«Yo soy una escritora de obsesiones muy específicas y a veces no me gusta conocerlas con nombre y apellido porque prefiero que se queden nebulosas y puedan tomar una encarnación en cada libro».
Por: Homero Ontiveros
Fernanda Melchor es una escritora que ha ido labrando su camino a paso firme; cuenta con tres libros y ya figura en el mapa nacional e internacional de la literatura. Su primer libro, Aquí no es Miami, utiliza la crónica para contar algunas historias abrazadas a la violencia en un lugar como Veracruz. Ahora con Temporada de huracanes ha logrado la atención tanto del público como de la crítica, una simbiosis nada fácil de conseguir.
Esta historia se desarrolla a partir de que un grupo de niños encuentran el cadáver de La Bruja, una mujer que heredara el oficio de su madre, flotando en un canal de riego. El resto de la trama se construye con las voces de varios personajes involucrados en la historia para saber quién y porqué la mataron.
Supe de su novela por recomendación del escritor Jaime Mesa cuando apenas había sido publicada; aún así no la encontré en las librerías de Monterrey. Me pareció algo normal puesto que las novedades literarias, la mayoría, no llegan rápido a la ciudad. Sin embargo se llegó el fin de año y, a pesar de que todas las listas con lo mejor del 2017 en cuanto a libros la mencionaban, seguía sin estar en las librerías locales. La respuesta es que estaba agotada. Esto generó una sensación de intriga y a la vez ansiedad por conseguirla.
Aprovechando un viaje a la CDMX fui a buscarla en algunas librerías que son conocidas por su vasto contenido y la respuesta fue la misma: está agotada. Por ningún lado la encontraba y la curiosidad crecía por saber qué había en esta novela de la que muchos hablaban maravillas.
Terminé encontrándola en Monterrey meses después, ya en su tercera edición y con más de 7000 ejemplares lanzados, un número bastante bueno para quien no escribe best sellers o literatura de la superación. Pero no solo encontré la novela, sino que de paso la encontré a ella, la autora, caminando tranquilamente entre los pasillos de Colegio Civil, sin prisa ni preocupación, con su mochila a la espalda y sin la presión aparente de quien muchos mencionan sea una de las mejores narradoras mexicanas en la actualidad.
Nos sentamos en un sillón y conversamos, más una charla que una entrevista porque Fernanda se presta, no tiene las respuestas aprendidas, las construye en el instante y habla de adentro hacia afuera. Entonces me contó cómo empezó este huracán.
“La novela comenzó con voces de mujeres que contaban quién era la víctima, quién era el o los asesinos y me lo contaban a mi; yo escribía y era como tomar dictado, algo así como la secretaria del Ministerio Público. Entre mas hablaban esas voces, yo iba conociendo más a los personajes y encontré que eso era lo que quería hacer, por eso la novela empieza con esa voz que habla desde afuera y los personajes principales casi no hablan, no los conocemos desde adentro, lo que habla es quien está a su alrededor porque quería proporcionar la ilusión de que poco a poco nos íbamos acercando a ellos”.
¿Esperabas que la novela tuviera tal recibimiento?
No me lo esperaba, sino todo lo contrario. Creo que parte de que Temporada… sea como es, es un poco el haber corrido el riesgo de haber hecho una forma que no sea tan amigable para el lector, sin embargo yo sentía que era la única manera de contar esta historia, aún y con el arriesgue de que no contara con un público lector muy amplio.
Esta es una historia que está narrada en ocho capítulos largos sin puntos y aparte, no es algo común, pero surtió efecto. Parece ser que de pronto subestimamos los gustos del lector.
Yo pensé que sería un libro como esos que terminan siendo leídos solo por escritores, pero no me importaba que así sucediera. Además, no sé qué esté pasando con las mujeres de mi generación que estamos escribiendo, la de los 80, que estamos tirando toda la carne al asador. Antes era más complicado para una mujer acceder a la publicación y tener un círculo de lectores, se prefería la literatura hecho por hombres, pero ahora las mujeres estamos arriesgando más porque tenemos menos qué perder.
¿Será también que estamos viviendo tiempos en los que muchas de las estructuras sociales y culturales están cambiando?
Claro, por supuesto.
¿Has sentido en algún momento cierto tipo de obligación por hablar de la realidad violenta que golpea al país, especialmente a un estado como Veracruz, donde se desarrolla la historia?
Por lo general a mi me gusta escribir sobre el presente, procuro que lo que escribo haga referencia al presente y hable de cosas que existen y sobre todo de la situación que vivimos ahora. Sin embargo no creo que sea una obligación hacer denuncia social en una novela, está mal que piensen que así debe ser y está mal dicho. No es una obligación del escritor referirse al mundo sino que es algo inevitable. Incluso si tú decides no hablar de la actualidad en México, de no hablar de la violencia, estás haciendo una declaración política al tomar esa decisión.
Es como en Temporada: tú decides no hablar de amor pero termina habiendo amor.
