Acababa de salir de la casa donde me hospedaba cuando recibí un mensaje: “Listo, este es el número de J, ya sabe que lo llamaras”. Me senté en la banca de una plaza en la cima del barrio de Albayzin. Hacia un calor infernal en Granada, era media tarde. Entre emocionado y nervioso marqué el número que me dieron, timbró tres o cuatro veces, y al otro lado se escuchó la voz sin prisas de J. Quedamos de vernos más tarde en un bar granadino.
El Lemon Rock es un bar con una barra extensa y un pequeño escenario donde tocan bandas españolas de diversos calibres. En las mesas altas cada quien conversa lo suyo y se forma un susurro coral. Pido una cerveza y espero. Por un momento comienzo a analizar opciones de partida digna en caso de quedar plantado; pienso cómo reaccionar si mi entrevistado no llega y de qué forma ocuparé el tiempo. No, no es opción desanimarme, me encuentro de viaje y aún me quedan varias semanas entre ciudades y países. Se abre la puerta y entra él, camiseta negra con el nombre Apartamentos Acapulco, luego sabré que es una banda española que apoya, jeans y un porte relajado, sin prisas, poses ni pretensiones. Un personaje importante en la música española se presenta así, tranquilamente, ante un desconocido mexicano que le solicitó una entrevista. Nos saludamos, le pregunto qué quiere tomar y pide una coca cola. Le digo que soy de Monterrey y me dice tener muy buenos recuerdos de la ciudad. Estamos listos para charlar.
Siete años pasaron para que apareciera el reciente disco de Los Planetas: Zona Temporalmente Autónoma. En todo este tiempo estuvieron dando conciertos en muchos países, haciendo discos con sus bandas alternas y componiendo (en este disco hay temas compuestos en el 2010).
A pesar de estar activos durante todo este período, hay una sensación de regreso. “Hay esta sensación porque nosotros mismos lo hemos promocionado así, es decir, habíamos sacado un EP hace dos años pero no un álbum más elaborado y con ideas más complejas como éste”.
Le digo que me llamó la atención cómo el disco abre y cierra con dos canciones que muestran claramente una ideología y emiten posturas sociales, algo que pocas bandas hacen hoy en día. “Islamabad lo que intenta es derribar ideas muy implantadas en la gente que creo son falsas. Una visión diferente sobre conceptos más complejos como Dios y la religión, algo más acorde a nuestros tiempos. En Guitarra Roja (canción de Martín Castro, un anarquista argentino) quisimos cerrar el disco con un resumen de todo lo que se ha escuchado. No como una solución sino básicamente diciendo que el arte en general debe servir para conseguir una comunidad más unida y más libre con respecto a los elementos del poder. Menciono esto porque ambos temas son como la entrada y salida del disco redondeando la idea general de éste”.
Lo que sucede en medio de estas dos canciones, prácticamente es una historia de amor. “Esta es la zona temporalmente autónoma; donde está ese amor te puedes aislar de los desastres que el poder provoca en la gente”.
Esto tiene que ver con un ensayo de Hakim Bey que trata sobre crear espacios autónomos para evadir las estructuras formales del poder, de ahí han sacado el título del disco pero, ¿cómo trasladar una teoría sociológica a un disco, a las canciones? J da un sorbo al refresco, agacha un poco la cabeza y juega con el dedo índice sobre la mesa como ordenando las letras de las palabras que dirá: “Cuando descubrí el libro me di cuenta que justamente eso era lo que quería explicar, pero algunas de las canciones ya estaban hechas, es decir, el disco ya iba tomando forma. Partiendo de eso lo que hice fue asociar algunas ideas mías con las de Hakim Bey , hacer un apéndice y consultar una parte más ideológica para llevarlo todo hacia un terreno más comprensible, que es el de las canciones”.
A Los Planetas se les conoce por su manufactura de himnos pop, un sello característico, el talento en la complejidad de la sencillez. ¿Son las posturas ideológicas de este disco las más radicales como banda? “No creo que sea más radical, creo que es más explícito. Pasa que ahora, a nuestra edad, las ideas son más evidentes. Pero además tiene que ver con el hecho de que es el primero disco que hacemos completamente de nuestra propiedad, los demás pertenecían a alguna compañía. Estar fuera de una multinacional nos hace ser más explícitos y claros. Sin la censura que muchas veces se ve implicada en el proceso de creación cuando estas trabajando con gente de una compañía que es poco receptiva a lo que estás haciendo y que no te entiende”.
Momentos antes su respuestas eran pausadas, dejaba un espacio entre una idea y otra; ahora parece que hemos abierto una ventana por donde entra un discurso fluido que conecta con la idea anterior. J suelta ideas como latigazos: “El pop viene de la música popular y esto solo quiere decir que está hecho por la gente; pero me gusta diferenciar porque ésta no tiene mucho que ver con la música comercial, que es algo muy diferente. La música comercial viene impuesta por las grandes corporaciones, la televisión y las emisoras de radio que obligan a la gente a escucharla. El poder intenta que la gente se confunda y crea que la música que se está escuchando masivamente la han elegido ellos, pero no es verdad, no la ha elegido el público, lo han hecho los directivos y programadores de emisoras. Es música vacía e inocua que no transmite ningún mensaje, salvo el que la gente sea dócil, que no se levante ni rebele. Nosotros intentamos transmitir justamente lo opuesto a la música comercial”.
Pregunto cuál es el mensaje de la zona temporalmente autónoma, J sonríe un poco hacia sus adentros, sabe que cada quien entenderá lo que quiera, pero insisto en su opinión: “Hay una parte que todo mundo entenderá fácilmente y es que, el amor es imprescindible para cualquier tipo de relaciones sociales. El amor, como entendimiento entre las personas, tiene que ser fundamental”. Ahora soy yo quien sonríe hacia adentro.
Apago mi grabadora y salimos a fumar un cigarro. Hablamos de algunas bandas españolas y me agradece el interés por la música granadina. El sol comienza su retirada. Nos despedimos con un hasta luego y cada uno camina en sentido contrario.
Al siguiente día, no sé si influenciado por la charla anterior, por la postura del amor, escucho «Islamabad» caminando entre las calles angostas y empedradas de la colina de Albayzin, y puede que también por la lejanía, pero me quebré emocionalmente escuchando a J cantar “A ti lo que te pasa es que tienes miedo”.
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