El fin de semana pasado acudí a una tocada en el patio del Café Iguana. Fue imposible que los recuerdos no acudieran puesto que muchas veces me ha tocado estar ahí como público y otras como músico. Ese pequeño escenario de concreto ha sido parte fundamental de la historia del rock que se ha hecho en la ciudad de Monterrey a partir de la década de los noventas. No ha sido el único, pero sí el más activo.
Todos y cada uno de los grupos regiomontanos que han logrado ser conocidos nacional e internacionalmente, pasaron por ese escenario; ya sea como banda o algunos de sus integrantes con proyectos anteriores. Plastilina Mosh, El Gran Silencio, Jumbo, Kinky, Inspector, entre muchos otros han tocado ahí antes de obtener fama.
La historia de una movida musical no solo tiene que ver con las bandas, sino también con los lugares donde estas tocaban. Ellos son parte importante porque eran “el espacio” donde los sonidos encontraban una salida y un eco. Si estos lugares no existieran la historia sería diferente. No sabemos si mejor o peor, solo sabemos que no sería la misma.
David Byrne, uno de los más grandes artistas de la modernidad, hace señalamientos muy interesantes en su libro Cómo funciona la música, sobre cómo los espacios físicos son importantes para el desarrollo, percepción y ejecución de un estilo musical. Por ejemplo: el CBGB en Nueva York y el movimiento punk y post punk: Al tratarse de un espacio pequeño, donde la fuerza de los amplificadores y las guitarras retumbaban entre esas cuatro paredes, la percepción de la furia de ese género musical estaba influenciada por la cercanía del sonido. Eso explica que no haya ningún grupo de punk que suene arrasador y brutal tocando con la enorme producción de un festival y los gigantes sistemas de audio. El punk era para sonar así, en corto, y lugares como el ya mencionado CBGB influyeron en eso.
El crítico musical Simon Reynolds ha señalado en varios de sus textos la importancia que tiene el espacio para el desarrollo y deleite de la música electrónica. No es lo mismo escucharla en tu coche que en un antro donde el sistema de audio fue planeado para que sonara este tipo de música. Y así podemos encontrar muchos ejemplos a lo largo de la historia de la música.
¿Qué tenía el patio del Café Iguana y ese escenario pequeño como para que todos los grupos tocaran ahí? Me aventuro a decir que cercanía y modernidad. Era un espacio donde estaba, antes de hacer tocadas, la gente que podía ser el público de las bandas locales; los que querían ser diferentes. Y las bandas en Monterrey, ya que no figuraban en el mapa nacional, querían ser eso: mostrar que eran diferentes. Y cercanía porque no había mucha distancia entre las bandas y el público, todo era un conjunto.
Hoy en día siguen tocando bandas ahí pero ya no es lo mismo. Es obvio, los tiempos tampoco son lo mismo, ni las bandas ni el público.
Escuché ahí en vivo a tres bandas que pertenecen a distintos tiempos de la actualidad. Buffalo Blanco, con más experiencia, es una banda que conoce el rock clásico y muestra que lo sabe tocar. Es un deleite escuchar a una banda que suene tan bien en vivo. Siskodélicos, ellos son la actitud del rock y el punk garaje: desenfadados, irónicos y auténticos. Sisko, su vocalista, es un muy buen frontman, irreverente y genuino. Y Drims, una banda formada por chicos muy jóvenes, apenas llegando a los 20, que tocan un pop rock muy bien hecho con mucha cercanía a los ochentas, cosa significativa si tomamos en cuenta que ellos prácticamente han nacido en este siglo.
Los tres son muy buenos y no logro identificar por qué no los escucha más gente, por qué el espacio en el patio del Café ya no influye como antes, si ahora tiene mejor sonido y es más conocido. A quienes les tocó vivir esa época, ¿se han preguntado que hubiera pasado con el rock de Monterrey si no hubiera existido el patio del Café Iguana, o La Tumba, el Skizzo, el Café Arte y muchos otros lugares que propiciaron eso que se convirtió en un movimiento musical que traspasó fronteras? Ahí, en esos lugares era donde ocurrían las cosas.
Mientras estas bandas tocan y buscan hacer eco; mientras este escenario sigue dando espacio a grupos locales, la novedad entre el público de Monterrey, sin embargo, es el regreso de Jaguares y un concierto sinfónico con las bandas que tocaron en el patio del Café Iguana hace más de 20 años…
Tecladista y compositor del grupo Inspector. Periodista cultural. Ha escrito para medios como La Rocka, ABC y Zona de Obras. Es director de La Zona Sucia.