Sus puertas se abren para revelar un arsenal de música, deporte, cultura pop y, por supuesto, historia. No solo se trata de un programa de televisión popular sino de un mundo real plagado de piezas únicas y exclusivas esperando a ser adquiridas por fanáticos y amantes del buen gusto.
Las Vegas azota a sus visitantes con un calor abrasador veraniego en el mes de julio en que visito la tienda. Mientras que la ludopatía y la juerga omnipresentes nunca quedan saciadas, las horas vespertinas ofrecen otro tipo de entretenimiento urbano. Gold and Silver Pawn Shop, título original de El precio de la historia, no solo es un programa televisivo, es un nicho de fantasía para coleccionistas, una oda al fetichismo refinado y una tienda real que se ubica en medio de dos frentes de esta ciudad: el sector conocido como The Strip, el más moderno y cosmopolita, y Fremont Street, la zona de los casinos clásicos y escenario de infinidad de películas.
En Estados Unidos abundan las casas privadas de empeño por doquier, a diferencia de México y su ordinario Monte de Piedad, pero ésta ha alcanzado un nivel de estrellato único y legiones de fans. Al acceder, el visitante debe desistir en sus esperanzas de encontrar a Rick Harrison y sus secuaces: su hijo Corey, Austin “Chumlee” Russell y “El viejo” Benjamin Harrison, ya que se encuentra operado por personas “normales”: chicos tatuados con camisa “polo” oscura como uniforme, que atienden la caja, recepción y documentación de artículos y encomendados a recibir a los entusiasmados visitantes. Lo más cercano a esa pandilla es una figura de cartón o standee con su imagen para posar a su lado y algunos monitores que se exhiben alrededor mostrando parte del catálogo.
En el exterior, una larga fila aguarda para acceder de manera gratuita, como uno de los pocos espacios en Las Vegas que ofrecen esta oportunidad de ingreso. Aunque casas de empeño hay miles, éste ha sido un negocio familiar donde fluyen otro tipo de relaciones más humanas y creíbles entre estos, clientela y personal. En 2009 la cadena HBO tuvo la idea original de lanzar este programa bajo una modalidad más superficial, pero History Channel le dio el formato que todos conocemos hoy en día enfocado en la esencia de los objetos y de su valor trascendental.
Una vez dentro, este mundo promete un periplo único, un paraíso para melómanos, cinéfilos o simples mirones pobres. Aunque la realidad dista de la pequeña ficción que se aprecia por History Channel, una satisfactoria dosis de fotografías gratuitas es permitida, excepto por cualquier intento de Facebook Live o trasmisión inmediata a través de redes sociales. En estos tiempos de sobreexposición personal, “Youtuberismo” o ansias vouyeristas, los paseantes deben abstenerse de explayarlas.
Si se cuenta con una cartera robusta puedes adquirir desde boletos originales, y a veces autografiados, de conciertos de Led Zeppelin, David Bowie o Bob Marley; monedas antiguas, dólares de denominaciones extintas, auténticas armas usadas en guerras, pero como yo carezco de una cuenta bancaria gorda, me limito a observar las reliquias al igual que otros que sólo recorren este punto como destino turístico. Sus rostros quedan maravillados ante la oportunidad de conocer el acervo y cumplir la doble función de estar en lugar que muchos desearían conocer.
Las negociaciones épicas han sido motivo de emoción a lo largo de todas sus temporadas, como una chica que llevó un ejemplar de un comic de Star Wars autografiado por sus estrellas principales esperando 4 mil dólares para comprar su vestido de novia y que fracasó en su objetivo; otro individuo que negoció un traje escapista de Harry Houdini, individuos que han negociado piezas de menor valor y que han obtenido más de lo que esperaban. Nunca han faltado los que ofertan a precios exagerados, los que regatean, exigen y los estafadores y oportunistas que siempre hay manera de detectar, excepto por algunos cuantos timadores que se han salido con la suya. A veces a Rick y compañía han sido presa también del absorto y la admiración.
Es imposible soslayar la imagen de Richard Benjamin Harris alias “El Viejo” quien falleció apenas el 25 junio. Como pionero de este negocio, su historia personal radica en que desertó de la Marina de Estados Unidos para llegar a Las Vegas en 1981 y emprender esta aventura cuyos descendientes, cada uno con su peculiar y carismática personalidad, han llevado a niveles de estrellato.
Mientras el calor continúa arrasando en Las Vegas, los visitantes se congratulan de la experiencia de involucrarse en esta casa de empeño, otros más siguen aguardando su turno en el exterior sin inmutarse en que el sol les pegue en la mollera. En esta época en que parece que el valor físico va en declive gracias a la inmediatez de internet, el streaming y la comodidad de lo digital, todos podríamos poseer algún objeto en particular del cual ignoramos sea un pequeño tesoro… o que nos haga lograr una pequeña fortuna fortuita.