“Para empezar de nuevo hay que morir”
Antonin Artaud (1846-1948) estaba absolutamente convencido de que el teatro debería incidir y afectar a la audiencia tanto como fuera posible; al terminar varias escuchas consecutivas de Ataque Celeste estoy seguro de que existe algo en esta música que me remite directamente al artista francés y sus conceptos transgresores. De hecho, me parece que a este álbum le calza bien una de las frases más célebres de aquel maldito: “El Teatro de la Crueldad ha sido creado para restablecer en el teatro una concepción de la vida apasionada y convulsiva, y es en este sentido de rigor violento y condensación extrema de elementos escénicos que debe entenderse la crueldad en la cual están basados”.
Ahí donde se lee “Teatro de la crueldad” puede substituirse por “arte”, “música” o “rock” –que el lector tomé la decisión más conveniente-. Lo que hay que celebrar es la aparición de un disco robusto, retador y peleonero –como han sido todos los anteriores del grupo navarro-, pero también es motivo de fiesta el acercamiento hacia lo que ellos entienden como pop.
Ataque Celeste es apasionado, convulsivo y tan vitalista como lo querría Antonin; e incluso hay algunas letras casi surrealistas, movimiento al que perteneció un rato el autor de El teatro y su doble. Y es que la experiencia estética que ofrece la banda aquí aparece perfectamente depurada; subsiste cierta malignidad, una perversión crónica y mucho filo letrístico, pero han sabido provocar los puntos de quiebre necesarios para probar con una búsqueda melódica más luminosa.
Durante los seis años que existen entre sus últimos dos discos, El Columpio Asesino se planteó la posibilidad de separarse debido a las dificultades de sostener el proyecto y ahora, que la publicación de una nueva obra se acercaba, develaron que colectivamente les cuesta mucho componer. A juzgar por el impacto que producen estas 8 canciones (desarrolladas en poco más de 30 minutos) hubiera sido una terrible lástima que la fatalidad se impusiera; nos habríamos perdido de lo que será considerado uno de los mejores discos iberoamericanos del 2020, sin duda alguna.
Es notable la manera en que se esforzaron para establecer que elementos se quedarían traídos de la historia común y las posibilidades nuevas por explorar. Hay que mencionar que el álbum comienza con una triada impresionante, pero “Preparada” –la segunda de ellas- contiene una frase que bien puede servir como un Manifiesto: “Para empezar de nuevo hay que morir”.
Y Renacer entre las cenizas; El Columpio asesino lo ha hecho. Pero para que pudieran lograrlo hay que elogiar la serie de buenas decisiones que tomó Daniel Ulecia, también bajo y teclado, al momento de producir. Trabajando en su propio estudio, optaron por modificar, tanto en forma como en fondo, al respecto del tipo de canciones que ya se les conoce.
¿Cuáles son las principales novedades que entregan? Una evidente búsqueda de estructuras rítmicas, un sonido más electrónico en el que brillan secuencias y programaciones inteligentemente concebidas y el protagonismo de Cristina Martínez en la voz. Todo ello queda expuesto desde la poderosa “Huir” -el tema de apertura-, que detalla el ocaso de una relación de pareja triturada por el alcohol.
Por su parte, además de su letra, “Preparada” destaca por un bajeo impresionante –en plano disco-funk- aplicado a un tema al que unánimemente la crítica ha vinculado al sonido de LCD Soundsytem. Mientras los músicos groovean, el discurso es conducido por una protagonista urgida de acabar con su contraparte, debido a estar harta de esperar, por lo que está dispuesta a arrojar cerillas a un sofá bañado en alcohol.
¡Vaya manera de encauzar un tiempo de penurias y malestares! Sus piezas tienen coraje, rabia y experiencia acumulada. En “Sirenas del mediodía” dejan claro que saben que no basta con reacomodar los muebles del salón para provocar un cambio verdadero. No les queda sino hablar del hartazgo, de los enormes huecos que se abren ante una cotidianidad amenazada por el vacío. Han agregado una terna notable a un legado que incluye “Toro”, una de las canciones más influyentes en idioma español de la última década.
Con dos décadas en la brega, ahora firman con la discográfica Oso Polita y se muestran como ese boxeador veterano que sabe de sobra que no tiene tiempo que perder y que cada round puede ser el último. Ellos entienden cómo es que hay que fustigar al escucha, tienen la manera de sacudirlo y enterrarle una espina sonora mientras su cómplice pide más –algo muy Artaud-. Si escuchamos atentamente “Mi general” nos encontramos ante un alegato delirante (“…con tu viejo uniforme y tus maneras fascistas”) parece un montaje sacado directamente del Teatro del absurdo.
Hacía el final del disco encontramos “Siempre estás tú”, que va llevando la intensidad de menos a más, mientras se va tornando hipnótica. Mientras que el cierre, con la pieza que le da título y que sobresale por su parte instrumental, nos hace evocar a New Order, nada menos.
Nos hace bien escuchar un disco donde priven el enfado, el malestar y una música llena de adrenalina y hormonas. Las relaciones humanas, con el tiempo, se tornan más complejas y plantean encrucijadas sin salida aparente, ese es el sabor que Ataque Celeste nos deja entre los labios. El Columpio asesino sabe decir -como lo haría Artaud- Te va a doler, pero te va a gustar.