En la pierna del central que está jugando su primera y última Copa del Mundo está la fuerza del país entero. Generaciones de futbolistas que intentaron y fallaron y volvieron a intentar para volver a fallar. La pelota hace contacto y tiene dirección de portería.
Por: Emmanuell I. Solís
La primera vez que los once hombres que mejor jugaban al futbol en Panamá salieron a una cancha fue en 1938 y lo hicieron frente a la Selección de Costa Rica, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Derrotaron a los ticos 11-0. Era el inicio de una historia que escribió su mejor capítulo la mañana del domingo 24 de junio de 2018 en Rusia, cuando anotaron su primer gol en mundiales.
Para llegar al tan anhelado domingo de gol, habrá que recordar primero que Panamá profesionalizó su liga apenas en los años ochenta. Hacer extensa la popularidad del futbol en tierra beisbolera fue un trabajo de varias décadas. A diferencia de países como Uruguay, Brasil y Argentina, donde el futbol llegó en barco desde Inglaterra y Escocia, a Panamá llegó mediante el ferrocarril que hacía crecer sus brazos por toda América Latina a inicios del siglo XX. En Panamá la burguesía enviaba a sus hijos a estudiar al norte del continente, por lo que el béisbol se extendió por años como principal y único deporte. Hasta que las líneas ferroviarias alcanzaron al país y el futbol comenzó a luchar por asentarse entre las clases populares.
Tras la participación de representativos panameños en juegos Centroamericanos durante décadas, en 1988 se decide fundar la Liga Panameña de Futbol. Demasiado tarde en comparación a las ligas del Cono Sur y la mexicana. Los años de ventaja de sus competidores llevaron a Panamá a una serie de intentos fallidos por alcanzar una participación en Copa del Mundo, hasta que el sueño se cristalizó cuando derrotaron a Costa Rica 2-1 la noche del 10 de octubre del 2017 dentro de las eliminatorias de la Concacaf.
Desde la clasificación al Mundial las expectativas en Panamá eran de todos colores, muchos no esperaban nada por el historial de los equipos primerizos en este torneo. Por otro lado, estaban los entusiastas que apostaban todo porque esta selección se parara en la cancha como si hubiesen jugado 10 mundiales.
La selección no le falló a nadie. Para los críticos y devoradores, la selección fue goleada 6-1 por Inglaterra y quedó eliminada a falta de un partido de fase de grupos. Para los entusiastas, soñadores y amantes de las historias que nos regala este deporte, Panamá gritó finalmente lo que durante 80 años calló.
Es minuto 77’ del partido, Panamá tiene falta a balón parado y es Ricardo Ávila el jugador que mete el centro al corazón del área inglesa. La selección representativa del país que profesionalizó este deporte falla en su salida y deja habilitado a Felipe Baloy.
No hay fuera de lugar y el veterano de 37 años, símbolo de esta generación se estira y con su pierna logra tocar el balón. En la pierna del central que está jugando su primera y última Copa del Mundo está la fuerza del país entero. Generaciones de futbolistas que intentaron y fallaron y volvieron a intentar para volver a fallar. La que hasta hoy es la mejor de las historias del futbol panameño está por escribirse. La pelota hace contacto y tiene dirección de portería. El arquero inglés se lanza para alcanzar lo inalcanzable. Ya han tronado las gargantas de los locutores panameños.
Es gol de Panamá, es gol de Baloy y la historia tiene punto y aparte. Los aficionados en el estadio levitan sobre sus butacas y los abrazos, gritos y lágrimas no cesan. El sonido en el estadio anuncia gol de Panamá y la pantalla ya dibuja: F. Baloy 77’. Parece una tarde redonda en el estadio Nizhni Nóvgorod. Se cantó el himno, sonó «Patria» de Rubén Blades en el entretiempo pero ni uno de esto cantos hizo tanta patria como el primer gol de la selección en Copas del Mundo.
Los días han pasado y todavía retumba el unísono grito de gol que se mantuvo ahogado una vida. La vida que esperó la selección de Panamá y sus seguidores para gritar gol en el mejor de sus orgasmos, porque tal como decía el escritor Eduardo Galeano: el gol, como el orgasmo, es cada vez menos frecuente en la vida moderna.