El Porvenir es una referencia ineludible para estudiar la vida política, social y cultural del Monterrey del siglo XX. Pero también su redacción fue vital en la formación de varias generaciones de periodistas.
La historia del periodismo en los estados de la república mexicana aún guarda muchas historias por contar. Lo que sí es verdad es que cuesta encontrar diarios, sobre todo en el norte de México, que hayan mantenido la estructura de propiedad única, en una época marcada por la concentración en unos cuantos grupos de medios de alcance nacional.
Recuerdo, al ser mi ciudad natal, El Siglo de Torreón, fundado en 1922 por Antonio de Juambelz y Bracho, que es hasta la fecha uno de los referentes de del periodismo lagunero, y sigue en manos de sus descendientes. La Opinión, diario decano, fundado en 1917, sucumbió ante la expansión de Grupo Milenio y cambió de nombre a Milenio Laguna pocos años antes de su centenario.
En el caso de El Porvenir, que llega hoy a su centenario, es una referencia ineludible para estudiar la vida política, social y cultural del Monterrey del siglo XX. Una herramienta a la que siguen acudiendo historiadores y analistas. Pero poco se ha comentado, fuera de los ámbitos del “gremio”, de su importancia en el surgimiento de una intelligentsia periodística (si se nos concede el atrevimiento) en la región.
En el ámbito cultural, el suplemento “Aquí vamos”, fundado por Jorge Cantú de la Garza en 1981, marcó época en el norte de México (y pide a gritos una re-edición facsimilar). Aquí se registró y difundió la efervescencia cultural que latía en el Monterrey de los años ochenta y noventa, mientras daba espacio a una generación de periodistas tan brillante como heterodoxa, con nombres como José Jaime Ruiz, Gabriel Contreras, Gerardo López Moya, Sergio Cordero, Nazario Sepúlveda o José Garza.
Al plantearnos la edición de Galeana 344 (dirección actual del periódico, aunque en 1919 la redacción estaba ubicada en la calle 5 de mayo), con Gustavo Mendoza nos propusimos ir en busca no de las voces de su época dorada, sino de quienes, como nosotros, pisamos la redacción de El Porvenir en las primeras décadas del siglo XXI, en un momento en que el diario ya no cuenta con la circulación ni el impacto que llegó a tener en muchos momentos de su historia.
Nuestra generación, nacida en los años ochenta, a diferencia de los reporteros de la “vieja guardia”, pasamos por la formación de las facultades de comunicación y de humanidades de la ciudad. Pero se sabe que el periodismo en realidad se aprende en la redacción, y es de destacar que El Porvenir apostó por jóvenes con limitada experiencia, quienes hicimos del diario nuestro laboratorio.Una verdadera aula de papel. El espacio donde ensayar y aprender las bases del oficio sobre la marcha, en la calle y frente al monitor.
Desde aquí nuestro reconocimiento a la familia de Gerardo Cantú Escalante, quienes han mantenido vivo por un siglo un diario de papel, cosa nada fácil, y menos en estos tiempos de profundas transformaciones. Y de parte de La Zona Sucia, un medio nativo digital que explora las posibilidades del periodismo en una época de viralización, métricas y contenidos efímeros, la confianza en que el papel siempre nos espera para escribir (y repasar) la historia.