Era un poco un juego sacar la palabra amor de todas sus combinaciones, porque la novela no solamente habla de la violencia en Veracruz sino también de la homofobia, y la transfobia. Y no solo de la miseria humana, moral y material, sino también de cómo muchos depositamos esta gran ilusión en el amor y pensamos que éste es el que nos va a salvar pero en realidad ni siquiera sabemos amar porque nunca hemos sido amados. Entonces el amor se convierte en esta suerte de Santo Grial y estamos en su búsqueda pero solo sabemos rumores de él, no lo conocemos. Por eso me interesaba jugar con esta idea de todos los personajes buscando a ese alguien que los va a redimir y salvar pero al mismo tiempo no existe ese amor, todo se reduce a relaciones utilitarias entre ellos.
Me la impresión que, desde Aquí no es Miami hasta Temporada de Huracanes, ha sido un trabajo continuo en el cual hay una conexión y relación entre ellos.
Sí es muy posible. Híjole, a lo mejor no consciente, pero sí puede ser. Yo soy una escritora de obsesiones muy específicas y a veces no me gusta conocerlas con nombre y apellido porque prefiero que se queden nebulosas y puedan tomar una encarnación en cada libro. A mi lo que me interesa siempre es explorar, y en ese sentido sí creo que Aquí no es Miami, Falsa Liebre y Temporada de Huracanes hablan de gente que lucha por la supervivencia y las cosas que han tenido que hacer para sobrevivir.
A pesar de hablar del presente, en tus libros hay un aire de nostalgia, como de añoranza hacia la juventud pasada o perdida.
Me interesa mucho el tema de la adolescencia y la juventud, esta etapa en la que has sido como expulsado del paraíso pero todavía no te encuentras en el mundo. La adolescencia es como un purgatorio donde estás en una especie de limbo y no ves futuro; te siente como en un precipicio. Bueno yo así me sentía, como en una especie de barranco donde no puedes ir para atrás pero para adelante no se ve nada y cómo puedes tener ese salto de fe de seguir adelante cuando no ves nada.
Y, ¿ya no te sientes así?
Sí, sí me siento así aún pero aprendes a aceptar que esa es una condición de la vida. Me interesa lo que somos capaces de hacer en la desesperación, los sentimientos negativos que todos somos capaces de experimentar porque tendemos a pensar que lo que nos hace humanos son los mejores sentimientos que tenemos, como el heroísmo, el altruismo, entre otros, pero casi nunca se habla de los sentimientos negativos que nos hacen ser humanos: la envidia, el rencor y la venganza, por ejemplo. Todo eso es tan humano como lo bueno.
En tu novela hay una cierta sensación de realidad que se mezcla con la ficción .
Alguna vez intenté hacer una novela de realidad pero esta se desbordaba y me sobrepasaba; me impidió siquiera acercarme y entonces decidí escribir desde la ficción prestándole estos personajes y estas emociones que ellos tienen, porque, en el fondo, a mi siempre me ha intrigado qué es lo que hace a una persona cometer un crimen, esa línea invisible que se cruza cuando se comete un crimen contra otra persona, contra la sociedad.
Hace un tiempo platicaba con Liliana Blum y me decía que ella creía que todos somos malos en potencia.
Por supuesto. O esos momentos en los que las consecuencias parecen borrarse. Finalmente la literatura de eso se trata, de circunstancias.
Sobre todo en un país donde parece que asesinar no tiene consecuencias.
Claro, sobre todo asesinar a mujeres, o asesinar a homosexuales y personas trans. En México en realidad asesinar no tiene consecuencias, sobre todo si tienes dinero para evitar la justicia. Por eso es importante que la literatura hable de estos temas, aunque no una obligación.
¿Qué leías mientras escribías Temporada de Huracanes?
Leí mucho a José Agustín y Armando Ramírez, quien es un escritor del que casi no se habla.
En otra entrevista mencionabas que tú escribías para entenderte. Si es así, ¿qué encontraste en Temporada de Huracanes?
Híjole, encontré cosas bien feas que no quería ver y tuve que meterme a terapia por eso, es neta. Aunque bueno, luego terminas echando luz en rincones donde no querías ver y te da miedo porque no sabes qué monstruos vas a encontrar, pero aún así siempre es bueno echar luz donde no la hay,
Y, ¿qué luz nos arroja tu libro?
Uno escribe para curarse heridas, pero resulta que, a veces escribiendo las abres más o te enfermas mas, entonces, con Temporada me pasó algo extraño: me puse en contacto con emociones que aún no estaba lista para sentir ni trabajar y fue muy duro. A muchas personas les ha pasado igual cuando leen el libro; me han comentado que las ha sacudido e incluso a algunos les ha dolido.
Creo que puede ser porque en este libro acortas la distancia entre tú y tus personajes.
Yo quería contar la historia de un crimen pasional, qué es lo que pasa cuando alguien cruza la línea y no podía hacerlo viendo al personaje desde arriba y describiéndolo porque las condiciones de miseria material y emocional son tan grandes que yo me hubiera sentido muy mal haciendo eso, quién soy yo para estar desde arriba juzgándolos. Entonces lo que decidí fue hacerlo al ras de los personajes para que los lectores también lo sintieran en carne propia. Esa es la distancia reducida.