las extrañas decisiones que tomó el director para hacer que este filme destaque realmente por su enorme y desmedida torpeza. Actuaciones horrendas, sobre todo la de la protagonista. Les juro por Margarito santo que hasta Isabel Madow habría hecho mejor el papel. En algún momento sentí que todos eran robots, morros, morras, morrxs: después de ver esta película no volverán a reírse jamás de las actuaciones del cine de luchadores mexicanos, en serio.
Es un filme bizarro cargado de recursos sonoros igual de bizarros como doblar una actriz a mitad de un diálogo. Me explico: a media frase pasa del sonido directo al doblaje en estudio. Incluir voz en off en escenas que no estaban realizadas para eso, en serio, en mitad de un diálogo se presenta e inicia la narración y de fondo sigue el diálogo original, entonces al no eliminarlo nos permite darnos cuenta que la narración explica lo mismo que los parlamentos, así que su inutilidad es más que evidente.
Frozen Scream es perfecta para quienes disfrutan el cine basura del bueno, no hay vómito ni momentos incómodos, todo es risa y diversión por lo cual no entendí la razón por la que fue prohibida en el Reino Unido ¿Qué pedo? Tenemos desde un extraño cura, un doctor que lleva a cabo investigaciones secretas sobre la preservación de la vida, cultos de amor, robótica súper básica, refrigeradores para humanos, muertos vivientes vestidos con túnicas, un policía enamorado y secuencias de sueños raros. Además es imposible no reír cada vez que Lynne Kocol (la protagonista) abre la boca. La trama tiene algunas ideas interesantes pero se pierden en un contexto muy confuso, diálogos malo y muchos momentos de pseudo-profundidad. Lo extraño y a la vez divertido es que la incompetencia excesiva y los (chingos de) errores de continuidad le dan un ambiente medio tétrico.
Véanla con gente que igual disfrute este tipo de movies para evitarse pedos de que «wey, quita ese pedo» y demás cosas. Como siempre: acompáñenla de cerveza y unas costillitas con BBQ.
Best: Todo el mundo parece drogado.